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Opinión

Las denuncias falsas no existen

Estamos a pocas semanas de Halloween, así que me van a dejar ustedes que les cuente una historia de terror para ir caldeando el ambiente, y es que hace pocos días pudimos leer la sentencia de un caso tan escandaloso como perturbador. Permítanme ponerles en contexto.

Por el año 2016, medios de comunicación como La Sexta, Telecinco o Antena 3 rellenaban sus noticiarios con el dramático caso de una mujer maltratada que había sido víctima de las peores vejaciones que uno se pueda imaginar. La víctima, entre sollozos, nos contaba de espaldas a la cámara cómo había sido la experiencia más humillante y aterrante de su vida hasta el punto que llegó a orinarse encima. Al parecer su ex-pareja, con una orden de alejamiento vigente y a la espera de juicio, y un cómplice, la abordaron en la puerta de su casa, la maniataron, le taparon los ojos con unos pantys y la metieron en un coche.

Luego la llevaron a un trastero y allí se ensañaron con ella golpeándola en la cara y en el cuerpo y llegaron hasta el punto de echarle pegamento en la vagina, lo que le provocó graves quemaduras en la zona genital. Mientras tanto, los asaltantes le decían que matarían a su hijo menor de edad que la esperaba en casa antes de ser secuestrada. Así estuvieron hasta las 4 de la madrugada. Finalmente la metieron de vuelta en el coche, y no sin antes bromear con dejarla en las vías para que la atropellara un tren, la abandonaron semi-desnuda y maniatada junto a una casa en ruinas. 

Fotograma de La Sexta.

La locutora de los informativos hace énfasis en que aquello era una sentencia de muerte anunciada y que en sólo un año su agresor se saltó entre 5 y 7 veces la orden de alejamiento. También intervino la abogada de la víctima que nos explicó cómo las amenazas iban a más y que al ver en peligro la vida del niño decidieron denunciar. Sin embargo, un juez poco instruido en perspectiva de género creyó la versión del maltratador, que aseguraba que le habían usurpado la identidad y lo dejó en libertad. Sólo tardó unas horas en secuestrarla. La víctima, entre lágrimas, nos decía que eso sólo se acabaría “cuando él me mate”.

El sentido de este de este desgarrador relato era bastante claro, desde La Sexta esperaban que tamaño energúmeno, esta vez sí, pasase la espera hasta el juicio en prisión. Pero fue Antena 3 quien se atrevió a publicar las fotos del agresor, un tal Iván Rico, junto a tan estremecedora pieza informativa. Su condición de presunto fue suspendida en el gigante de Atresmedia dada la escabrosa gravedad de semejante caso. Aquel miserable se merecía lo que le pasase.

Imagen del supuesto maltratador de Vanesa Gesto, Iván Rico.

Diez años de prisión por diez denuncias falsas

Cuatro años después sabemos, sin embargo, que las denuncias eran falsas y que Vanesa Gesto -la no víctima- ha sido condenada a diez años de prisión por la Audiencia Provincial de León por simular distintos delitos de agresiones, incluyendo el famoso pegamento en la vagina. Hay que reconocer que la señora, por lo menos, le echaba imaginación. 

Al final, como en casi todo, la ficción supera a la realidad y la historia de terror no es el cuento de fantasía que Vanesa se había inventado, sino el calvario judicial al que sometió a su víctima, Iván Rico, con la complicidad de nuestras instituciones y medios de comunicación. Y lo hizo instrumentalizando un relato que, según nuestras más altas autoridades políticas, es peligroso poner en duda.

La realidad es que Vanesa le llegó a poner hasta diez denuncias falsas, la del secuestro sólo fue la más elaborada. Resulta que la maltratadora era ella y que sus vecinos declararon que nunca habían tenido noticia de ningún acto de maltrato, insulto, amenaza o agresión por parte de Iván, pero que sin embargo si habían escuchado a la mujer insultar y gritar al supuesto victimario, a quien a través de las paredes escuchaban gritar cosas como “NO ME PEGUES”, “DÉJAME EN PAZ” o “DÉJAME SALIR”.

Resulta que hasta su propio hijo explicó que era su madre la que había amenazado con suicidarse y la que no dejaba ir al supuesto agresor cuando éste quiso romper la relación. Pese a todo decidieron ponerle una orden de alejamiento a él, por si acaso. También resulta que, también por si acaso, se dictó prisión provisional para Iván, que en 2 años pasaría 9 meses entrando y saliendo de la cárcel pese a que todas las pruebas periféricas indicaban que la víctima era él. Resulta que Iván estaba tranquilamente comiendo con su familia cuando escuchó a Vanesa llorar por las televisiones acusándolo del secuestro, las palizas, las amenazas y el pegamento en la vagina.

Resulta que el policía que fue a detenerlo declaró que lo hizo, entre otras cosas, por la presión mediática tras lo que se había dicho en informativos como el de La Sexta, Antena 3 o Telecinco. Resulta que la mujer era conocedora del funcionamiento de nuestra justicia pues cargaba a sus espaldas con un largo historial de denuncias falsas, interpuestas incluso contra algunas de sus exparejas, y que sabía que la detención sería automática. Resulta que nuestros tribunales admitieron que aunque hubiese cierto automatismo con respecto a las detenciones en este tipo de procesos, aquello estaba justificado por las elevadas cifras que reflejaban nuestras estadísticas en relación a los malos tratos. Resulta que de las 10 denuncias falsas que le interpuso la denunciante, ninguna de ellas entrará dentro de los números oficiales ya que de las 9 primeras aún no se habría podido probar su falsedad, y la última sería una simulación de delito y no una denuncia falsa de violencia de género.

Tras la última macroencuesta de violencia contra la mujer cocinada por el Ministerio de Igualdad, Irene Montero apareció diciendo que "es inasumible como país que víctimas no denuncien porque tienen la convicción de que no se les va a creer" y la delegada del Gobierno para la Violencia de Género zanjó con que "las bajas tasas de denuncia nos interpelan a nuestra responsabilidad institucional y social. Resulta letal hablar de denuncias falsas". 

Las consecuencias de este tipo de relatos, y de la burda manipulación detrás de ese 0,01% de denuncias falsas que nos escupen los datos oficiales, son el abandono de las otras víctimas incómodas cuya sola mención ya te augura la ira y el desprecio de nuestras élites culturales, de la administración pública y de un poder judicial cada vez más politizado. Los hombres no sufren, sus políticas son inofensivas, Iván es una quimera. Sigan caminando.

Puedes ver los vídeos de Un Tío Blanco Hetero (Sergio Candanedo) en: https://www.youtube.com/channel/UCW3iqZr2cQFYKdO9Kpa97Yw

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