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Opinión

La hora de Milei

El presidente argentino Javier Milei. EFE

Pocos candidatos a la presidencia de Argentina han dado tanto que hablar como Javier Milei. La prensa internacional es un clamor. No hay diario o televisión en el mundo que no se haya hecho eco de su victoria en las elecciones del pasado 19 de noviembre. Se ha dicho de todo, le han llamado ultraliberal, anarcocapitalista, ultraderechista, fascista, trumpista, bolsonarista y populista. La prensa no ha ahorrado adjetivos con él. Yo, que conozco la figura de Milei desde hace ya unos años y he ido siguiendo su trayectoria, disfruto con esas hipérboles a las que mis colegas de oficio son tan dados cuando aparece alguien a quien no saben ubicar bien en el espectro ideológico.

Si tuviéramos que clasificarle como algo sería un liberal de los que aspiran a reducir el tamaño del Estado a su mínima expresión, sin renunciar, eso sí, a eliminarlo por completo. Naturalmente, esta última es una posición teórica imposible de aterrizar sobre el mundo real y, mucho menos aún, sobre la Argentina real. Lo que no es Milei es un ultraderechista conservador, ni un fanático religioso como algunas crónicas han contado de él. Pero, en fin, lo que sea es lo de menos porque desde este domingo dejará de ser un simple diputado del Congreso aficionado a la polémica y se convertirá en el presidente de uno de los países más extensos del mundo, el 8º exactamente, justo detrás de la India. Argentina tiene casi tres millones de km2, es decir, el equivalente a media Europa, concretamente a España, Francia, Italia, el Reino Unido, Alemania, Polonia, Grecia, Portugal y Suecia juntos.

Aparte de ser muy extenso, tiene 46 millones de habitantes, la tercera economía de Hispanoamérica y su capital, Buenos Aires, es una de las principales ciudades del mundo. En circunstancias normales y si los argentinos no se hubiesen autosaboteado durante los últimos 70 años, hoy Argentina tendría quizá 100 millones de habitantes y estaría entre los países más prósperos encabezando en renta per cápita el mundo hispanohablante. Pero no es así y se encuentra en una crisis económica permanente, con una inflación del 150% que apunta a transformarse en hiperinflación y todo el que puede se marcha a EE.UU. o a Europa en busca de oportunidades.

A grandes rasgos, la situación desesperada de la mayor parte de argentinos es lo que provocó la victoria de Milei. No es que de pronto 14,5 millones de votantes se hayan hecho liberales, es que lo que prometía el candidato era poner fin a un orden de cosas que les ha llevado hasta aquí. El diagnóstico de la enfermedad argentina no es muy complicado de hacer a poco que uno conozca su historia económica reciente. Lo difícil era convencer a los argentinos de cuál era el origen de sus problemas y ofrecer una alternativa. Ahí ha estado el acierto de Milei. Por razones que se me escapan, él ha conseguido lo que otros intentaron en el pasado sin éxito: explicar a sus paisanos que Argentina se fue al carajo en el momento en el que empezó a esperarlo todo del Estado y nada de la iniciativa privada. El resto vino solo.

Ya no se muestra como un exaltado, sino como un profesor de formas suaves y didácticas que trata de transmitir confianza a los alumnos. No quiere dar pasos en falso y ha optado por la moderación

Si persuadir al electorado fue difícil, más complicado será convertir esas promesas en realidades. Argentina necesita una terapia de shock, pero no todos están dispuestos a soportarla. Esa es la razón por la que se lo está tomando con más calma. A pesar de que uno de sus sobrenombres más populares es de “el loco”, no está actuando como tal. Hasta el volumen de su voz ha bajado decibelios en los programas de televisión en los que participa como presidente electo. Ya no se muestra como un exaltado, sino como un profesor de formas suaves y didácticas que trata de transmitir confianza a los alumnos. No quiere dar pasos en falso y ha optado por la moderación, al menos en lo que a confección de Gabinete se refiere. A Patricia Bullrich, su oponente en la primera vuelta, le ha premiado con un ministerio que ella conoce de cerca, el de Seguridad, del que depende la policía federal y la gendarmería nacional. Para Economía ha elegido a Luis Caputo, que en el mandato de Mauricio Macri fue primero ministro de Finanzas y luego presidente del Banco Central de la República Argentina. A Caputo el plan de dolarización exprés de Milei no le convencía, luego es previsible que ese mismo plan se haya aparcado hasta mejor ocasión. Quizá llegue la dolarización, pero no será algo rápido ni inmediato.

