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Opinión

El independentismo se fatiga: pichazo en la romería a Bruselas y el concierto por los presos

El expresidente de la Generalitat Carles Puigdemont (PDeCAT) y el exvicepresident Oriol Junqueras (ERC)

El independentismo catalán empieza a dar signos ostensibles de desaliento. Muestras de fatiga. A pocos días del arranque de la campaña electoral del 21D, hay preocupación entre los dirigentes del secesionismo. El entusiasmo de antes del artículo 155 ha decaído. Hay algunos síntomas evidentes de que el fervor patriótico empieza a aflojar.

El "Concierto de la Libertad", que se celebrara este sábado en el Estadio Olímpico, apenas ha vendido medio aforo, pese a que el precio de las entradas es de diez euros. Los órganos de propaganda del secesionismo se afanan a estas horas en promocionar esta iniciativa cuyos ingresos irán a parar la denominada "caja de solidaridad", cuyo destino se empleará en pagar fianzas de algunos de los ex consejeros y dirigentes de la ANC y Omnium que están ahora en prisión por orden judicial. Ello, en el caso de que el juez Llarena así lo disponga

Las aportaciones de los militantes llegan por cuentagotas. Recoger fondos para Artur Mas, expresident y heredero del pujolismo del 'tres por ciento', es un detalle que la militancia no aplaude. La caja no se llena. De ahí que los movimientos de agitación callejera, como la ANC y Òmnium, promueven diferentes ideas para la colecta. 

Coincidencia con la campaña electoral

Tampoco hay expectativas optimistas de cara a la peregrinación a Bruselas para apoyar a Carles Puigdemont, el expresidente fugado y recluído en la capital belga junto a cuatro de quienes fueron sus consejeros. Los organizadores, de nuevo ACN y Òminum, planeaban fletar once charter y 150 buses. Una romería abrumadora, programada para el 7 de diciembre, en rechazo del 155, justo un día después del comienzo de la campaña electoral. Los vuelos al final serán cinco, de acuerdo con lo que ha trascendido, y los buses no superarán el medio centenar. Bruselas no está cerca y el precio del desplazamiento no resulta barato.

Con los ingresos vigilados desde Hacienda, sin aportaciones ni subvenciones oficiales, estas organizaciones independentistas traviesan momentos complicados para sacar adelante sus proyectos. Durante años ejercieron del motor de la calle. Organizaron Díadas de cientos de miles de personas, fletaban autobuses, montaban transportes, diseñaban estructuras sin precedentes. Todo eso ha cambiado. Ahora el espíritu está más fatigado y los bolsillos empiezan a mostrar síntomas de avitaminosis. 

No debe pensarse, insisten esas fuentes, en que a la hora del voto vaya a producirse una fuga de respaldos que ponga en riesgo una mayoría independentista en el Parlamento catalán. Lo que ya no está tan claro es si ese sólido suelo electoral servirá para redondear una mayoría absoluta, como venía ocurriendo hasta ahora. El desfallecimiento puede alcanzar incluso a la jornada del 21D.

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