Quantcast

Opinión

Pero INE, ¿qué ha pasado?

Lo más desconcertante: la publicación de las previsiones de crecimiento por la vicepresidenta Calviño dos días antes de la revisión y cuyo contenido debía necesariamente conocer

Nadia Calviño, durante la presentación del Plan de Recuperación remitido a Bruselas, que incluye reformas y subidas de impuestos.
La vicepresidenta económica, Nadia Calviño.

El Instituto Nacional de Estadística (INE) publicó el pasado jueves su revisión del dato adelantado de crecimiento intertrimestral para el segundo trimestre de 2021 generando con ello un terremoto. Dicha revisión, de -1,7 puntos, era no solo excepcional sino, sobre todo, muy sorprendente.

La primera reacción fue tratar de entender lo ocurrido. ¿Qué información había llegado desde julio, si es que era así, para generar tal ajuste? ¿Tan desacertada fue la estimación original como para merecer tal revisión? ¿Por qué razón, solo dos días antes de la publicación de la revisión, la ministra Calviño explicaba sus previsiones de crecimiento para 2021 y 2022 si tuvo que haber sido consciente que dicha revisión tiraría por la borda todo su cuadro macroeconómico? Muchas preguntas que merecen respuestas para seguir confiando en la que es, para mí, y aún hoy, una de las oficinas de servicio público que mayor respeto merece por parte de los españoles.

Antes de seguir es necesario que entendamos de dónde viene, técnicamente, los datos publicados por el INE la semana pasada.

La medición del crecimiento de cualquier economía se basa en la magnitud de referencia que es el PIB. Su cálculo se realiza cada año por la operación estadística llamada Contabilidad Nacional Anual, síntesis estadística y numérica de una enorme cantidad de información basada tanto en encuestas como en registros diversos, la mayoría administrativos.

La obtención de las cifras publicadas por esta contabilidad no es sencilla y tarda en realizarse. Sin embargo, los ejecutivos y los bancos centrales deben tomar decisiones de política económica basadas en la información más reciente posible. Para evitar el retraso inherente al cálculo de la contabilidad anual, se recurre a la llamada contabilidad trimestral y que se fundamenta en procesos de estimación, en buena parte, muy diferentes a la anual.

Indicadores de coyuntura

De forma sucinta, el cálculo trimestral se deriva del uso de la información contenida en indicadores de coyuntura (publicados con frecuencia mensual o trimestral). Lo que se hace es establecer una relación a largo y corto plazo entre la serie anual del PIB y dichos indicadores de tal manera que, si esa relación se demuestra estrecha, se asume que lo que es verdad para un año lo es para un trimestre. Lo fundamental es, pues, buscar una batería óptima de indicadores y un modelo. A partir de ahí, se procede a estimar.

Los modelos de contabilidad trimestral hacen dos cosas diferentes. En primer lugar, para los años "cerrados" por la contabilidad anual, se distribuye el PIB de cada ejercicio entre sus cuatro trimestres respectivos. La restricción de la estimación es que la suma de esos valores trimestrales debe coincidir con el dato anual. ¿Y para los años sin cifra anual aun disponible? En esos casos se "proyecta" la información de los indicadores siguiendo el modelo diseñado.

Esta metodología asume dos fuentes de posibles errores. El primero de ellos, obviamente, nace de la propia naturaleza de la estimación. Por ello, cuando ya se dispone del dato calculado por la contabilidad anual, la sustitución de lo estimado originalmente por la contabilidad trimestral provoca una necesaria revisión del "pasado". Esta revisión afectará, no obstante, a toda la serie estimada disponible desde dicho año revisado, incluido el último dato disponible de la trimestral.

En los casos en los que no hay indicador disponible se usan modelos de series temporales para "rellenar" esos huecos

En segundo lugar, el PIB adelantado se publica cuando aún no están completas las series de los indicadores usados para proyectar la serie. Por ejemplo, en este caso, el INE ha señalado en su nota de prensa la llegada de nueva información como una de las causantes de la revisión de la semana pasada. En los casos donde no hay indicador disponible se usan modelos de series temporales para "rellenar" esos huecos. Si por algo extraño, o no esperado, el indicador revela que el dato real es muy diferente al estimado (una sorpresa mayúscula), la estimación adelantada se modifica de forma sensible.

Sabido esto, toca hacerse preguntas, algunas ya adelantadas. En primer lugar, nunca la llegada de información "fresca" de indicadores provocó ajustes de tal magnitud salvo en los meses más crudos de la pandemia, algo ya superado. El INE, en su nota, señalaba dos de ellos. Pero tuvo que ser algo más. Por mucho que el IVA pese, la magnitud del cambio debe beber de más información. Los modelos trimestrales aglomeran una miríada de indicadores que hacen de su resultado la suma de muchas y pequeñas aportaciones. La explicación razonable sería que no pocos indicadores hubieran errado (por exceso) en el avance de julio o que en la revisión de los datos anuales haya habido errores importantes para 2019 y 2020. Esta última posibilidad no parece ser el caso, pues de momento tenemos el mismo dato que el publicado ya en marzo (-10,8 %). Se agradecería una nota técnica del INE explicando la repercusión de los cambios lo más detallada posible.

En segundo lugar, como he explicado, el PIB se muestra en un cuadro macroeconómico que debe cuadrar. Por el lado de la demanda son las importaciones y las inversiones las que deprimen el dato, mientras que de la oferta son todos los sectores los que tienen mal comportamiento salvo los servicios. Pero incluso en este, la rúbrica que engloba al comercio, el transporte y la hostelería muestra una caída del -0,4 %. Aunque los indicadores de coyuntura muestran comportamientos heterogéneos, en general lo que observamos de ellos es una tendencia a la recuperación sólida durante esos meses. ¿Cómo es posible que las estimaciones se hayan "dislocado" respecto a la información basada en los mismos?

Es cierto que han aparecido elementos que introducen ruido entre la aproximación del PIB a través de los datos de empleo. Pero aún así es muy complicado entender algunas rúbricas publicadas

Por último, y más relevante, el cuadro macroeconómico no cuadra con la información que diversos indicadores del mercado laboral nos enseñan, como es la EPA. Es cierto que han aparecido elementos que introducen ruido entre la aproximación del PIB a través de los datos de empleo. Pero aún así es muy complicado entender algunas rúbricas publicadas.

Muchas cuestiones. A ellas súmenle la publicación de las previsiones de crecimiento por la vicepresidenta Calviño solo dos días antes de la revisión, y cuyo contenido debía necesariamente conocer. Previsión que, por cierto, ¿deberá ser avalada de nuevo por la Airef para los presupuestos? Así, por todas estas y muchas más cuestiones debemos pensar que lo perdido en la revisión se recuperará en el tercer trimestre ya que, como he dicho, muchos indicadores muestran una recuperación que en su conjunto es sólida. Estaremos muy atentos. ¿Quién dijo que el análisis de coyuntura no es interesante?

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.