Algo similar le ha sucedido con China. En campaña no escatimaba invectivas contra el régimen de Xi Jinping, el principal importador de soja argentina y un confiable prestamista. Argentina es el tercer mayor receptor de créditos provenientes de bancos estatales chinos en Sudamérica. Según están las cosas, no puede permitirse un conflicto con un socio comercial que mete tantos dólares frescos en la economía, casi 8.000 millones en el año 2021, casi todos a cambio de soja. Argentina exporta más a China que a Brasil o Estados Unidos, que hasta hace unos pocos años eran sus principales socios comerciales.

Con China, como con la dolarización, Milei ha tenido que ser realista. Se encuentra con lo que hay, no con lo que gustaría que hubiese. Empieza a asumir que la transición será más larga de lo que muchos de sus votantes querrían. Pasar de varias décadas de intervencionismo a una economía genuinamente abierta llevará tiempo y mucha paciencia. También se encontrará oposición, mucha más de la que tuvo Macri, a quien los sindicatos le hicieron la vida imposible. Si quiere avanzar en su agenda de recorte de gasto público y privatizaciones se los encontrará en frente. Y no sólo a los sindicatos, que en Argentina tradicionalmente han sido muy poderosos, también a todos aquellos que de una forma u otra se beneficiaban directamente de todo este derroche financiado con inflación.

Tan pronto como saque la tijera (la motosierra parece que se ha olvidado de ella) la calle se llenará de manifestantes, muchos de ellos defendiendo lo suyo, es decir, sus nóminas a cargo del Estado o de empresas públicas ruinosas

Muchos de los que votaron a Milei compraron el resultado, pero no el partido para llegar a él. No son liberales ni entienden demasiado de economía. Están acostumbrados a un Estado niñera y esperan que las promesas de campaña se materialicen rápido y sin mucho sacrificio. Les preocupa que la contrapartida de esas promesas caiga cerca de casa. Pero la situación es la que es. El peso ha perdido el 90% de su valor y la tasa de pobreza se encuentra en máximos. Los argentinos no están de humor para hacer más renuncias de las estrictamente necesarias.

Los sindicatos y la oposición peronista no van a dar tregua, tampoco lo harán los colectivos afectados por las reformas, que serán muchas. Milei tiene pensado reducir el número de ministerios (pasarán de 19 a 8) y privatizar empresas estatales, desde el gigante energético YPF hasta el sistema ferroviario nacional pasando por los medios de comunicación estatales o Aerolíneas Argentinas, que sólo el año pasado perdió 200 millones de dólares que ha tenido que poner el contribuyente. Quiere recortar los subsidios a la energía, al transporte y desmantelar los controles de precios y divisas, medidas que son necesarias, pero que al principio se sustanciarán en un repunte inflacionario. Todas esas reformas coinciden en el tiempo con el vencimiento de varios miles de millones de dólares en títulos de deuda en manos de tenedores extranjeros y del FMI, a quien recurrió el Gobierno de Macri en 2018 para negociar un rescate. Desde entonces Argentina ha agotado sus reservas de divisas y tiene un acceso muy limitado al mercado de deuda.

Los trabajadores públicos temen despidos y congelaciones salariales. Razón tienen en asustarse. Milei lleva años señalando al inmenso e hipertrofiado sector público como uno de los responsables de que la economía argentina no salga del agujero. Tan pronto como saque la tijera (la motosierra parece que se ha olvidado de ella) la calle se llenará de manifestantes, muchos de ellos defendiendo lo suyo, es decir, sus nóminas a cargo del Estado o de empresas públicas ruinosas.

Milei lo sabe y ya ha adelantado que no se dejará presionar por la calle. Cree que los once puntos porcentuales que le sacó de diferencia a Sergio Massa le legitiman para acometer reformas. Pero eso ni a los sindicatos ni a los peronistas les importa lo más mínimo. Aprovecharán cualquier fallo y se cebarán con él. Saben que los primeros meses serán los más duros como siempre sucede con las reformas. Ahí se abre su ventana de oportunidad que se irá cerrando conforme los indicadores económicos vayan mejorando.

Potro de tortura

Por ahora, su prioridad es cuadrar el presupuesto y eso implica recortar el gasto y cruzar los dedos para que la próxima cosecha sea buena y entren dólares del extranjero. En el frente político se las tendrá que apañar para mantener buenas relaciones con sus socios de Juntos por el cambio que tanto contribuyeron a su victoria en la segunda vuelta. Ha dicho en varias ocasiones que quiere gobernar para todos los argentinos y no sólo para quienes le han votado, pero eso no deja de ser una frase hecha, ya que no todos los argentinos piensan igual. Este lunes, una vez pasada la ceremonia de toma de posesión, se encontrará solo ante el timón. De hacia dónde lo dirija y la fuerza que le imprima dependerá que el potro de tortura en el que se acaba de subir acabe con él antes de tiempo.

