Opinión

Parar para hablar

Feijóo y Vox se estrellan contra Sánchez: el PSOE podrá repetir el 'Frankenstein' con permiso de Puigdemont
El presidente del Gobierno y líder del PSOE, Pedro Sánchez, saluda a los militantes y simpatizantes del PSOE en Ferraz EFE/Rodrigo Jiménez

Llegó el temido 23-J y no ocurrió nada de lo que vaticinaban todos los sondeos electorales, incluido el CIS. Muchos ciudadanos hemos evitado la presencia de Vox en el gobierno de España. El voto, el valioso voto lo ha impedido. No conozco ninguna empresa que cada vez que vende un producto lo que llega a casa es ese producto averiado. Esa empresa tardaría poco en ir a la quiebra. En ocasiones, el servicio de ferrocarriles no cumple con lo contratado por el cliente e inmediatamente se levantan voces pidiendo la dimisión de los responsables de esa compañía. Las empresas dedicadas a los sondeos se equivocan frecuentemente y las empresas siguen vendiendo elección tras elección la misma mercancía con idénticos desastrosos resultados. Si admitieran un consejo les diría que dejen lo que hacen y se dediquen a otros menesteres.

Hace dos meses conocimos los resultados de las elecciones locales y autonómicas. Fueron muchos los tertulianos que defendieron el derecho que asistía al partido ganador a formar gobierno. En el caso extremeño se oyó por activa y por pasiva que el PSOE debería gobernar por haber sido el partido más votado. Otros colegas de tertulia defendieron lo contrario; su tesis se basaba en que en un sistema parlamentario gobierna aquel partido que, independientemente del resultado obtenido, consigue una mayoría para la investidura.

Se cambiaron las tornas y quienes defendían el derecho a gobernar del ganador mudaron de opinión pasándose al bando de los que defendieron lo contrario

Poco tiempo después, la misma noche del domingo pasado y el lunes siguiente, donde dije digo, digo Diego. Se cambiaron las tornas y quienes defendían el derecho a gobernar del ganador mudaron de opinión pasándose al bando de los que defendieron lo contrario. Y viceversa. Daba grima escuchar a algunos tertulianos desdecirse de lo que habían defendido con ardor unas semana antes.

Tal vez los ciudadanos deberíamos aprender la lección y, para las próximas elecciones, no hacer caso a las encuestas por sus reiterados fracasos y hacer oídos sordos a tanto tertuliano que carece de criterio propio a la hora de analizar los resultados electorales.

En cualquier caso, las elecciones del domingo dejan un panorama francamente complicado. Los demócratas nos sentimos satisfechos por haber impedido el salto de la ultra derecha al gobierno de España. Y los socialistas, moderadamente preocupados por la derrota del PSOE frente al PP. Han transcurrido solo dos días y no creo que resulte pertinente ponerse a analizar las causas de esta pérdida. El oficio de analista político corresponde a quienes se dedican a ese oficio. A quienes militamos en el PSOE nos corresponde sosegarnos y no precipitarnos para ver quién encuentra antes las causas que nos condujeron hasta aquí. 

Entramos en un periodo en el que se deben respetar todas las posiciones sin tratar de excluir a nadie que desee afrontar colectivamente el futuro de nuestro partido

Nadie debería aventurarse a tomar decisiones precipitadas. Ya sabemos quién es quién en el socialismo español. Ya sabemos que existen diferentes formas de pensar y de encarar el futuro de ese partido. Entramos en un periodo en el que se deben respetar todas las posiciones sin tratar de excluir a nadie que desee afrontar colectivamente el futuro de nuestro partido. Y tanto valor debe tener la opinión de unos como de otros. Es posible que haya gente dentro del PSOE que no comparta las opiniones de destacados militantes que condujeron al Partido por caminos de éxitos y de glorias. Tenía mérito haber discutido o discrepado con Felipe González cuando era el secretario general del PSOE y presidente del Gobierno de España. No tienen ningún valor aquellos que entonces no se atrevían a contrariar al líder y que ahora despotrican contra quien ya no tiene el poder que tenía, aunque su autoridad política sigue teniendo igual o mayor peso que entonces, como lo ponen de manifiesto sus opiniones cada vez que las emite. Felipe y Alfonso son dos de los que, juntos con un pequeñísimo grupo de socialistas -algunos de ellos desgraciadamente desaparecidos-, transformaron el viejo y caduco PSOE en un partido moderno, socialdemócrata y fiable para la mayoría de los españoles. Todos los demás nos subimos a ese autobús que ellos conducían. Ellos merecen el respeto exigible a quienes supieron qué hacer para que nuestro proyecto socialista tuviera amplia acogida  entre la ciudadanía. Ahora, cuando la situación exige frialdad y no precipitación, lo sensato, lo exigible, lo necesario es parar. No precipitarse en la toma de decisiones como se hizo tras la debacle del 28M.

No podemos  seguir caminado como si nada hubiera pasado. Se paró a la extrema derecha, pero la derecha ganó las elecciones

Nadie debería dar pasos sin la imprescindible discusión y el necesario debate. Analizar cómo y por qué hemos llegado hasta aquí exige el concurso de todos los que estén en condiciones de aportar su visión de los acontecimientos. No podemos  seguir caminado como si nada hubiera pasado. Se paró a la extrema derecha, pero la derecha ganó las elecciones.  

Se trata de analizar los hechos, sacar las correspondientes conclusiones y dibujar un PSOE autónomo y representante de la centralidad política. Hablar y respetar las opiniones de todos será el mejor resultado que el PSOE puede sacar de estas elecciones.   El PP no ha conseguido sus objetivos. El PSOE necesita apoyos para gobernar. Ha llegado el momento de parar para hablar entre todos los socialistas al objeto de saber dónde y con quiénes queremos estar. PSOE más PP suman 258 diputados de los 350 que conforman el Congreso. Con esa suma, España no debe estar pendiente de los 7 del prófugo.

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