Opinión

España es diferente, de nuevo

He aquí una sumaria lista de hechos consumados que no solo nos vuelven a alejar de Europa, sino que nos acercan a toda velocidad a los países populistas

Pedro Sánchez y Lula da Silva
Pedro Sánchez y Lula da Silva

En los años sesenta del pasado siglo, Fraga Iribarne lanzó una campaña publicitaria con el slogan Spain is different! que aún se sigue recordando para apelar a una situación estrambótica, pero que tenía un trasfondo real: España era, realmente, un país institucionalmente diferente a los que integraban la Europa democrática-occidental de aquellos tiempos, más allá de los tópicos folclóricos y defensivos de aquel tiempo político.

Tras nuestra Transición democrática, España dejó -felizmente- de ser un país diferente para confundirse, institucional y económicamente, con los principales países europeos. Esta historia de indudable éxito comenzó a interrumpirse con la llegada de Rodríguez Zapatero a la presidencia del Gobierno. Desde entonces –salvo con la positiva salvedad de Rajoy– España ha venido divergiendo económica e institucionalmente de la anhelada Europa, hasta que con Pedro Sánchez, hemos devenido -en expresión de Gabriel Tortella- en un paria europeo, regresando a ser un estrafalario país “diferente” de los más civilizados y serios.

Sin necesidad de ser exhaustivos, he aquí una sumaria lista de hechos consumados que no solo nos vuelven a alejar de Europa, sino que nos acercan a toda velocidad a los demenciales países populistas hispanoamericanos, a través de deplorables prácticas institucionales y económicas que han probado históricamente sus pésimos resultados:

  • ¿Dónde existe en el siglo XXI un Gobierno de frente popular –una invención stalinista- entre socialistas y comunistas soportado parlamentariamente por fuerzas políticas enemigas declaradas de la constitución vigente y la integridad de la nación?
  • Concesión de indultos a los confesos y juzgados culpables de un golpe de Estado contra el orden constitucional.
  • ¿Dónde y cuándo delincuentes confesos y culpables de muy graves delitos, no solo exigen y consiguen legislar la supresión de sus condenas judiciales, al margen del Estado de Derecho, sino incluso futuras condenas por fechorías contra el orden político vigente?
  • Incumplimiento –consentido por el Gobierno– de la ley en Cataluña, comunidad autónoma que ha suspendido unilateral, ilegal e ilegítimamente el artículo 3 de nuestra Constitución.
  • Negación radical de la división de poderes propia del Estado de Derecho, mediante la sumisión del poder judicial; tras el previo sometimiento del poder legislativo al ejecutivo.
  • Tras décadas de progreso económico inclusivo, creciente bienestar social y convergencia con la UE, Zapatero y Sánchez han consumado solo decadencia económica y divergencia europea en sus años en el poder; un récord histórico inigualable -juntos y por separado– desde que contamos con registros de datos.
  • Exhaustiva colonización de todas y cada una de las instituciones del Estado, al servicio de intereses estrictamente partidarios y personales; incluidas empresas privadas cotizadas.
  • Desprecio absoluto de las recomendaciones -obligatorias en cualquier país civilizado- de las instituciones asesoras del desempeño legislativo del Gobierno.
  • Numerosas sentencias de las más altas magistraturas -Tribunal Constitucional y Supremo- en contra de decisiones gubernamentales al margen del Estado de Derecho.
  • Exorbitado endeudamiento público -propio de estados fallidos– al que difícilmente podrán hacer frente las nuevas generaciones, que nunca pudieron ser consultadas al respecto.
  • Paripés estadísticos, al margen de los criterios europeos, para encubrir los incuestionables y tercermundistas datos de desempleo derivados de una legislación socialista típicamente española.
  • Inaudita marginación del poder legislativo; ya sea cerrando dos veces ilegalmente -según el Tribunal Constitucional– el parlamento como burlando la legislación ordinaria de las leyes mediante abusivos decretos gubernamentales.
  • Multiplicación de ministerios, organismos públicos y asesores personales, absolutamente innecesarios, con la única finalidad de ampliar absurdamente la esfera pública y colocar a todo tipo de allegados políticos carentes de méritos profesionales previamente demostrados.
  • Invasión política del tribunal constitucional con los responsables políticos de leyes que, pudiendo ser inconstitucionales, serán juzgadas por quienes han sido denunciados al efecto: serían jueces y parte en el proceso, toda una chulesca burla del Estado de Derecho.
  • Declarado desprecio de nuestra Transición política y su consecuente Constitución: la más legítima, eficaz y longeva de nuestra historia.
  • Sistemática y creciente depreciación de la educación, que está dejando de ser un ascensor social para propiciar personas irresponsables y dependientes del estado.
  • Reinvención totalitaria de la historia al gusto socialista, comunista, filoterrorista y secesionista, con la consecuente desacreditación de nuestra Transición política y su resultante Constitución.
Que un Gobierno integrado por quienes nunca han trabajado en empresa alguna, cuestione en pleno siglo XXI la propiedad privada nos hace “diferentes” de los países de referencia

