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Opinión

Los españoles somos bordes, pesados y oligopolistas

La presidenta de la ANC, Elisenda Paluzie.

Así es, amiguitas y amiguitos. Paluzie, en rueda de prensa en la que presentaba la campaña Consum Estratègic destinada a que los buenos catalanes separatas solo compren a empresas que comulguen con la cosa del lacito, se despachó contra la periodista de Antena 3 Blanca Basiano. Blanca osó decirle a la gran sacerdotisa del separatismo –con permiso de Rahola– algo que no le gustó. Basiano, recordémoslo, se hizo conocida por preguntarle en el idioma oficial de España a la tarta-voz del Govern, señora Budó, acerca de la pérdida de concejales indepes en Barcelona. Budó dijo que no podía responder si antes no se formulaba la pregunta en catalán, haciéndose un lío que ríanse de las explicaciones del pago en diferido a Bárcenas.

A lo que íbamos, Paluzie, cual Norma con cara de oler a detritus, se quitó de encima a la compañera de Antena 3 para, a renglón seguido, decir a su compañero de mesa que a ver quién era aquella española pesada (sic) para rematar la faena con un “no te daré el titular que quieres, borde”. Ahí le has dado, Eli, bordes, los españolazos son, por definición, unos malajes, no como los periodistas catalanolazis.

Así que borde, desagradable, pesada y española, cosicas muy, muy malas para alguien de la canallesca en Cataluña. Menos mal que no la fulminó con un chorro de Ratafía. Claro, doña Eli está acostumbrada al masajeo de la prensa el régimen, donde todos son albricias y alboroques, loas y elogios, masajes tántricos y babas de admiración y, a la que se encuentra una profesional como Dios manda, se pone como la madrastra de Blancanieves delante del espejo. Imagino a Paluzie ante el mágico objeto preguntando “Periodista, ¿hay alguien mejor que yo en la república catalana?” y el espejo contestando “Pues mire, señora, de entrada, la república no existe, y a partir de ahí vamos hablando”.

Alguien me dirá que todo eso lo chamulló la presidenta de la ANC creyendo que los micrófonos estaban cerrados, pero no me vale

Alguien me dirá que todo eso lo chamulló la presidenta de la ANC creyendo que los micrófonos estaban cerrados, pero no me vale. Lo importante es que la misma persona que el otro día se negaba a responder en español y, al final, lo hizo con cara de asco y como perdonando la vida, piensa esas cosas y muchas más. La conciencia del separatismo neoconvergente es tan negra como los balances de los Pujol. Presuntamente, claro, porque aquí todo es presunto, incluso la libertad de preguntar lo que nos salga del Nabucodonosor a los medios.

Todo esto sucedía en esa rueda de prensa en la que la ANC anunciaba la campaña Consum Estratègic para que los separatas gasten sus dineritos en empresas del rollo estelado. Digan que sí, primero los de casa, uy, no, ese es un eslogan utilizado por la extrema derecha, bueno, que también usó Pujol, en fin, ustedes ya me entienden. Ellos, tan demócratas, tan amantes de la libertad, no elaboran listas negras, qué va, aunque el objetivo de la iniciativa sea “Debilitar a los poderes económicos del Estado que nos han sido hostiles”. Es tanto como decir que las que no figuren en el listado de empresas recomendadas por la ANC son malas de toda maldad y a estas, ni agua.

Lo que es de fuera de concurso y accésit a la Flor Natural es justificarlo argumentando que lo hacen por estar en contra “del capitalismo de amiguetes y de esta economía oligopolista”. Ah amigo, o sea que lo de las mordidas por corrupción, el tres, diez, cuarenta por ciento o las ITV son el plan quinquenal de la URSS. Entendidos. El presidente de Foment del Treball, Sánchez Llibre, ha salido a decirles que tienen una visión de la economía anacrónica, irracional e impropia del siglo XXI. Todo lo que usted quiera, don Josep, pero la clase empresarial llega tarde para frenar a esta panda. Como también llegan tarde partidos, sindicatos, la sociedad civil, el estado, en fin, todos quienes debieron decir basta el primer día que alguien empezó a construir el relato de lo mala que era España y lo cojonuda que era Cataluña. Ahora, ¿qué quieren? Lo mínimo que pueda pasar es que, a una periodista, en el ejercicio de su profesión, se la insulte llamándola borde o se elaboren listas negras de empresas. Lo máximo, imagínenselo. Tampoco se esfuercen mucho, porque está al caer. Cuando uno es borde, pesado y oligopolista, qué menos que sufrir todas las sevicias, lógicamente.

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