El fallecimiento del lehendakari José Antonio Ardanza (1941–2024), en plena campaña electoral vasca del 21 de abril, nos obliga necesariamente a mirar hacia atrás. Hombre nacionalista desde su juventud, fue alcalde de Mondragón tras las primeras elecciones municipales democráticas en 1979. Luego, alcanzó en 1983 el cargo de diputado general de Guipúzcoa (presidente de la Diputación).
Con motivo de la dimisión del integrista presidente del Gobierno Vasco, Carlos Garaikoetxea, en enero de 1985 fue elegido Lendakari en el País Vasco. Eran los tiempos que presagiaban la escisión del PNV, entre los seguidores de Garaikoetxea y el PNV. Así sucedió ya en el año 1986, lo que condujo a una convocatoria anticipada de elecciones autonómicas, que tuvieron lugar en otoño de 1986. Elecciones que ganó en escaños el PSE dirigido por Txiki Benegas (19 escaños, frente a 17 del PNV y 13 de EA, el partido creado por Garaikoetxea). La inviabilidad para el PSE de formar una mayoría parlamentaria, condujo al primer gobierno de coalición PNV–PSOE desde la guerra civil, que lideró el lehendakari Ardanza, formando como vicepresidente el socialista Ramón Jáuregui.
Cerca de 200.000 personas abandonaron esa comunidad, desde el inicio de la Transición, huyendo del terrorismo, con las consecuencias de una progresiva desindustrialización a la que se agrega hoy un patente envejecimiento de la sociedad vasca
Se inició así una fecunda etapa de gobiernos de coalición entre nacionalistas y socialistas. En ese primer gobierno, se distribuyeron equitativamente las consejerías, quedando en manos del PSOE las de carácter social (educación, sanidad, etc.), y en manos del PNV las de mayor contenido político (interior, hacienda, etc.). Todo ello con el fondo insoportable de la acción terrorista de la banda ETA. Fueron 333 asesinatos perpetrados por la banda ETA los que se produjeron a lo largo del mandato de Ardanza, entre 1985 y 1999. Una cifra estremecedora que tambaleó la estructura de la sociedad vasca, se mirara hacia dónde se mirara, incluso a ningún sitio, encaminándola hacia un declive que hoy salta a la vista. Cerca de 200.000 personas abandonaron esa comunidad, desde el inicio de la Transición, huyendo del terrorismo, con las consecuencias de una progresiva desindustrialización a la que se agrega hoy un patente envejecimiento de la sociedad vasca. Un simple dato: en San Sebastián, por cada menor de 16 años hay más de dos donostiarras mayores de 64 años. Y el talento formado por la gente joven se sigue en buena medida marchando, sin que el País Vasco sea capaz de atraer talento joven de fuera de esa comunidad.
Ardanza, hombre bondadoso, tenía la convicción de que el País Vasco era un territorio plural, al que todos pertenecían, que requería del pacto entre diferentes, y para el cual el terrorismo era un cáncer que amenazaba el futuro de aquella región. Lo dijo con palabras netas, prácticamente no escuchadas de ningún dirigente nacionalista desde el inicio de la Transición: “Lo que nos separa de ETA no son sólo los medios, sino también los fines”. Fue el origen del pacto de Ajuria Enea de enero de 1988, en el que confluyeron todas las fuerzas democráticas vascas, a excepción naturalmente de Herri Batasuna, aliados políticos del terrorismo asesino.
Fueron los años de desarrollo del autogobierno, sustancialmente con la creación de Osakidetza –Servicio Vasco de Salud–, impulsado por el Consejero de Sanidad socialista José Manuel Freire. También el tiempo en que ejerció como consejero de interior Juan María Atutxa, declarado enemigo del terrorismo.
El ominoso pacto de Estella
La biografía de Ardanza tiene los inevitables claroscuros de un hombre público asomado al horror del terrorismo, con un largo período de gobierno. Si tras julio de 1997, con motivo del asesinato de Miguel Ángel Blanco, se produjo una movilización histórica del pueblo vasco contra el terrorismo, es lo cierto que, pocos meses después, ya en 1998, el PNV cocinó con la propia banda terrorista ETA el ominoso pacto de Estella. Ardanza no era ajeno a esa pesadilla.
A Ardanza el EBB (la dirección) del PNV, lo quitó como candidato en las elecciones de otoño de 1998, poniendo en su lugar a un redomado integrista, Juan José Ibarretxe. Antes, en junio de 1988, el líder del PSE, Nicolás Redondo, provocó la ruptura con el nacionalismo vasco en aquel gobierno de coalición, cuando el pacto de Estella estaba próximo a hacerse realidad.
