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Opinión

La mala 'salud' de Íñigo Urkullu

Íñigo Urkullu

Hace hoy justo 20 días deberían haberse celebrado unas apacibles y sencillas elecciones en el País Vasco que, tres meses atrás, se perfilaban como un paseo para el PNV. La poca oposición local a su coalición con el PSOE, con Bildu bastante perdido, Podemos desnortado y el PP descabezado, unido a los ingentes banquetes de competencias e inversiones que se ha cobrado de Rajoy y Sánchez desde hace unos años, auguraban un paso por las urnas en el que las papeletas ‘jeltzales’ serían con mucho las más numerosos. Pero hete aquí han llegado los problemas para el Gabinete de Iñigo Urkullu.

El primero ha sido el desprendimiento el 6 de febrero del vertedero de Zaldibar. Un corrimiento de tierras en un depósito de residuos lleno de presuntas irregularidades sepultó a dos trabajadores y bloqueó la autopista que une Bilbao con San Sebastián. La respuesta soberbia del lehendakari a esta tragedia, unida a una descoordinación absoluta, la puesta en peligro de los equipos de rescate por la presencia inadvertida de amianto en la zona y un choque con su equipo de Salud Pública, que traerá consecuencias posteriores, pusieron esos días en jaque al PNV. Hoy, 80 días después, los cuerpos de los dos trabajadores siguen sepultados y esta tragedia cobrará actualidad de nuevo cuando se acerquen de nuevo las elecciones, previsiblemente en el próximo julio.

Informes sin firma

El choque con el equipo de Salud Pública que, al menos públicamente, nació con la tragedia de Zaldibar ha provocado que la gestión de la crisis de la Covid-19 sea caótica. Ya no solo por los mensajes que lanza el Gobierno vasco y que chocan en varias ocasiones con los del Gobierno central, sino por la falta de expertos al frente del equipo que toma decisiones e informa de la presencia del SARS-CoV-2 en las calles vascas. Por increíble que parezca, en el área de Salud comandada por el PNV, concretamente por la consejera Nekane Murga, los informes diarios sobre la evolución de la enfermedad no llevan la firma ni el respaldo del equipo de profesionales de la Consejería. Ni los que se difunden públicamente ni los que se envían al Ministerio de Sanidad para el macabro y caótico recuento de afectados y víctimas. Este equipo de técnicos vive prácticamente ajeno a la crisis, según ha destapado El Correo.

Según la noticia que ha revelado este escándalo, los informes los redacta alguien que carece de los mínimos conocimientos en Salud Pública y están plagados de errores

Entonces, ¿quién realiza y envía estos datos cruciales para conocer el estado y la evolución de la pandemia? Un asesor puesto a dedo. Y claro, vaya sorpresa, los errores en la transmisión de esa información vital no han tardado en aparecer. De hecho, según la noticia que ha revelado este escándalo, los informes los redacta alguien que no tiene conocimientos en Salud Pública y están plagados de errores. En el resto de autonomías, el encargado de enviar los datos es un técnico en epidemiología o la dirección de Salud Pública.

La ausencia del área de Salud Pública se extiende a prácticamente todas las decisiones que toma el Gobierno de Urkullu. Ni siquiera ha sido consultada para el plan de vuelta a la normalidad. Pero es que hay más. Osakidetza, el servicio de salud vasco, tiene un Consejo Asesor de Enfermedades Infecciosas. A simple vista podría parecer que en una pandemia como la Covid-19 tendrían algo que decir… pero la última vez que se reunió el Consejo como tal fue el 24 de enero. El Gobierno vasco alega que desde entonces, esos profesionales se han reunido en otros grupos de trabajo distintos y que están en la cúspide de la toma de decisiones. Pero sin dar más detalles. Cosas de la falta de transparencia.

Urkullu se mostraba en contra de encerrar a la ciudadanía en casa para frenar la pandemia. Por suerte, no se le hizo caso

Es justo reconocer que la pandemia en el País Vasco ya está en fase de remisión. Antes de ayer fue el primer día sin ingresos en la UCI y el número de víctimas y contagios, a pesar de los dientes de sierra, está en claro descenso. Pero no tanto por la gestión del gobierno autonómico, que por supuesto ha hecho cosas bien y su sanidad respondió al primer y brutal estallido de la pandemia en Vitoria, sino por el confinamiento al que está sometida toda la población. No hay que olvidar que, el mismo 14 de marzo, Urkullu se mostraba en contra de encerrar inmediatamente a la ciudadanía en casa para frenar la pandemia. Por suerte, no se le hizo caso.

Filtrar los exámenes

No goza de buena ‘salud’ el Ejecutivo de este lehendakari. Hay que recordar que en este mismo departamento hace un año tuvo que dimitir el anterior consejero, Jon Darpón, por haber filtrado presuntamente el examen de unas oposiciones a Osakidetza. Es más fácil aprobar cuando se conocen las preguntas y tener a los amigos contentos, además, siempre facilita mantener el control de la cosa.

¿Se imaginan que esto hubiera sucedido con otro partido y en otra comunidad? Las críticas se oirían machacona y justamente. Pero aquí existe el llamado ‘oasis vasco’. Y la ventaja del PNV en las previsiones electorales es tan grande que es más que posible que todo esto no le cueste ni medio disgusto. En Euskadi las elecciones son como el fútbol en Europa, un juego que disputan 11 contra 11 y siempre gana Alemania… pues lo mismo, pero con ‘txapela’.

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