Por si no fuera suficiente con los citados desafueros, el Gobierno está enfrascado en dos batallas que acreditan su alejamiento de las buenas prácticas –las civilizadas- políticas, típicas de los países serios:

  • Una inaceptable intromisión en el derecho de la propiedad privada,
  • Desprecio -en vez aprecio e imitación– de las muy reconocidas prácticas de los países con mejor calidad institucional y consecuente prosperidad.

Que un Gobierno integrado por quienes nunca han trabajado en empresa alguna y gestiona con pésimos resultados la economía nacional, cuestione en pleno siglo XXI la propiedad privada -inseparable institución de todo orden civilizado- nos hace “diferentes” de los países de referencia, para asemejarnos a países como Venezuela.

Nadie más interesado y sobre todo capacitado profesionalmente para tomar decisiones empresariales que “el empresario”, incluso si llegara a equivocarse –legítimamente- con su propio patrimonio. ¿Cree de verdad, este “frente popular”, que las decisiones empresariales deben someterse a su política, típicamente contraria al desempeño de la función empresarial, y además manejada por probados incompetentes en la materia?

¿Se ha preocupado el Gobierno y en particular su ministra de Economía, como sería su obligación, por saber que: Holanda supera a España en los rankings de Estado de Derecho, cumplimiento regulatorio, límites al poder gubernamental, justicia civil, ausencia de corrupción, innovación, competitividad económica y fiscal, libertad económica, fiscalidad empresarial y al trabajo, etc. Un Gobierno responsable debería tratar de imitar las buenas prácticas de Holanda, en vez de descalificar tácitamente los buenos resultados de su marco institucional, insultando -incluso en el extranjero- a una empresa que actúa libre y consecuentemente de acuerdo con sus intereses que son los de sus accionistas, trabajadores y en última instancia de la sociedad española.

La descrita “España es diferente” se ha convertido, así, en epítome de la aleación política del socialismo con el comunismo y el secesionismo, que nos está conduciendo a un deterioro institucional y económico cada vez más evidente. Una situación que el Colegio Libre de -catedráticos- Eméritos considera unánimemente cada vez más próxima a un proceso institucional irreversible; es decir, tercermundista.

Lamentablemente, un elevado porcentaje de españoles se siente políticamente próximo a países aún comunistas y populismos tercermundistas hispanoamericanos; y otros tantos, subyugados por la religión socialista que en el mejor de los casos ya murió de éxito en el norte de Europa y está desapareciendo –al menos en sus excesos- entre los países más civilizados, junto con quienes quieren destruir una de las naciones más antiguas y acreditadas del mundo, están amenazando nuestro mejor futuro, después de haber menoscabado gravemente nuestro presente y reciente pasado.

Las próximas elecciones serán las más cruciales de nuestra actual era democrática, pues en ellas se dilucidará si España sigue anclada a la Europa civilizada y rica que ansiamos y conseguimos, o volveremos a ser tristemente diferentes para huir de nuestro norte institucional y huir a toda prisa hacia el tercer mundo.