Hoy, a poco más de una semana para la celebración de las elecciones autonómicas del 21 de abril, el debate se centra en la desmemoria, casi en la amnesia, de lo que sucedió en el País Vasco durante más de cuarenta años de violencia terrorista. Será difícil escuchar a ningún candidato alternativas reales a los problemas de la comunidad vasca. Si ante cualquier elección, la primera pregunta que se debe hacer a un candidato es ¿usted de dónde viene?, ¿cuáles son sus antecedentes políticos?, esa es la pregunta que precisamente no se hace en estas elecciones al candidato de Bildu, albacea político de aquel tiempo de horror y destrucción. Quizá el acto más significativo de Bildu en esta campaña ocurrió en Andoain (Guipúzcoa), celebrado a escasos metros del lugar en el que fue asesinado el periodista José Luis López de la Calle; acto que concluyó con una salutación a los presos (terroristas, se entiende), entre los cuales está el propio asesino de López de la Calle.
Seis años de blanqueamiento de Bildu, de su normalización política por parte del gobierno del Sr. Sánchez, de trato preferente con ellos, han provocado una situación de amnesia en el País Vasco
Y no está de más recordar que hace tan solo un año, en vísperas de las elecciones municipales de 28 de mayo, la misma Bildu presentó en sus listas a 44 personas condenadas por terrorismo, siete de ellas directamente por asesinatos. Es insólito asistir a tamaña labor de anestesia. Seis años de blanqueamiento de Bildu, de su normalización política por parte del gobierno del Sr. Sánchez, de trato preferente con ellos, han provocado una situación de amnesia en el País Vasco. Y como bien dice Nicolás Redondo en su imprescindible obra No me resigno, en cuanto a Bildu “No les debemos nada. Es al contrario, nos deben muchas vidas y mucho sufrimiento. No haré nada para que sean expulsados de las instituciones, pero tampoco haré nada para que se sientan cómodos en ellas, y menos aún ayudaré a situarlos en posiciones políticas de privilegio”.
Blanquearlos, como ha hecho el Sr. Sánchez en el último sexenio, la última vez entregándoles de forma indigna la alcaldía de Pamplona, es letal para los demócratas. El pueblo vasco tiene una cita con su historia más reciente. Una cita estremecedora, pero sabemos que es ineludible, que pasar páginas sin haberlas leído –u olvidándolas– es sencillamente una condena para el futuro. Pues lo único certero es que el pueblo que renuncia a su memoria, que renuncia a pedir cuentas con un pasado tan terrible, es un pueblo con una grave atrofia moral; y con un discutible futuro.
Descansa en paz, Lendakari Ardanza.
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No sé qué acuerdo (y para gobernar nada menos, con reparto de carteras) podía haber entre una formación de ultraderecha (el aranista PNV) y de izquierda extrema (la banda socialista), a no ser que fuera su desprecio común a la nación española. Pero este acuerdo ya se llevó en los años 1980… Y de esos polvos, estos lidos. Luego, el PNV se cobraría muy caro el apoyo al PP de Aznar. ¿No fue el mismo Arzallus, el siniestro recogenueces de la banda terrorista vasca, el que se jactó públicamente de haber logrado más en un año de Aznar que en 13 del no menos siniestro y corrupto González? Es el PNV lejos de agradecer nada, mostró su « generosidad » en la moción (en realidad, un golpe de estado legal, sin pegar un tiro, como le gusta tanto a los « progresistas ») de junio de 2018, tras conseguir 500 millones de euros (tras haber logrado el compromiso de otros 1000 millones a principios de ese año) por aprobar unos PGE de los que se sirvió durante dos años al menos El Egócrata plagiador de la Moncloa (otro recogenueces) que nos desgobierna ahora. Y el Pacto de Ajuria Enea no sirvió de nada (si es que hizo algo) para combatir a la banda terrorista vasca. Sólo la política desarrollada por el segundo gobierno de Aznar (cuando ya no dependía en el Congreso del apoyo de nacionalistas racistas como el PNV, BNG y CiU, ni de la izquierda extrema de esta banda socialista, ni menos aún la extrema izquierda de los comunistas), permitió arrinconar hasta su neutralización al terrorismo.
En el País Vasco ha habido un abandono suicida por parte del estado pilotado por PSOE y PP. Un ejemplo está en este propio artículo, el PSE ganó en escaños en 1986 pero cedió la presidencia al PNV sin problema.
Yo me enfrenté en la calle con gente de HB y Jarrai en aquella época. La gente me susurraba “calla, déjalos”. Había mucho miedo y eso que hablo de Bilbao, no me imagino en Hernani o Azpeitia. Si tú abandonas a la gente no les puedes pedir que sean héroes. La mayoría tan solo quiere vivir en paz y sacar adelante a su familia.
