Opinión

Pau, María, Lucas y la escuela catalana: el relato que escuchó la misión de la UE

La pasada semana, una misión de europarlamentarios acudió a Cataluña a comprobar la situación de la enseñanza en castellano. Este es uno de los relatos que escucharon

Pau, María, Lucas y la escuela catalana: el relato que escuchó la misión de la UE
Pau, María, Lucas y la escuela catalana: el relato que escuchó la misión de la UE

El pasado 18 de diciembre intervine en nombre de la Asamblea por una Escuela Bilingüe ante la misión de eurodiputados que visitó Cataluña. Lo hacían en respuesta a nuestra queja sobre la discriminación de los alumnos castellanohablantes en la escuela catalana.
Previamente habíamos aportado informes que respaldaban nuestra denuncia. Los datos son imprescindibles, pero detrás de ellos hay personas, en este caso menores y sus familias. Para mostrar a los eurodiputados esos ciudadanos de carne y hueso, me ayudaron los cientos de testimonios y relatos que nuestra asociación ha escuchado en sus casi diez años de historia. A esos testimonios les puse nombres y los situé en su día a día en una escuela en Cataluña con este relato:

Pau es un niño de tres años que, como la mayoría de los niños de su edad, ya conoce casi mil palabras, con algunos verbos, adjetivos y muchos pronombres posesivos. Pau es un niño catalanohablante que llega cargado a clase con esa mochila de mil palabras que sabe pronunciar en su lengua materna, la lengua en la que las ha aprendido con sus padres y sus abuelos. Es su primer día, está nervioso y puede que triste por estar solo en un sitio nuevo, su profesora lo tranquiliza y lo hace dirigiéndose a él en la misma lengua en la que le hablan sus padres. Sentado a su lado, en otra mesa, hay una niña, María, también nerviosa, también tiene una mochila con 1.000 palabras, pero es castellanohablante y su profesora también la consuela, por supuesto, pero se dirige a ella en una lengua que no conoce, no entiende bien lo que le está diciendo. María escucha con atención y sobre todo mira sus gestos para intentar comprender lo que le dice su profesora.
Pasan los días y los dos comienzan a aprender los nombres de sus compañeros de clase, la profesora utiliza las iniciales de esos nombres para enseñarles las consonantes y las vocales. Pau ya conoce algunas letras, se las ha enseñado su abuelo, María también, pero no las pronuncia igual que Pau, la profesora le rectifica, ella, tímida deja de intervenir, no se siente segura. Pau también conoce los colores, pero los colores de María están mal, la profesora le dice que esa mesa es vermella (rojo en catalán) y no roja como se pronuncia en castellano. María vuelve a guardar silencio.

Los padres de María se reúnen con la profesora, aunque ellos empiezan la conversación en castellano ella no cambia de lengua y se dirige a ellos siempre en catalán

La mochila con mil palabras sigue creciendo para Pau, pero la de María casi se ha vaciado y ha de volver a llenarla poco a poco, con alguna inseguridad.
Ayer María le pidió un lápiz a Pau, la profesora la escuchó y le dijo:

- María, has de pedírselo en catalán como te he enseñado. Recuerda, en clase en catalán, el castellano en casa.

Ha pasado ya un curso, y los padres de Pau y María tienen una reunión con la profesora.
Pau es un niño abierto, les dice; siempre levanta la mano para participar en clase, aprende con facilidad las letras y números y a leer las primeras silabas. La profesora les recomienda que le lean cuentos todas las noches.
Los padres de María se reúnen con la profesora, aunque ellos empiezan la conversación en castellano ella no cambia de lengua y se dirige a ellos siempre en catalán. La profesora les comenta que María es una niña despierta, feliz, pero que le cuesta un poco expresarse, ella cree que es inseguridad. Los padres preguntan qué pueden hacer. La profesora les responde que es importante que le lean cuentos en catalán, intenten ponerle la televisión en catalán y que ellos hagan también el esfuerzo de hablarle a la niña en catalán. Eso, les dice, ayudará a su hija.

El padre pregunta algo que lleva tiempo pensando:

- ¿Y cuándo van a empezar a dar castellano? Veo que en el horario de mi hija todo es en catalán, hacen incluso dos horas de inglés, pero ninguna en castellano, ni siquiera ofrecen ustedes actividades extraescolares en castellano, ¿por qué?

La profesora les responde que la escuela en Cataluña es en catalán y que los alumnos hasta 2º de primaria no comienzan a estudiar lengua castellana, pero que no se preocupe, que la niña aprenderá el castellano perfectamente mejor incluso que un niño de otras provincias de España.

Lo hacen con todos los niños, incluso con aquellos que hablan en lenguas de origen árabe, es una forma de que el grupo esté más cohesionado y hablen entre ellos siempre la misma lengua: el catalán

El padre le muestra su desacuerdo, la profesora le insinúa entonces que si el problema no será que él está en contra de que su hija estudie en catalán. "Por supuesto que no", contesta, pero es que lo estudia todo en catalán. "Pero estamos en Cataluña", le dice la profesora, "esta es la lengua de los catalanes, que garantiza además que su hija tenga un mejor futuro profesional".

La madre interviene y pregunta:

- ¿Por qué en el patio les dicen a los niños que jueguen en catalán? No creo que eso esté bien, les intimidan ustedes.

