Opinión

EL DARDO DE ARRANZ

Miguel Ángel Oliver a EFE, ¿alguna muestra más de que Sánchez es un autócrata?

El periodista Miguel Ángel Oliver
El periodista Miguel Ángel Oliver presidirá EFE

Quien quiera entender, que entienda, pero una de las primeras consignas mediáticas que ha transmitido Moncloa tras la investidura de Pedro Sánchez ha sido la de pedir a Beatriz Corredor -presidenta de Red Eléctrica Española- que retire cualquier campaña de publicidad institucional de una serie de medios de comunicación cuya línea editorial es hostil con el Gobierno. La exministra de Vivienda no encabeza esa empresa pública por ser especialista en energía. Es afiliada del PSOE desde los 35 años, formó parte del Ejecutivo de Rodríguez Zapatero y está en esa posición para cumplir órdenes. Faltaría más.

Pedro Sánchez y los suyos van a por todas en esta legislatura. Su apetito es voraz y sus escrúpulos, menores que nunca. Estuvieron a punto de perder el Gobierno y no quieren correr el mismo riesgo en lo sucesivo, así que... ¡a por ellos! El presidente ilustra sobre su malestar en su nuevo libro. Dice que la pluralidad mediática le ha perjudicado, dado que le ha enfrentado a críticas excesivas y a noticias falsas constantes. ¿Cuál es el remedio contra esa injusticia? Inundar de dinero público a quienes le cantan las alabanzas y secar a quienes no lo hacen. Los fondos salen del mismo sitio: del bolsillo de todos los españoles. Ahora bien, sólo servirán para inflar a los aliados. Al resto no les corresponde nada.

Así que uno de los primeros movimientos que ha realizado Moncloa ha sido el de retirar los anuncios de Red Eléctrica a los medios enemigos, en algo que incluso en el Ibex 35 tienen ciertos escrúpulos para ejecutar -en muchas ocasiones- por temor a la reprimenda de sus accionistas. Todo vale para estos autócratas de pacotilla. Gozan de más de 11 millones de apoyos y se sienten legitimados para hacerlo. El Estado es suyo. ¿Miguel Ángel Oliver como nuevo presidente de EFE? Que alguien me lo impida.

Pedro Sánchez y su berrea

El exsecretario de Estado de Comunicación reúne todas las cualidades que se desaconsejan para ejercer el ordeno y mando. Tiende al desatino; y es impulsivo y mal-encarado, como saben los periodistas que le sufrieron en Moncloa. Para el recuerdo quedará el día en que decapitó a Fernando Garea como director de operaciones de EFE en un restaurante Rodilla porque no había sido sensible con los intereses del Gobierno. O ese acto pre-navideño de KPMG en el que criticó la “tendencia enfermiza” de los periodistas a hacer preguntas y apuntó: "No debe haber un derecho a obtener respuestas". De paso, los menospreció: “Todos son tertulianos”. Después, se tuvo que disculpar.

Oliver también se encargó de gestionar las ruedas de prensa durante el primer Estado de alarma. Hasta los periodistas más lamerones criticaron sus formas. Fue lamentable. Cualquier país que antepusiera los resultados sobre la filiación política apartaría a este tipo de personas de los ámbitos de decisión, pero al expresentador de Informativos Telecinco le acaban de encargar el reto de dirigir una agencia con 1.100 trabajadores que está sumida en la mayor crisis de su historia y que necesita soluciones ágiles. Queda claro lo que valora Pedro Sánchez a la hora de elegir a los directivos de las empresas públicas.

Y espérense: en marzo toca sustituir a cinco consejeros de Radiotelevisión Española, entre otras cosas, porque expira el mandato de los tres del Partido Popular. Que nadie dude sobre la orientación ideológica de los nuevos vocales.

Quien piense que el PSOE S.A sólo está dispuesto a influir en lo público se equivoca. No es casualidad que Javier Moll -amable y dúctil con Moncloa como lo fue y es con Caixa- haya pedido precio a Urbano Cairo por el periódico Expansión, perteneciente a Unidad Editorial, un grupo hostil para Moncloa. Tampoco es fruto del azar que haya corrido por los altos despachos de las televisiones privadas un rumor que afirma que el Gobierno está dispuesto a modificar la normativa vigente para que Radiotelevisión Española pueda entrar en el negocio de la publicidad digital. Es un aviso a navegantes: o controláis a Vicente Vallés, Pablo Motos y Ana Rosa Quintana... o le pego un mordisco a vuestro negocio.

Cuatro años duros

Parece claro que en Moncloa aspiran a que por cada altavoz que emita sonido en el reino salgan voces de alabanza hacia el presidente, como ocurre en la ser de la entregadísima Àngels Barceló, en El País o en tantos y tantos digitales volcados con la causa socialista. Los más experimentados recuerdan aquella segunda fase del aznarismo en la que el bigotudo de ego débil repartió castigos infames entre la prensa enemiga. Corto se va a quedar todo aquello si se compara con lo que viene.

Tiempos sombríos le esperan a este país en los próximos cuatro años, en los que el PSOE avanzará en su objetivo de convertirse en un partido institucional del mismo modo que lo fue el PRI en México o los peronistas en Argentina. Lo del terreno mediático clama al cielo: el tablero está tan inclinado en favor de la izquierda y el reparto de publicidad institucional es tan escandaloso -casi 180 millones en 2023, en el que se han adelantado campañas de 2024- que quien no entra en ese circuito compite en una manifiesta inferioridad de condiciones.

Por si esto fuera poco, en el horizonte ha aparecido una especie de PERTE con muchas decenas de millones que aparentemente se destinará a las empresas con publicaciones digitales de cualquier tipo. ¿Adivinan quién trincará de ahí? Poca duda cabe.

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