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Opinión

Narcos: La Moncloa

Narcos: La Moncloa

La melosa melodía brasileña Tuyo presenta la biografía de uno de los mayores criminales del siglo XX en Sudamérica, Pablo Escobar. Asesino, tirano, ladrón; el narcotraficante que creó el narcopopulismo. Un terrorista. El coche bomba y las pistolas eliminaron a una generación de políticos colombianos heroicos y admirables, como el ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla y, especialmente, a Luis Carlos Galán, candidato a la presidencia, asesinado en plena campaña electoral. No se recuerda demasiado, pero en Colombia hubo una resistencia democrática que fue exterminada hace 30 años. Intentaron defender su país, consolidar una democracia y defender la ley, por lo que se opusieron frontalmente a la dictadura del terror de un caudillo con carisma. ¿Cómo sería Colombia si no hubiesen asesinado a jueces, policías y a los grandes demócratas? ¿Cómo sería San Sebastián si no hubiesen matado a Goyo Ordóñez, el concejal del PP próximo a ganar las elecciones? ¿Cómo sería España si ETA hubiese tenido éxito en el atentado contra Aznar antes de ser Presidente, por prometer “sólo la ley, pero todo el peso la ley” contra la banda terrorista?

No está de más recordar lo que hay detrás de la exitosa Narcos, la venerada serie de excelente producción que edulcora al personaje. ¿Cómo no iba a caer rendido su microscópico tocayo de Galapagar, dedicado a ver Netflix en vez de ayudar a las residencias de mayores desde su Ministerio?

Unidas Podemos ha publicado un video de Juan Carlos I con la misma melodía que la serie homenaje al narcoterrorista. Dicen que cada uno habla de lo que conoce, el subconsciente, ya saben. El montaje es forzado y su empeño en identificar a Felipe VI con los actos de su padre resulta ridículo. Muestra una dinastía privilegiada en una mansión, amistades estrechas con millonarios tiranos extranjeros y rubias amantes. Es demasiado obvio. La dinastía que realmente ve Iglesias en el video, acompañada de la música dedicada a Pablo Escobar, es la suya propia. Por eso la esconde con otra que nada tiene que ver, y a la que quiere derrocar. Es la Teoría de la proyección, “el triunfo de la mentira”.

La dinastía que realmente ve Iglesias en el video, acompañada de la música dedicada a Pablo Escobar, es la suya propia

La equiparación de los supuestos delitos de Juan Carlos I con los delitos del famoso narcoterrorista es sencillamente demencial. En cambio, sí hay un mayor parecido con los que cometieron quienes están en la dirección del Estado y aprueban los Presupuestos Generales. Uno de los motivos del video es precisamente ése, ocultarse en el propio reflejo que proyectan.

El video es anecdótico, pero sintomático de la indudable estrategia conjunta de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, que pretenden engañarnos con el juego de poli bueno y poli malo. Que el presidente del Gobierno, al que no se le conoce verdad pronunciada y no duda en mentir con rotundidad para alcanzar sus fines -acumulación y control del poder- se presente en el canal de Jorge Javier Vázquez a defender al Rey Felipe VI, debería servir como prueba irrefutable de su simpatía por las repúblicas. Miente. Ni el polígrafo aguantaría el raudal de fraude del presidente.

Sánchez no se ha caído de ningún caballo. No es de repente un monárquico o un constitucionalista converso. Pedro no es un demócrata, es, sencillamente, un impostor

Los ciudadanos llevamos semanas sufriendo el anuncio de un “giro al centro de Sánchez tras los Presupuestos”. Empecemos aclarando conceptos. La confusión entre política y comunicación ha llegado a tal extremo, que la identidad política es la palabra recién pronunciada, o sea, el mero titular. Así se acaba en el subsuelo de la estupidez defendiendo a Bildu por sus “policies”. Una cosa es decir que haces algo y otra diferente tener siquiera intención de hacerlo. Especialmente si hablamos de alguien con acreditada sintomatología en el embuste como Sánchez. Una persona puede anunciar su conversión a una religión con el único propósito de obtener un beneficio de dicho anuncio. Incluso con el único propósito de acabar con aquello que dice defender. De igual modo, Sánchez no se ha caído de ningún caballo. No es de repente un monárquico o un constitucionalista converso. No es un demócrata, es un impostor.

Una especie de Arzalluz

La estrategia de comunicación entre Sánchez e Iglesias es conjunta y evidente. Son perfectos complementos el uno del otro, y lo saben. Iglesias es quien le ofrece el mayor proyecto de poder al que pueda aspirar, e incluye una posible Jefatura de un Estado desmembrado republicano.

Al presidente del Gobierno le interesa sobreactuar una defensa de Felipe VI por varios motivos. El primero es no asustar a Europa, cuyos fondos tienen una cláusula de 'Estado de derecho' en virtud de la cual se reserva el derecho a no extender un cheque en función de la salud democrática de los países. Puede ser nuestra salvación, llegado el caso. La segunda: no asustar a un posible electorado. Presentarse a una lejana campaña electoral marcando diferencias que no existen, evitando las salpicaduras de la radicalidad de Iglesias. Sánchez es ahora una especie de Arzalluz que recoge las nueces de Pablo Iglesias. La tercera: clásica del cine negro. Cuando alguien pretende deshacerse de otro, aunque es consciente de que sería el principal sospechoso por sus antecedentes de desprecio público, ha de construir una coartada. Presentarse como el mejor amigo y mayor defensor del objetivo a derribar. Eso le convertirá en inocente, incluso víctima ante la opinión pública. Especialmente cuando se ofrece un claro culpable, tu socio contra el que no has hecho nada.

El último motivo es engañar a una oposición que se comporta como si desease ser engañada para salir en la foto. El Gobierno que aprueba la Ley Celaá contra la comunidad educativa, las familias y los niños. El de la peor gestión de la pandemia del mundo, que alardea de su opacidad sin rendir cuentas. Un Ejecutivo que pretende sustituir al Legislativo para elegir al CGPJ. Dolores Delgado como Fiscal General del Estado. El PSOE no es un elemento ajeno a nada de esto. No combatir a este Gobierno, ya sea por incomparecencia o acudiendo a su vera bajo pretexto de utilidad, (¿para quién?) argumento ahora copiado por Rufián, hace ganador a Sánchez al dejar que sus falsos mensajes sean interiorizados por la opinión pública.

El video de Narcos, aunque difundido por Podemos y ahora criticado levemente por Ábalos, forma parte de la estrategia de La Moncloa. Defender con rotundidad la Corona y fingir un giro al centro son otras piezas necesarias dentro de la misma hoja de ruta conjunta.

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