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Opinión

Paraísos e inquisiciones

La utilización por cualquier contribuyente de un paraíso fiscal es absolutamente legal. No existe disposición alguna que lo prohíba

Julio Iglesias aparece en los 'Pandora Papers'
Julio Iglesias aparece en los 'Pandora Papers' Gtres

Hace solo unos días se ha dado a conocer el resultado de una investigación que identifica a personas que han utilizado paraísos fiscales. Como consecuencia, se ha vuelto a provocar un cierto revuelo mediático, social y político que incrimina de forma generalizada e injusta a todos los identificados. Por ello, bueno es aclarar las cosas.

Es conveniente afirmar en primera instancia que la utilización por cualquier contribuyente de un paraíso fiscal es absolutamente legal. No existe disposición alguna que lo prohíba. Ergo, ningún delito o falta comete aquel que haya optado por situar su patrimonio o localizar una sociedad en un paraíso para acceder a las ventajas que éste ofrece: tributación inexistente o simbólica y opacidad informativa de las autoridades de dicho territorio respecto del resto del mundo. En sí mismo, no han hecho otra cosa que ejercitar la libertad de movimientos de los capitales y de localización de empresas, ambas reconocidas internacionalmente e irrenunciables en la concepción de un mundo libre.

Criterio consagrado

Cuestión distinta es el origen del dinero depositado y mantenido en un paraíso. Si procediera de actividades ilícitas, como el tráfico de armas o el narcotráfico, sería esto lo ilegal y lo execrable. Tampoco debe ignorarse que el uso de un paraíso fiscal no exime a quien lo utiliza de cumplir con las obligaciones fiscales del país en el que reside o del país en el que haya obtenido ingresos. De haberlas, Caso de incumplirlas, sí habría cometido un ilícito que, evidentemente, también sería susceptible de crítica. En definitiva, la valoración de los nombres que han salido e irán saliendo debiera hacerse con un criterio ajustado a las circunstancias en cada caso concurrentes, justo lo contrario de lo que está ocurriendo. Observar un caso concreto puede ser revelador de lo expuesto.

Julio Iglesias ha sido una de las dianas de la marabunta provocada por el caso Pandora. Le han dirigido todo tipo de ataques e insultos, bramando su anti españolismo por no contribuir fiscalmente en España. Hete aquí que no es residente fiscal en territorio español. Y hete aquí también que el criterio universalmente consagrado consiste en que los impuestos directos -IRPF e Impuestos sobre Sociedades- se exigen y han de pagarse según el criterio de territorialidad y no por el de nacionalidad. Quiere decirse que, salvo por los ingresos que hubiera podido obtener en España, el reseñado cantante no viene obligado ni a pagar impuestos en España ni a declarar al fisco español la renta obtenida en el exterior o el patrimonio mantenido fuera de nuestras fronteras. Nada de esto cuenta para los de siempre que han corrido veloces a anatemizar su conducta.

Ya sabemos cómo se las gastan algunos ante estas posibles manifestaciones de generosidad. Que se lo pregunten a Amancio Ortega

Imaginemos por un momento que, pese a no estar obligado a ello, Julio Iglesias hubiera pagado en España los impuestos que no debía pagar. Estaríamos ante un claro supuesto de donación o donativo. Y ya sabemos cómo se las gastan algunos ante estas posibles manifestaciones de generosidad. Que se lo pregunten a Amancio Ortega.

Pero es que hay más. Los que se rasgan las vestiduras por la existencia y el uso de los paraísos fiscales debieran recordar la máxima: Para erradicar un mal hay que atacar su causa. Pues bien, el paraíso fiscal no es un fenómeno antiguo. Por el contrario, su explosión es relativamente reciente y se sitúa en la mitad del siglo XX, como consecuencia de la generalizada aplicación en la Europa occidental de las recetas socialdemócratas y, entre ellas, la elevación de la exigencia impositiva hasta situaciones abusivas. En un escenario de fiscalidad moderada no había -y no habría- lugar para los paraísos fiscales.

Panamá y Zapatero

Por último, un breve comentario relativo a la ética de algunos gobernantes. Es conocido, público y notorio que Panamá cumple todos los requisitos para ser considerado paraíso fiscal. De hecho, estaba incluida desde siempre en la lista de los países así calificados que periódicamente elaboraba el Gobierno español. Digo estaba porque dejó de estarlo cuando un presidente decidió excluirla. Se llamaba, se llama, José Luis Rodríguez Zapatero. Él sabrá por qué.

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