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Opinión

¿En qué equipo juega el PSC?

Los socialistas garantizan carta blanca a los republicanos para que sigan adelante con su proyecto de ruptura

El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès (i), y el líder del PSC, Salvador Illa (d), conversan durante una sesión plenaria
El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès (i), y el líder del PSC, Salvador Illa (d), conversan durante una sesión plenaria EP

Esquerra Republicana (ERC) y el Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC) firmaron un acuerdo para sacar adelante los Presupuestos de la Generalitat. Las semanas previas, ambos partidos habían escenificado una negociación con momentos de tensión y distanciamiento. En realidad, unos y otros siguen un guion acordado antes de la moción de censura: a cambio de colocar y mantener a Pedro Sánchez en La Moncloa, los socialistas garantizan carta blanca a los republicanos para que sigan adelante con su proyecto de ruptura, de forma menos traumática pero más eficaz en el largo plazo.

En los Presupuestos bendecidos por los socialistas, los republicanos consiguen aumentar de forma notable las partidas destinadas a la propaganda separatista, tanto en el interior como en el exterior. A TV3 y Catalunya Ràdio se destinarán 336 millones de euros, un 18% más que el año pasado. El número de “embajadas” de la Generalitat sigue creciendo. Se incrementan todas las partidas destinadas a subvencionar los medios de comunicación y las asociaciones del entramado separatista. A cambio de todo ello, los socialistas consiguen desbloquear la construcción de un tramo de autovía en los alrededores de Barcelona… ¡qué deberá ser financiada por el Estado y a la que la Generalitat no asigna ni un duro!

Solo en los momentos más duros del golpe de Estado, el PSC se vio forzado a abandonar su equidistancia y a situarse al lado del Gobierno

La mayoría de medios de comunicación, dentro y fuera de Cataluña, se ha tragado el relato del PSC-PSOE y ha saludado el acuerdo como una prometedora “ruptura de la política de bloques”. La verdad es que el PSC no ha formado nunca parte del “bloque” constitucionalista. Durante todo el procés, al contrario, se ha esforzado en marcar distancias y ha jugado siempre a dos bandas. Sólo en los momentos más duros del golpe de Estado se vio forzado a abandonar su equidistancia y a situarse al lado del Gobierno. Que el 155 se aplicara de forma descafeinada, manteniendo a TV3 al margen y permitiendo que los separatistas recuperaran el poder rápidamente, se lo debemos a los “buenos oficios” de un PSC-PSOE que ya planeaba la moción de censura.

El bloque separatista, por su parte, estaba sentenciado también desde hace años. El odio que se profesan ERC y Junts sólo es comparable al que ambos partidos sienten por lo español. Pasados los momentos más efervescentes del procés, los republicanos tenían claro que querían librarse de la tutela y el chantaje permanente al que los llevaban sometiendo sus hermanos “convergentes”. Cuando Aragonés los expulsó del Govern sabía que el apoyo de los socialistas está asegurado.

Vivir como 'metecos'

Los verdaderos bloques en los que se divide Cataluña desde hace décadas, y que ni siquiera los años traumáticos del procés han alterado, los forman de una parte los nacionalistas, socialistas y la extrema izquierda, y de otra los sufridos catalanes constitucionalistas. Los primeros se reparten el poder con todo tipo de alianzas para aplicar políticas nacionalistas y antiliberales; los segundos viven como “metecos” que pagan impuestos pero están privados de una participación política efectiva en las instituciones, y de derechos básicos como la enseñanza en la lengua española.

Esa Cataluña nacionalista e iliberal continuará siendo un factor de desestabilización y bloqueo del progreso de toda España, hasta que los catalanes que nos sentimos españoles estemos adecuadamente representados y dispongamos de una fuerza política para influir tanto en la política local, como autonómica y nacional.

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