La profesora le quita importancia, le contesta que lo hacen con todos los niños, incluso con aquellos que hablan en lenguas de origen árabe, es una forma de que el grupo esté más cohesionado y hablen entre ellos siempre la misma lengua: el catalán.
Los padres callan, salen de la reunión y se dirigen hacia la puerta ojeando los murales de los pasillos, todos los trabajos expuestos están en catalán. Pegado en la entrada hay un gran cartel, lleva el sello de la Generalitat, es un gran paraguas que cobija a un grupo de niños, arriba se puede leer "La escuela en catalán". En la fachada del centro hay otra gran pancarta que parece querer avisar a los padres de María: "Por un país de todos, la escuela en catalán".

El hermano pequeño de María se llama Lucas, le han diagnosticado autismo. Los padres piden impartir los contenidos en parte al menos en castellano, la respuesta es: NO

Mañana volverán a la escuela, es el festival de Navidad de María, también de Pau. Los padres han recibido el programa de los villancicos, todos en catalán, hay alguno en inglés, ninguno en castellano.
Pau y María aprenderán a leer y escribir en catalán, continuarán sus estudios y en educación primaria, estudiarán dos horas a la semana de lengua castellana y tres en educación secundaria y bachillerato. Pau podrá estudiar todas las asignaturas en su lengua materna, María ninguna.

María tiene mayor probabilidad de fracaso escolar que Pau, los resultados de las pruebas PISA demuestran que los alumnos castellanohablantes fracasan más que los catalanohablantes.
Los dos tendrán buenas relaciones con sus profesores, pero a María algunos profesores le corregirán en clase y en el pasillo cuando la oigan hablar en castellano. Con Pau nadie lo hará, su lengua es la lengua del colegio, la "lengua propia" de Cataluña. Pau será consciente de ello y María también, ella deberá asumir que su lengua no es bienvenida en la escuela.
El hermano pequeño de María se llama Lucas, es un niño muy tímido que estudia en el mismo colegio que María, desde educación infantil ha tenido muchas dificultades para aprender. Finalmente, le han diagnosticado autismo. Los padres piden a la profesora y al equipo pedagógico impartir los contenidos en parte al menos en castellano, la respuesta es: NO. No es posible porque la escuela solo es en catalán.
Los padres protestan, preguntan a los pedagogos del centro:

- ¿Cómo es posible que no sea relevante para el diagnóstico de mi hijo y su tratamiento cuál es su lengua materna? Ni siquiera lo incluyen en el informe.

La negativa es firme. Si Lucas aprende a escribir y leer será en catalán, si los padres lo cambiaran a un centro educativo especial estaría probablemente igual, porque allí también la única lengua de aprendizaje es el catalán.
Los padres de María y Lucas se plantean cambiar a sus hijos de colegio, lo han comentado con otros padres, muchos están en contra de esta escuela monolingüe en catalán, pero nadie se atreve a quejarse. El cambio de centro no puede ser a otro público, ya que no hay ninguno donde se pueda estudiar en castellano. Deberían optar por un centro privado, todos son trilingües (catalán, castellano e inglés). Está claro que los que tienen recursos para elegir no eligen una escuela monolingüe en catalán para sus hijos. Pero ellos no pueden pagar tanto dinero, su salario no les llega. La única opción es recurrir a los tribunales y hacerlo solos. Tienen miedo, les van a acusar de fascistas, de estar en contra del catalán y luego temen que señalen a sus hijos. No lo harán.
Lucas tiene dos nuevos compañeros de clase, Antonio que ha llegado desde Andalucía y Jonathan desde Colombia. Son el ejemplo de alumnos que se incorporan al sistema educativo catalán desde otro punto de España o del mundo.
Sus padres están también muy preocupados, sus hijos no pueden seguir las clases, son buenos estudiantes, pero ahora básicamente solo les enseñan catalán en un lugar al que llaman "aula de acogida". Estarán allí mientras aprendan el catalán, apenas podrán compartir clase con sus compañeros. Los padres de Antonio son andaluces, no sabían que se iban a encontrar con esta situación cuando aceptaron el traslado laboral a Cataluña, sus hijos van a perder un curso al menos en esta adaptación. Sienten además que les tratan como extranjeros en su propio país. Jonathan es de una humilde familia colombiana que lucha por adaptarse a un nuevo país y no entiende como en España, en la cuna de su lengua, no se puede estudiar en español. La madre de Jonathan se hace cruces al saber que Fátima, una niña argelina que ni sabe catalán ni español, los profesores le han dicho que se centre en aprender bien catalán porque el español ya lo aprenderá en la calle.
Ahí terminó mi intervención y al finalizar pedí a los eurodiputados que no olvidaran la historia de Pau, María, Lucas, ni tampoco la de Antonio, Jonathan o Fátima. Que no olvidaran sus relatos mientras realizaran las entrevistas programadas ni mientras visitaran los centros educativos. Les pido a ustedes que tampoco lo hagan.

No hay ninguna razón pedagógica que justifique la exclusión del español en la escuela en Cataluña. No hay ninguna razón pedagógica que dé cobertura ética a quienes niegan estudiar en su lengua materna a los alumnos con necesidades especiales.
La vulneración de derechos lingüísticos que se está produciendo por orden de la Generalitat y con el Gobierno de España como cómplice tiene una razón ideológica. Buscan sustituir la lengua materna de nuestros hijos y romper así los lazos culturales, sociales y afectivos que nos unen al resto de España.

ANA LOSADA
Presidenta de Asamblea por una Escuela Bilingüe en Cataluña

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