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Opinión

Cui prodest, Obrador?

El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador

La polémica abierta por el presidente de México contra España ha tenido debida respuesta por diversos medios y autores. En cuanto a la parte que le toca al Vaticano, doctores tiene, o debería tener, la Iglesia para defenderse, por lo que no entraremos en esa dimensión.

Por una vez, parece que, con la salvedad de los ingenuos/tontos útiles de siempre, se ha reaccionado de forma coordinada y, como en Fuenteovejuna, (casi) todos a una. Se han dado buenas razones históricas y de falta de legitimidad moral de López Obrador para plantear, en pleno siglo XXI, una aparente “banal” petición de disculpas que en realidad obedece a un nuevo intento de resucitar la campaña propagandística contra España. Pero ¿por qué ahora? Y sobre todo ¿a quién beneficia? Cuando se produce un gran magnicidio (en este caso estaríamos ante el intento de atentar contra una nación) para tratar de buscar su causa cierta, en medio de hojarasca informativa, suele preguntarse ¿Cui prodest?; expresión debida al “hispano” Séneca cuando escribió Medea (“Cui prodest scelus, is fecit”) mientras servía al emperador romano “opresor” de su pueblo. ¿A quién beneficia esta polémica? A España no, ciertamente, pero tampoco a los propios mexicanos.

La leyenda negra hispanófoba aparece históricamente por varios motivos: nace para evitar que España se convirtiera en monarquía universal y dominara el mundo (quién nos ha visto y quién nos ve); continúa para ocultar y desviar las leyendas negras (estas sí ciertas) de los demás; se resucita en caso de conflicto directo o indirecto con España (e.g, Cuba y Filipinas); y reaparece cada vez que España amenaza con progresar y volver a unirse, aunque sea tímidamente, a las grandes potencias europeas. Últimamente se utiliza también para atacar a España como vía indirecta para debilitar a Europa.

La leyenda negra hispanófoba reaparece cada vez que España amenaza con progresar y volver a unirse, aunque sea tímidamente, a las grandes potencias europeas

En esta curiosa polémica aparecen la mayoría de esas causas. Nace del interés de López Obrador en tapar sus propias vergüenzas/leyendas negras, desviando la atención sobre su fracaso a la hora de responder a las expectativas y promesas que habían acompañado su mandato, incluyendo los propios indígenas. Una fácil manera de evitar que la gente mire a los problemas del presente o a la (falta de) futuro es resucitar/crear heridas del pasado. El segundo elemento viene del interés de los Estados Unidos, cuyos medios han servido de gran altavoz a la polémica, en resucitar la leyenda negra hispanófoba para encontrar un chivo expiatorio al que echar la culpa del exterminio (este sí cierto) de los pueblos indígenas del norte, una estrategia que se aprecia con la retirada/destrucción de estatuas de Colón o Fray Junípero Serra. Y sin embargo, en México hoy el 60% de su población es mestiza y el 30% indígena (la suma da un 90%); en EEUU la población indígena representa menos del 2%; el matrimonio mixto estuvo prohibido hasta 1967 (y solo se liberó gracias a Luther King), y los indios hoy siguen viviendo en reservas. Esto conecta a su vez con el tercer elemento: el interés de la antigua metrópoli británica por desviar la atención sobre las peticiones de disculpas dirigidas por la actuación del Imperio Británico, calificadas allí de simple “locura”.

En todo caso, sorprende (o no) que cuando la mayor amenaza es el muro de Trump, o la persecución del español en los EEUU, y por tanto de los hispanos que lo hablan, la gran respuesta del presidente mexicano sea llevar la atención a lo que pasó (o no) hace 500 años.

Cuarto elemento

El cuarto elemento (en la política como en la vida las casualidades no existen o son pocas) es su “coincidencia” con el juicio en el Tribunal Supremo a los responsables del golpe del 1 de octubre. López Obrador es uno de los mayores valedores de Nicolás Maduro y éste uno de los mayores aliados del secesionismo catalán. Dos y dos en política siguen siendo cuatro, y ahora además la Generalitat vuelve a contar con financiación sin control para promocionar el relato secesionista en el mundo, es decir el relato hispanófobo. Si los españoles (aunque también hubiera catalanes entre ellos) fueron muy crueles hace 500 años, resulta más fácil vender globalmente que lo siguen siendo hoy, y por tanto equiparar las cargas policiales del 1 de octubre contra indefensos ciudadanos, con la actuación de Cortés y sus hombres frente a los “pobres” aztecas. Evidentemente en uno y otro caso hay que ocultar que las verdaderas víctimas fueron los catalanes no-nacionalistas maltratados por las hordas separatistas y las tribus mexicanas sometidas por los aztecas.

A la pregunta de si competir con el bloque anglo-norteamericano es una utopía extravagante, debemos añadir esta otra: ¿A quién sirve en realidad López Obrador?

Y ¿a quién perjudica? Por supuesto a los españoles y a la marca España, que de nuevo se ve cuestionada en la picota internacional injustamente. Pero también a los propios mexicanos que en vez de resolver sus problemas de hoy permiten que su gobierno desvíe la atención a los supuestos agravios de hace 500 años. De forma particular, a los mexicanos (y al resto de hispanos) que viven en Estados Unidos pues, lo adviertan o no, con ello se ofrece nuevos argumentos (falsos) a los que sostienen que solo los WASP (White Anglo Saxon Protestans) tienen derecho a ser norteamericanos de “pedigrí”, mientras los hispanos (que en realidad llegaron antes) procederían de un origen bárbaro y por tanto inferior.

Deberían preguntarse a este respecto por qué los “colonos” (término no por casualidad más “light” que “conquistadores”, reservado a los españoles) de los EEUU no se dedican a criticar a sus antiguos antepasados británicos, y por qué, desde poco después de su guerra de independencia, forjaron con uñas y dientes una alianza de “intereses comunes” en el mundo. La excusa no es que en este caso la excolonia sea más próspera que la antigua metrópoli. México (y toda la América hispana) era mucho más próspera que España cuando se independizó. Humboldt describe a la ciudad de México a principios del siglo XIX como una de las más prósperas del mundo en todos los sentidos (era el polo comercial que unía Asia- América-Europa) y donde ¡¡¡no había corrupción!!! ¿Qué ha pasado en estos siglos para que pierda esa posición de privilegio? Esta es la verdadera cuestión que no se puede hacer porque quedarían señaladas las élites criollas que encabezaron la revuelta, sus errores y horrores, así como la posible intervención interesada del vecino del norte para tener un patio trasero dócil a sus intereses ¿Por qué San Martín no pudo construir la Gran Colombia? ¿Por qué no se mantuvo la organización y estructura del Virreinato de Nueva España?

Claro que responder a estas preguntas exigiría que “todos” hicieran autocrítica, y eso al parecer no interesa. Lo único que interesa es hacer todo lo posible para que la comunidad hispana, y potencialmente la lusófona, no despierte de un letargo que dura siglos, siga enfrentada, y no se anime a actuar uniendo fuerzas, mirado al futuro, para competir (por de pronto en el terreno cultural o comercial) con el bloque anglo-norteamericano (y eventualmente el chino). ¿Una mera utopía extravagante? No tanto a juzgar por lo que sostiene el politólogo Álvaro Durántez (Iberofonía y Paniberismo) o el diplomático Martínez Montes (España, una historia global). La pregunta que deberíamos hacernos más bien es ¿a quién sirve en realidad el Sr. López Obrador?

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