Opinión

Ese encuentro planetario de Peter Sánchez con Pepe Biden

Vivimos la fiebre anglófona. Se aprende inglés en todo el mundo, algo que nunca antes había sucedido

Pedro Sánchez al inicio de su encuentro con Joe Biden en el Despacho Oval
Pedro Sánchez al inicio de su encuentro con Joe Biden en el Despacho Oval EFE/EPA/CHRIS KLEPONIS / POOL

Ciertos ciudadanos cortitos de entendederas elogian a Peter Sánchez porque habla inglés y no lo critican por sus amistades peligrosas, por su posición junto a los delincuentes, los okupas, los sediciosos o de los depredadores sexuales liberados por la ley del sí es sí.

Hijo de familia acomodada, Sánchez ha estudiado en centros privados, que ya se sabe como funcionan, salvo el instituto Ramiro de Maeztu, uno de los más prestigiosos y pijos de Madrid. Su licenciatura lleva la firma del Real Centro Universitario María Cristina de El Escorial y su aparente doctorado de la Universidad Privada Camilo José Cela, refugio de los profesores que no acceden a la Universidad pública. Y ya se sabe cómo son los centros privados, quien paga, obtiene.

El presidente Biden solo es capaz de hablar en su lengua materna y no pasa nada. Ni se siente humillado por su monolingüismo ni nadie se lo reprocha. Tampoco tiene complejo alguno el primer ministro británico, Rishi Sunak, ni el presidente de Australia, Scott John Morrison, ni el de Canadá, Justin Trudeau, aunque en este caso hable también francés, pues así lo exige la constitución canadiense. También son presidentes monolingües el de México, Andrés Manuel López Obrador; el de Brasil, Lula da Silva; el de Rusia, Vladimir Putin, que sabe alemán, pero nunca lo hablaría en público; y el de China, Xi Jinping. Inglés, español, portugués, ruso y chino son lenguas millonarias en hablantes que desde el monolingüismo cubren todas las necesidades de comunicación.

Lo de 'lengua española' a Sánchez le suena feo, como la bandera y la unidad nacional… Si fuera catalán o vasco lo usaría con más orgullo

La lengua de los franceses también está en ese grupo, pero a Emmanuel Macron le pasa lo que a Sánchez, que sabe inglés. La diferencia es que al inquilino del Elíseo no se le sube a la cabeza, por eso no se le ocurre hablarlo en público, ni siquiera en un encuentro internacional, porque rompería el orgullo que tantos franceses exhiben por la universalidad y calidad de su lengua. Lo de 'lengua española' a Sánchez le suena feo, como la bandera y la unidad nacional… Si fuera catalán o vasco lo usaría con más orgullo para que los diputados secesionistas lo sigan manteniendo en la Moncloa. Mientras tanto, disfruta hablando en inglés incluso cuando no está seguro de si lo entienden.

Vivimos la fiebre anglófona. Se aprende inglés en todo el mundo, algo que nunca antes había sucedido. Quienes heredan la lengua de Biden ni siquiera se preguntan si necesitan estudiar otra. Tampoco los francófonos lo dudan, pues alardean de su idioma. ¿No debería correr el español la misma suerte y hablarse con suficiencia fuera de sus fronteras?

También pueden ser lenguas de hablantes monolingües el italiano y el alemán, pero en la práctica no lo son. En Italia, la presidenta Giorgia Meloni habla, también con fluidez, inglés, español y francés

Sánchez no utilizará el inglés para un mejor entendimiento, sino para marcarse un farol. Lástima que con el presidente Biden no lo necesite porque el presidente norteamericano detesta cuanto suene a filocomunismo, aunque haya dedicado a su visitante español algunos elogios protocolarios. Se ha hecho la foto, eso sí, y luego Peter Sánchez ha ofrecido una insípida rueda de prensa, junto al parking, en la que apenas acertó a transmitir algo de interés..

El protocolo universal exige que en las conversaciones de alto nivel cada mandatario utilice su lengua, la de su país, y un intérprete los apoye. Eso es lo que reclama también la elegancia y la humildad. Pero Sánchez peca de cierta soberbia y adora el lucimiento, el postureo, el pavoneo… También pueden ser lenguas de hablantes monolingües el italiano y el alemán, pero en la práctica no lo son. En Italia, la presidenta Giorgia Meloni habla, también con fluidez, inglés, español y francés. En Alemania, el canciller Olaf Scholz es anglófono y esa costumbre se extiende entre sus conciudadanos, de los que cabría esperar un mayor monolingüismo si consideramos la tradición del idioma.

Los demás presidentes europeos necesitan conocer otra lengua además de la propia, y la conocen. Hablan inglés Mark Rutte, primer ministro de los Países Bajos, además de francés y alemán; Viktor Orbán, presidente de Hungría; y los presidentes de Suecia, Dinamarca, Noruega, y muchos otros. El ucraniano Volodímir Zelenski, que se dirige a la comunidad internacional en inglés, tiene el ruso como lengua propia y el ucraniano en segundo lugar.

Las lenguas propias del convicto e indultado Oriol Junqueras son dos, el catalán y para apoyarse, para completar espacios de comunicación, el castellano. Ya le gustaría borrarse del cerebro el segundo pero le va a resultar difícil porque no sabemos dónde y cómo se alojan los idiomas. La misma suerte corren lenguas como el galés o el irlandés, que no existen solas, que forman pareja indisoluble con el inglés, matrimonio que también demandan el danés y el islandés, y países enteros no anglófonos como India hablan inglés a diario, además de sus lenguas familiares.

Se ve venir, aunque no tengamos certeza, que se avecina un futuro en el que cualquier video, cualquier película, cualquier documental, cualquier programa de televisión se podrá oír en la lengua que elijamos mediante una traducción oral, automática y casi simultánea.

Al Papa Francisco le sobran idiomas. Se siente muy cómodo en sus dos lenguas propias, una familiar, el español, y otra espiritual, el italiano. Pero también puede hacer sus pinitos en francés, alemán, portugués e inglés. Y por supuesto, en latín, uno de los últimos hablantes. Aquello sí que fue una lengua universal que se movió con la fuerza del cristianismo. Ahora lo sustituye el inglés impulsado por el capitalismo. Parece como si un dios hubiera sustituido a otro. Peter Sánchez sabe inglés, pero en latín y en tantas otras cosas está pez.