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Opinión

La calima trastorna a Sánchez

Con empresas en parada técnica por no poder pagar la luz o falta de material, con los camioneros y agricultores protestando en la cale por la subida del combustible… ¿Tocaba ahora incendiar el Sáhara y Argelia?

Hace exactamente una semana se posó sobre La Moncloa de Pedro Sánchez esa calima desértica que, de cuando en cuando, convierte la Península Ibérica de norte a sur en un Marte rojizo, obliga a lavar los coches a regañadientes y encrespa el carácter a todos menos a los acostumbrados canarios; una suerte de Sáhara en el corazón recordatorio de aquel pasado colonial no tan lejano cuyo legado son las miles de familias que acogen en verano niños de los campamentos de refugiados en Tinduf (Argelia) para alivio de nuestra conciencia de metrópoli incumplidora. La de los que acogen y la de los que no.

Lo que no sospechabamos es que esta vez el polvo silencioso que seca la boca iba a nublar también la mente del presidente y del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, hasta el punto de dejar que el Rey Mohamed VI -sí, el mismo que nos envió a miles de sus niños hace menos de un año a saltar la valla de Ceuta como carne de cañón- se arrogue la capacidad de anunciar al mundo lo que su muy indignado enemigo argelino ya ha calificado como ”la segunda traición de España al Pueblo Saharaui” (sic) después de la de 1975: España ya no apostará en la ONU por celebrar un referéndum de autodeterminación -en el cual deberíamos tener un papel organizador como potencia administradora- sino que la entregará a Marruecos bajo un régimen de autonomía.

¿Y a cambio de qué? Pues a cambio de nada efectivo porque, que Marruecos se comprometa a respetar “la integridad territorial” de España (sic) -eufemismo con el que encubre Ceuta y Melilla, las cuales no cita expresamente- realmente no obliga a nada. Veremos qué hay de lo prometido con el paso del tiempo y si Mohamed VI resiste la tentación de volver a usar la reivindicación de las dos ciudades norteafricanas como cortina de humo en cuanto vuelva a tener algún tipo de problema interno con la opinión pública de su país.

No nos deben extrañar las palabras de Argelia diciéndonos que el emperador (español) va desnudo. Lo que nos debe preocupar es que el Estado que así califica este giro copernicano a beneficio de su histórico enemigo marroquí, nos suministra el 40% del gas con el que nos duchamos y calentamos nuestras casas. Ahora, ojo, toca renegociar precios, y, por mucho que la presidenta de la Comisión, Úrsula Von der Leyen, haya regalado los oídos a Sánchez alabando nuestra capacidad para regasificar gas licuado de buques metaneros como para abastecer a Europa si Vladimir Putin cierra el grifo, luego tendremos que pagar esa subida argelina en nuestra factura particular.

Hasta para “traicionar” en nombre de la realpolitik hay que tener estilo y calcular los riesgos… gasísticos y emocionales en la izquierda. Los franceses son expertos en hacerlo en África sin despeinarse desde hace décadas, España no y así le luce el pelo

Asi que, sin certezas sobre Ceuta y Melilla, puede que Pedro Sánchez haya entregado aquí y ahora el Sáhara a Marruecos a cambio de unos intereses empresariales que está por ver no nos acaben disputando firmas estadounidenses, israelíes, francesas o alemanas. Lo que sí sabemos ya es que va a dejar es una herida emocional difícil de cicatrizar en su propio terreno electoral, la izquierda; también en un PSOE que ha corrido raudo a elaborar un argumentario para que los cargos se justifiquen ante unas bases socialistas prosaharauis, muchas de ellas refugio de niños del desierto en nuestros plácidos veranos de playa o piscina.

Y todo ello justo en pleno incendio de la calle por la protesta de los camioneros y los agricultores tras el desorbitado aumento del precio de los combustibles causado por la guerra de Ucrania y con máxima preocupación por un posible desabastecimiento en los supermercados; es decir, cuando más apoyo necesita Sánchez de la izquierda, de toda ell, que el centro y la derecha parecen perdidos para la causa. Vamos, la tormenta perfecta para un gobierno de coalición que el fin de semana pasado parecía noqueado desde dentro (Podemos) y desde fuera (del PP al llamado bloque de investidura) ante lo que parecía y sigue pareciendo días despues, una temeridad diplomática.

Lo cual me lleva a una primera conclusión: hasta para “traicionar” en nombre de la realpolitik -no soy especialista en política exterior y no sé si el cambio de postura acabará siendo bueno para los “intereses” de España- hay que tener estilo y calcular los riesgos… gasísticos y emocionales. Los franceses son expertos en hacerlo en África sin despeinarse, pero nosotros no y así nos luce el pelo.

Tres ruedas de prensa, tres, ha tenido Pedro Sánchez desde el viernes para hablar del cambio de postura de España respecto al Sahara a preguntas de los periodistas y no ha querido… por algo será

Albares dijo al inicio de la crisis, el mismo viernes, que Argelia había sido informada previamente de los movimientos, pero luego, cuando ha visto que ese país lo niega, rehusa confirmarlo. Además, Pedro Sánchez, de gira por Europa se ha negado a hablar del asunto a preguntas de los periodistas españoles hasta en tres ruedas de prensa, tres, como en los carteles taurinos… Solo por esto, por las incomprensibles dudas y silencios del dúo que dirige nuestra política exterior empiezo a tener claro conforme pasan los días que ahora no tocaba lo del Sáhara. Y menos así.

Es más, estoy convencido de que Sánchez & Albares no esperaban que Mohamed VI les arrebatara la iniciativa desvelando el viernes la ya famosa carta en la que el jefe del Ejecutivo español toma partido por un Sáhara autónomo bajo soberanía marroquí como "la base más seria, creíble y realista para la resolución de esta disputa". Todavía no sabemos la fecha de la misiva, pero que España entera -incluidos Yolanda Díaz y Podemos, con los cuales el que gobierna en coalición, y el posible sucesor de Sánchez en La Moncloa, Alberto Núñez Feijóo- se enterara por la prensa explica lo sucedido a continuación.

Que el portavoz del PSOE, Felipe Sicilia, argumentara este lunes que el presidente Sánchez no tenía obligación de informar previamente ni a Díaz ni a Feijóo revela una alarmante pérdida del sentido de realidad político y dice mucho de los nervios que atenazan estos días La Moncloa.

Se han dado cuenta, a postriori, de que esto no iba solo de intereses empresariales; de que el eslogan Sáhara en el corazón no solo sirve y ha servido para que Javier Bardem y otros actores y gentes del mundo de la cultura vayan a Tinduf a hacerse la foto; sirve y ha servido, sobre todo, para que miles de niños saharauis vengan a España en verano -4.286 solo en 2019- a escapar del abrasador sol del desierto y para que las familias, muchas de ellas con carné socialista, estrechen lazos con la causa de la autodeterminación… haya escrito lo que haya escrito el presidente Sánchez a Mohamed VI en su carta.

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