Por otra parte, veo que el nacionalismo vasco también ha penetrado con fuerza en el resto de España. Mucha gente parece identificar vasco con nacionalista vasco o con la idea de vasco creada por el nacionalismo.
La gente vota nacionalista porque “consiguen cosas” y en eso la responsabilidad es de todo el sistema político que emana de la constitución del 78 y del entreguismo de los partidos nacionales a cambio de sentarse en la Moncloa. Sánchez es simplemente la consecuencia última de esta inercia que terminará cuando ya no quede nada que entregar.
A los nacionalismos y separatismos varios hay que hacerlos irrelevantes y no asumir sus postulados como si fueran los del “pueblo vasco” o el “pueblo catalán”. Exactamente lo contrario de lo que se hace y se ha venido haciendo durante los últimos 40 años.
Asi es
Vamos hacia otro 1898 con los mismos traidores de la clase política (aunque de otro signo) que llevaron al primero.
Tan cierto es lo que usted dice Sr. Múgica como que el Pueblo Vasco siempre estuvo con la ETA. La única diferencia era entre los que estaban a favor del "tiro en la nuca" y los que les parecía exagerado y que el destierro era suficiente.
La ETA, estuvo y está, y la ETA manda. Es ABSOLUTAMENTE imposible que existieran sin la complicidad del Pueblo Vasco y del PNV. Nunca tuvieron tanto poder como ahora, no tienen adversario. Incluso el Presidente. Sr. Sánchez apoya y blanquea a la ETA.
Si España fuera un estado fuerte, con una democracia rancia, ya habría echado de la Nación, al golpista y criminal Sánchez y a todos y cada unos de los "amables" habitantes de Heuskal Herria.
Una fecunda etapa de colaboración la de Ardanza y los socialistas, dice el articulista, a la vez que ETA seguía asesinando, el terror seguía asentado en las Vascongadas y decenas de vascos se exiliaban. Y mientras se cocinaba el pacto de Estella con los terroristas, excluyendo a las fuerzas no nazionalistas. En fin...
Sobre el comentario anterior:
El problema no son los vascos. El problema es el nazionalismo. El nazionalismo regional que se da en España es tribal, racista, egoísta, insolidario, y por supuesto falso en sus fundamentos. Es un cáncer que corroe, envilece y pudre las sociedades y las gentes. Lo mismo pasa en Cataluña, en Navarra y en cualquier lugar donde se asienta.
Al nazionalismo hay que combatirlo de frente, en sus raíces, en sus fundamentos y en sus comportamientos. No normalizarlo, como si fuera una fuerza legítima y democrática, como se hace en España.
Al decir combatirlo de frente quiero decir ilegalizarlo o excluirlo de las instituciones si no reconoce los fundamentos de la Constitución o desobedece las leyes y protocolos, como viene haciendo. Quiero decir cambiar la Ley Electoral, recentralizar competencias que no debieran darse, como la educación y otras, el estudio de España, el español como única lengua obligatoria en España, fuera cupos y cualesquiera privilegios, mercado y legislación común, etc.
Corrección: DECENAS DE MILES DE VASCOS SE EXILIABAN, quería decir, obviamente.
El pueblo vasco es un pueblo infame. Lo demuestran elección tras elección. Podrido desde la raíz. Putrefacta tambien la iglesia vasca. Los que se tuvieron que ir fueron expulsados por los que se quedaron (omito, lógicamente, a los pocos que resisten).
Sinceramente, que se extingan o que se vayan. Pero que nos dejen en paz a los españoles de bien.
¿Y a usted quién le ha otorgado el privilegio de decidir quien es un español de bien y quien no? Habría que ver si de verdad es usted tan puro como pretende aparentar. "Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces".
No se sulfure. Es simplemente una cuestión de números.
El 85% de los vascos vota a jaleadores de asesinos, recogenueces o compañeros de viaje de los anteriores.
No son opiniones, son hechos
@Urente
No, eso no es cierto. Los que van a votar en las autonómicas no son todos los vascos. De hecho, en las últimas generales el partido más votado fue el PSOE. Eso sí son datos.
"El 85% de los vascos vota..." es una simplificación torticera. El partido que siempre gana las elecciones en el País Vasco es la abstención. En las últimas autonómicas un 49,2%
Perdona, Sánchez está en la Moncloa con la complicidad suicida de Feijoo (con lo que se jugaba España, se negó a tomarse en serio las elecciones del 23-J, y a quien tendió la mano fue al P$OE y no a Vox) y el voto de un millón de madrileños, de identica cifra de andaluces (votaron más a Sánchez que a Espadas, el candidato socialista en las últimas autonómicas!), por no hablar de extremeños, canarios (CC votó a favor de su investidura!)