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Opinión

Una Hacienda socialista

Para que Hacienda legitime su función es imperativo que deje de actuar al margen de las leyes, opere sin ventajismos frente a los contribuyentes y sus funcionarios actúen con responsabilidad

La ministra de Hacienda y Función Pública, María Jesús Montero. EUROPA PRESS

La reciente sentencia del tribunal de la UE que rechaza de plano la intromisión del Ministerio de Hacienda en los bienes de los residentes españoles en el extranjero, además de ser una vergüenza para nuestro país, viene a dar la razón al sabio Friedrich Hayek cuando muy perspicazmente inventó la frase “socialistas de todos los partidos” para referirse a los “montoros”; políticos militantes de partidos aparentemente liberal-conservadores que actúan exactamente igual -o incluso peor, como es el caso- que si se declararan socialistas...

La Hacienda española desde la Transición para acá ha venido consolidando una ideología socialista transversal a los partidos políticos, que ha dado lugar a una deriva que nos aleja de los países más serios, ricos e incluso, a veces, socialdemócratas, en dos importantes ámbitos: la competitividad fiscal y los métodos recaudatorios.

Los socialistas de todos los partidos comparten dos creencias: que la generación riqueza es ajena a la política impositiva y que los ricos deben ser objeto de persecución fiscal; y actúan -como veremos- en consecuencia. Si acaso, se diferencian en el manejo del déficit: los socialistas de derechas son más respetuosos con el equilibrio fiscal, mientras que a los de izquierdas no les importa si pueden endeudarse.

Es de sentido común y doctrinalmente incuestionable que la riqueza y los puestos de trabajo los crean los empresarios, y que gracias a los impuestos que pagan empleadores y empleados se puede crear empleo público. Pues bien, los socialistas -de todos los partidos- se caracterizan por oponer todo tipo de trabas y obstáculos al ejercicio de la función empresarial; y uno de los frentes más activos es el fiscal.

Comparando nuestra Hacienda con la de los demás países, he aquí lo que resulta según los datos del libro España en Perspectiva:

  • La presión normativa fiscal española se sitúa en el 110,5 % comparada con el 100% de la UE y el 101,1% de la OCDE. Países ricos como Suiza 82,1% y Suecia 86,8% están muy debajo de nosotros.
  • La presión fiscal efectiva media de la OCDE es del 41,29%, mientras que la española es del 45,84%. Suiza 30,72%, EE.UU 26,73% e Irlanda 26,36% países ricos de verdad pagan relativamente menos impuestos.
  • El esfuerzo fiscal español -presión fiscal versus renta per cápita- es el 8º del mundo. Sólo Italia, entre los países ricos nos iguala, todos los demás están más “retrasados”. Para un valor 106,6% para España, EE.UU 36,1%, Suiza 31,6% e Irlanda 26,6% se sitúan dos tercios por debajo nuestro.
  • La presión fiscal empresarial efectiva -neta de economía sumergida- en España es un 28% superior a la media de la UE.
  • Las cotizaciones a la seguridad social de las empresas españolas son las sextas más elevadas del mundo: un 29,9% del salario bruto, frente al 22,1% de la UE y el 16,9% de la OCDE.
  • La contribución empresarial a la recaudación fiscal en España es la 3ª más elevada de la UE. Sólo nos superan dos exrepúblicas comunistas: Chequia y Eslovaquia.
  • La fiscalidad patrimonial española es la más elevada del mundo tras Italia.
  • Los impuestos indirectos, medioambientales y las tasas fiscales de España, se sitúan por debajo de las medias de UE y OCDE.
  • En los rankings internacionales de competitividad fiscal España sale mal parada y cada vez peor.

Como resumen de los datos expuestos, en España, en contra de la propaganda “sentimental” socialista ajena -como es usual- a los datos contrastados:

  • Sufrimos demasiados impuestos directos al trabajo, al ahorro y la inversión; restando así mayores posibilidades de crecimiento de la riqueza.
  • Por razones estrictamente demagógicas pagamos menos IVA e impuestos medioambientales que los países ricos, mientras que no cobramos -como hacen casi todos los países- tasas fiscales, por ejemplo, para el uso de las autopistas.

La política fiscal socialista -de derechas e izquierdas- se caracteriza por el cultivo de la envidia igualitaria con la persecución fiscal de los ricos; aunque al final quienes pagan de verdad son las empresas y las clases medias, y con ellas el crecimiento de la economía; que consecuentemente cada vez se aleja más de la UE.

Pero además de una política fiscal trasnochada, los métodos recaudatorios cada vez bordean más el Estado de Derecho e incluso lo derriban con normativas como la que la justicia de la UE ha venido a rechazar de plano. Para el abogado que tuvo la valiente responsabilidad de enfrentarse en los tribunales a la Hacienda española: “Hacienda parió una cosa monstruosa. Es muy grave que se equipare no presentar en plazo la declaración informativa sobre bienes en el extranjero con los delitos que no prescriben como el terrorismo o el genocidio”.

Un Tribunal que es juez y parte

Además de la “monstruosidad” que nos han venido a enmendar desde fuera, habría que seguir enmendando prácticas recaudatorias de Hacienda como:

  • Denominar “tribunal” -un secuestro semántico del Estado de Derecho- a los tribunales económico-administrativos de Hacienda integrados por los mismos funcionarios que inspeccionan a los contribuyentes, cuando son “juez y parte” en los procesos; para retrasar, si no desanimar, la llegada a los verdaderos tribunales de justicia las reclamaciones de los contribuyentes.
  • Los plazos administrativos con Hacienda son asimétricos: los del contribuyente son inexorables, mientras que los de la agencia tributaria son enormemente laxos.
  • Los actos administrativos de Hacienda son radicalmente ejecutivos sin que medie una decisión de la justicia verdadera.
  • Las resoluciones de Hacienda suelen ser inmotivadas, en contra de lo que exige la ley.
  • Muchos -quizás la mayor parte- de los juicios verdaderos contra Hacienda los gana el contribuyente, sin que tenga consecuencias ni disciplinarias ni pecuniarias contra los funcionarios que actuaron y se beneficiaron de bonus por llevar a cabo actuaciones ilegales.
Deberían utilizar parte del tiempo de inspección a los que no lo pagan nunca, ya que la economía sumergida española -casi un 25% del PIB- es, junto Grecia e Italia, la más alta entre los países desarrollados

Siempre se ha dicho que en España hay gobierno, oposición y… Hacienda, dando a entender que este último protagonista de nuestra forma de gobierno no solo es el más poderoso de los tres, sino que también es independiente y autónomo.

Desde la Transición hemos visto crecer este poder, alcanzar una enorme sofisticación tecnológica y finalmente convertirse en una especie de Leviatan que está en todas partes, lo sabe todo de todos, y constantemente evoluciona para encontrar nuevos pastos para su insaciable apetito.

Para que Hacienda legitime su función es imperativo que deje de actuar al margen de las leyes, opere sin ventajismos frente a los contribuyentes y sus funcionarios actúen con responsabilidad; lo que implica que se hagan cargo pecuniario de sus errores cuando los cometan según los jueces (verdaderos). Además, deberían utilizar una buena parte del tiempo de inspección a los que pagan, para dedicarlo a los que no lo hacen nunca, ya que la economía sumergida española -casi un 25% del PIB- es junto a la de Grecia e Italia la más alta entre los países desarrollados Curiosamente, ningún ministro “socialista” se ha hecho cargo nunca de esta vergüenza.

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