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.

  • V
    Variopinto

    Todo el mundo en Argentina está esperando a conocer los detalles concretos de todas las nuevas leyes que va a empezar a tramitar el Sr. Milei desde el minuto uno tras su toma de posesión en el cargo. Además de las (properonistas) calles, también está por verse como reaccionarán algunos de los del legislativo argentino, sobretodo aquellos que siguen en los supuestos partidos conformantes de Juntos por el Cambio (JxC) .

    Por suerte para el Sr. Milei, de entrada, se ha encontrado con una calurosa bienvenida del mercado financiero de su país. Despues de conocerse su victoria (o la derrota de su oponente oficialista), las acciones de la semipública YPF subieron directamente el 42% en un solo dia. Y en esa senda alcista han seguido, incluso después de que manifestará en público que sus planes con esa empresa son empezar por cuadrarle todas las cuentas para, posteriormente, venderla con beneficios. En esa futura venta, tiene previsto ingresar incluso más de los 16.000 millones que aparecen en la sentencia condenatoria a favor de Repsol, tras la peronista seminacionalizacion del 51% de capital de esa empresa.

    Pero es que, además, el propio Milei ya se lo ha empezado a trabajar en el ámbito internacional: su primer viaje como presidenciable ha sido a Nueva York, para reunirse tanto con altos cargos del gobierno estadounidense como del FMI. Allí el mensaje ha sido claro (y con giro de 180 grados respecto a la politica económica argentina reciente): las deudas, ahora ya, se pagan. Si este mensaje es ultraderechista, megaliberal o extremadamente populista... es evidente que, los problemas con el etiquetaje del Sr. Milei, los están provocando los juntaletras desinformantes a los que recurrimos para informarnos.

    P. D. Buen texto, Sr. Díaz Villanueva. Y gran trabajo el suyo con su labor en multicanal.

  • G
    Grossman

    Hay otro factor que no menciona y es la nula credibilidad internacional de Argentina.

    Nunca Argentina ha estado tan desprestigiada como ahora, quizás Milei pretenda vender empresas pero yo me pregunto, ¿quien las comprará?

    En un cambio de gobierno los argentinos te robarán la empresa que compraste sin darte un óbolo.

    España sabe mucho de eso, caso Repsol o AA, en fin, que detrás de Milei hay un país con millones tramposos.

    Ya les ha dicho Milei a los trabajadores que les regala Aerolíneas Argentinas, pero no la quieren ni regalada pero si la compra un empresa extranjera dirán que le han robado la aerolínea por cuatro dólares.

    Esa es la situación, Milei ha arrastrado a los argentinos por su cabreo con la casta actual, unos chorros, ladrones que dice él.

    Pero los argentinos ni son liberales ni se les espera.

  • W
    Wesly

    Efectivamente, Milei no solo tendrá la oposición férrea de la izquierda argentina sino también la de la izquierda mundial, que no puede permitir éxito de Milei, éxito que significaría la demostración definitiva del fracaso de las políticas basadas en el subsidio, la subvención, el clientelismo y el nepotismo, que con tanto empeño aplica la izquierda básicamente con el objetivo de perpetuarse en el poder a costa de la ruina económica y moral de las sociedades que sufren sus políticas.

  • V
    vallecas

    La moderación de Milei tras el triunfo es lo lógico y normal. Del mismo modo que actuó Meloni.
    Lo que no es normal que Sánchez, sabiéndose ya Presidente, pronunciara un discurso de odio y resentimiento. Construir Muros y dinamitar Puentes.

    Se han dicho barbaridades de Milei, pero nadie ha detectado que España es un país amenazado. Sánchez es un tumor maligno que está dentro de nuestras entrañas y si no nos deshacemos de él, ÉL nos destruirá a nosotros.

  • E
    esperanzado2023

    MagnÍfico ArtÍculo.

  • A
    arturo moreno

    Moderado a la hora de aplicar los correctivos, pero muy agresivo durante la campaña. Así muestra a los sindicalistas , memas y demás patulea roja que no es fruta fácil de pelar. Un ejemplo para nuestros Feijóos y demás candidatos acomplejados de la derechita cobarde. Ojalá que cuando llegue el turno de Ayuso y Cayetana quede algo por rescatar.

  • G
    Gladiator

    Buen análisis.