Opinión

El extraño caso de las plantillas menguantes

SEPE Madrid empleo
Oficina de empleo EP

Uno de los hechos más curiosos y menos comentado del año que termina es que se han conocido despidos de cierta envergadura en grandes multinacionales, especialmente tecnológicas, estadounidenses, y eso a pesar de sus récords de beneficios y su excelente recorrido bursátil. Lo que tanto se criticó cuando lo hizo Elon Musk al llegar a Twitter, empezó a ser habitual en Google, Facebook, Amazon, Microsoft… ¿la excusa generalizada? Que tras el fin de la pandemia hacen falta menos trabajadores. No está muy claro si esto es cierto (lo veremos si empeora o no el servicio de estas compañías) o se debe a la reducción del beneficio general en el sector en 2022 o incluso a la fuerte caída bursátil de aquel año. Lo que parece precipitado es echarle la culpa a la mejora en la inteligencia artificial, hecho que más pronto que tarde sí que puede ser un factor importante y que aumente la reducción de las plantillas de este tipo de empresas. Tampoco parece preocupante, para la economía de los Estados Unidos al menos, ya que los últimos datos, tanto de creación de empleo como de tasa de paro, han resultado muy buenos, uno por lo alto y otro por lo bajo. Así pues, se podía tomar como una noticia anecdótica.

Al final todo tiene consecuencias, y una de ellas ha sido que en bolsa, los inversores han entendido que si las cotizadas podrían mantener beneficios con menos personal, su productividad mejoraría. Esto, sumado a la fuerte sobreventa del Nasdaq, propició que varias de esas empresas que anunciaron despidos, rebotaran con fuerza en los mercados, disparando sus cotizaciones, tendencia que aún sigue viva. Y esto, a su vez, ha provocado un incentivo perverso: si una compañía anuncia despidos, automáticamente sube en bolsa. Esto son modas, durante años los bancos españoles han reducido personal y su trayectoria bursátil ha sido discretísima. Una empresa española del Ibex, de las más castigadas en bolsa en 2022, se apuntó a ella en febrero tras anunciar un plan para ahorrar 400 millones al año con 2.300 despidos y al día siguiente del anuncio se disparó un 8%. Me refiero a Grifols, aunque su efecto bursátil duró poco. Tampoco el ERE en Telefónica está ayudando demasiado a su cotización.

Incluso en España, el país de mayor desempleo de toda la OCDE, estamos en récord de afiliados a la Seguridad Social. Esto demuestra que el progreso tecnológico provoca ajustes, pero no una reducción del número de trabajadores

El caso es que parece lógico que la tecnología reduzca la necesidad de algunos puestos de trabajo, aunque por suerte la historia nos muestra que, lejos de lo que muchos erróneamente creen, cada vez somos más tecnológicos y no por ello hay menos trabajadores. Ni la incorporación de la mujer al mercado laboral las últimas décadas, ni la informática, ni la emigración, ni Amazon, ni los robots, ni la reciente fiebre por el teletrabajo… han evitado que las tasas de paro estén, en muchos países desarrollados, en zona de mínimos históricos. Incluso en España, el país de mayor desempleo de toda la OCDE, estamos en récord de afiliados a la Seguridad Social. Esto demuestra que el progreso tecnológico provoca ajustes, pero no una reducción del número de trabajadores. Un mercado laboral como el estadounidense, muy flexible, nos permitió ver cómo con la pandemia, y probablemente por vez primera en la historia, la tasa de desempleo de aquel país superó a la española, maquillada por los ERTEs, si bien rápidamente, según pasaron los confinamientos, los despidos en Estados Unidos se trocaron en contrataciones de nuevo (y ahora su tasa de paro sigue muy por debajo de la nuestra). Del mismo modo, se dispararon las necesidades de perfiles para empresas de comercio electrónico que ahora no son tan necesarias.

Sin embargo, en España la rigidez del mercado laboral no permite estos movimientos, especialmente en las administraciones públicas. En torno a la mitad de todos los puestos de trabajo creados desde la pandemia son públicos pero a nadie se le ha ocurrido hacer una reforma para que los trabajadores puedan adaptarse a los cambios que vienen, que el que consiga un puesto de funcionario en un departamento no considere que ese será su puesto de por vida. Durante los confinamientos había una gran necesidad de empleados en el SEPE, por ejemplo, mientras sobraban en otras áreas (como en museos) y mientras unos estaban desbordados, otros disfrutaron durante meses de una vida tranquila en sus domicilios cobrando su salario sin trabajar. Y no me vale lo de los “derechos adquiridos” porque los empleados públicos están al servicio de los españoles y por tanto si lo mejor para todos es que ellos tengan mayor flexibilidad, deberían tenerla.

Las listas de espera, los teléfonos que nunca se descuelgan, la obligatoriedad de usar internet para conseguir citas… ¿cómo se explica que haya más empleos públicos y peor trato?

Es vergonzoso el mal servicio que estamos recibiendo los contribuyentes tanto de empleados municipales como autonómicos, como estatales. Las listas de espera, los teléfonos que nunca se descuelgan, la obligatoriedad de usar internet para conseguir citas… ¿cómo se explica que haya más empleos públicos y peor trato? No tiene sentido que a mayor tecnología y a mayor número de funcionarios y empleados públicos de todo tipo, peor servicio recibamos de nuestras administraciones. Y encima la mayor parte de ellas se mantiene gracias a una tecnología informática cuyo mantenimiento está subcontratado a trabajadores privados de enorme importancia pero menor sueldo y menos derechos laborales. Muchos nos quejamos, con razón, del empeoramiento del servicio bancario en persona pero hay un motivo claro: llevan años reduciendo empleados y sucursales, ¿cuál es la excusa de las Administraciones Públicas?