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Opinión

El 89 de Casado

Pablo Casado y José María Aznar.

Las listas electorales del PP están hechas para aguantar, esperar y ver. O por lo menos es lo que explican los que han tenido implicación en su elaboración. En el mejor de los casos, un treintena de escaños menos según la media de las encuestas. Para el actual Presidente del PP será su primera bofetada después de la serie que viene recibiendo el Partido Popular, desde las elecciones europeas de 2014, sin que nadie hiciera casi nada por interrumpir la tendencia. Los grupos parlamentarios del PP en el Congreso y en el Senado serán los más pequeños de la historia de este partido desde su refundación. En 1989, el techo de Fraga se convirtió en el suelo de Aznar. Los 107 diputados de entonces serían recibidos con algarabía entre las huestes de Casado, como cuando se escucha la corneta de la Caballería camino del rescate de quien está sitiado por los cuatro costados. En el PP firman los 100 escaños, incluso 90, como Simeone el 1 a 0 y de penalti, partido a partido.

Con la confección de las candidaturas, Casado anuncia un cambio sin matices tras los 14 años de Rajoy, que ocupado casi siempre en la gestión económica, dejó la retaguardia, es decir el PP, hecha un coladero. Primero fue Ciudadanos el agujero de salida de los votantes enfadados con la quietud del marianismo y el abandono a su suerte del programa electoral; y ahora es Vox, a quien solo Aznar, con su autoridad histórica en el centro-derecha, es capaz de hacer frente, sin preámbulos ni matices, sosteniendo la mirada a quien se atreva a llamarle cobarde. Casado está en su 89. Aznar compareció en aquellas elecciones bajo las siglas de Alianza Popular, igualó a Fraga e inició un camino lleno de emboscadas. Casi nadie se acuerda ya de operaciones diseñadas por determinadas cúpulas de poder para derribar al entonces nuevo líder de la Oposición, al todavía poderoso e imbatible PSOE de Felipe González. Un año después de aquel resultado cogido con alfileres, Aznar refundó la marca y mezcló en el mismo partido a todas las familias provenientes de la UCD y por supuesto de Alianza Popular.

Si el líder del PP traza como Aznar la raya con Vox y aguanta el vendaval que le viene, estará en disposición de recoger el electorado que se fue a Ciudadanos

Este 89 de Casado cae en mitad de una crisis general de las democracias representativas en Europa. Los partidos populistas o demagógicos acosan a los partidos moderados y sistémicos con intención de reemplazarles. Más allá del ruido de las armas, sofocado por Aznar pidiendo la unión de los votos y no el reparto de pistolas, Vox y su líder Abascal van mucho más al fondo y cuestionan la Unión Europea, donde España ha cedido parte de su soberanía. Se trata de un mensaje simple y nocivo como el 'brexit' e idéntico al de Podemos en 2014. Como explicó el líder de la extrema izquierda francesa, Melenchon, durante la campaña de las últimas presidenciales, lo complicado era tener el voto en el mismo caladero electoral que la ultraderecha de Le Pen. Además de cuestionar que España comparta instituciones con otros países europeas, Vox se desgañita en cada mitin contra las comunidades autónomas tirando de repertorio nacionalista contra la Constitución de 1978. No es lo mismo pedir una reforma como plantea Casado que un derribo como exige Abascal.

PP y Ciudadanos

Si Casado traza la raya con Vox, como acaba de hacer Aznar, y aguanta el vendaval que le viene, estará en disposición de recoger el electorado que se fue a Ciudadanos para empezar a ocupar un espacio que es el natural del PP y que el propio Aznar puso como objetivo final del camino en su 89. La propuesta de Rivera para salvar a España de una emergencia nacional ha sonado dramática, pero hay que dejarla apuntada para el futuro. Dependerá de si Ciudadanos hace o no a Sánchez Presidente del Gobierno. Para refundar el PP en la UCD (Unión del Centro Derecha), necesita fundamentalmente a los votantes pero también a aquellos dirigentes y cuadros de Ciudadanos que se unieron al proyecto con el objetivo de sustituir a un PP carcomido por la corrupción. Los resultados electorales de 2015 y especialmente los de 2016 hubiesen sido otros con una coalición entre el PP y Ciudadanos. Tal vez ahora no estaríamos a las puertas de unas generales sino a mitad de una legislatura de mayoría confortable.

Sin duda, no era el momento. Pero los números están ahí. No hay más que sumar porcentajes de voto en cada provincia. Tanto para el Gobierno de España o en el caso de la autonomía de Madrid, Ciudadanos plantea abiertamente gobiernos de coalición con el PP. Si ocurre, será un primer paso. Lo siguiente llegará más temprano que tarde. Si esperar tanto como en el 89, tal vez a la vuelta de un año, Casado repita el siguiente paso camino de una refundación, no exenta de riesgos, en estos tiempos de envejecimiento político rápido. Se dura lo mismo que una frase metida a botellazos en la batidora de las redes sociales.

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