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Opinión

Elogio del parlamentarismo

Plano general del hemiciclo del Congreso de los Diputados vacío
Plano general del hemiciclo del Congreso de los Diputados vacío Europa Press

Un régimen democrático nace y vive para el debate. En democracia, queremos que las decisiones se tomen en público, en abierto, con todos los partidos y agentes sociales dando su punto de vista. Queremos discusiones, negociación, conflicto y buscar consensos. Queremos un sistema donde los ciudadanos puedan escuchar a sus líderes argumentando sus puntos de vista y donde la aprobación de las leyes sea fruto de un proceso donde todo el mundo tiene voz y donde el debate sirve para construir mayorías.

La Constitución española fue diseñada con la intención de que el Parlamento sea el lugar donde suceden estos debates. Sus redactores concibieron un sistema donde es relativamente difícil derrocar al Ejecutivo (esto es, exigiendo mociones de censura constructivas), pero este no puede gobernar por decreto. Si quieren tomar decisiones, necesitan construir mayorías en el Legislativo, que siempre tiene la última palabra. La idea es que, con este diseño, nuestro sistema político tendría un actor capaz de marcar la agenda y dotado de cierta estabilidad, pero que siempre estaría obligado a buscar acuerdos.

Es un diseño excelente, que por desgracia se topó con nuestra ley electoral. Si el partido del Gobierno tiene mayoría absoluta, algo que ha sucedido un poco demasiado a menudo en España, el presidente del Gobierno es poco menos que un dictador electo, acumulando un enorme poder de decisión. Afortunadamente, estos tiempos de desafección política han traído consigo un sistema político fragmentado que hace casi imposible que nadie domine el legislativo por completo. De esta forma, en los últimos años, nuestra Constitución está al fin funcionando de la forma en la que fue diseñada.

Tenemos coaliciones entre partidos, negociaciones para construir mayorías, acuerdos de gobierno y, en algunos casos excepcionales, ejecutivos que se quedaban sin mayoría y bien eran sustituidos o bien se veían forzados a convocar elecciones. Bienvenidos a la democracia parlamentaria.

En realidad, esta olla de grillos también conocida como Congreso de los Diputados está funcionando exactamente como debería

Estas últimas semanas, con las negociaciones para el acuerdo de investidura, los planes anticrisis del Gobierno, y el resto de debates parlamentarios, ha habido voces quejándose sobre el espectáculo parlamentario, la subasta, las peleas y gritos de última hora entre partidos en teoría aliados. Muchos observadores han señalado todo este ruido como un ejemplo de la crisis de nuestra democracia, la debilidad de nuestro gobierno y cómo se está rompiendo España. En realidad, esta olla de grillos también conocida como Congreso de los Diputados está funcionando exactamente como debería.

Las discusiones entre el Gobierno y esos socios sirven para que todos veamos y entendamos las posturas de todos los partidos. El rechazo de la oposición sirve como contraste. Al final del día, el Gobierno consiguió pergeñar algo parecido a una mayoría y sacar adelante varias leyes y fracasó en su empeño de aprobar otras. Determinar la opinión mayoritaria en ciertos temas es un proceso complejo, y estas áreas de debate contribuyen tanto a encontrar respuestas como a entender las perspectivas de quienes están en desacuerdo.

Lo curioso, y relevante, es que el debate en sí mismo es algo útil que sirve para mejorar el resultado final. Hay una cantidad considerable de investigación académica, tanto en gestión empresarial y de equipos como en sistemas de gobierno, que indican que discutir sobre un tema, incluso cuando no se alcanzan consensos, ayuda a dar con mejores respuestas y soluciones. Tener a dos aliados en el Parlamento peleándose sobre matices de una ley a menudo contribuye a crear mejores textos legislativos. Tener a la oposición buscando errores y criticando la propuesta permite también encontrar gazapos. Suelo ser alguien que se preocupa más de los resultados que del procedimiento, pero en este caso el método de toma de decisiones ayuda a tener mejores resultados. Queremos un parlamento ruidoso, animado y con diferencias de opinión.

Clarificar la opinión

Se habrán fijado que no estoy hablando en absoluto sobre el contenido de lo que se ha debatido en el Parlamento ni de la dichosa amnistía. Para los que se oponen a ella, estos días de negociaciones y trámites parlamentarios son solo una oportunidad para forzar y exponer los problemas de esta ley. Para sus defensores, será también el momento de explicar y clarificar motivos y consecuencias. Para muchos votantes, será una oportunidad de clarificar su opinión. Por lo que a mí respecta, debo señalar que los trámites parlamentarios y las discusiones recientes han aumentado mi escepticismo hacia la medida, de la que nunca fui un partidario demasiado entusiasta.

Así que alabado sea el debate, el estruendo y el furor del debate parlamentario. Quizás no sea un espectáculo demasiado estético o edificante, pero en el fondo es bueno para el país.

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.

  • K
    KVLT

    Claro que sí, Roger, chaval. Y si encima se suman los "errores informáticos" a la carta, la ocultación selectiva de informes, los decretos de extrema nece(si)dad por la vía rápida, el señalamiento a jueces y periodistas, y la quita de la deuda a las comunidades más ricas (en lógico detrimento de las más pobres), nos queda un sistema fetén de la muerte.

  • K
    k. k.

    Este artículo es, como de costumbre en el articulista, una manipulación burda de la situación. Se trata en abstracto de un tema que es, de hecho, muy concreto.

    Le voy a poner dos ejemplos. El de Italia es esclarecedor, un país ingobernable durante muchos años justamente porque tienen un parlamento fragmentado en pequeñísimas facciones. Y por otro lado tiene a EEUU, un país hasta ahora sólido, en donde sólo hay dos partidos políticos. Pero también podría ponerle ejemplos en sentido contrario, países a pleno rendimiento con parlamentos fragmentados y viceversa.

    Por eso es preferible ceñirse a la REALIDAD, a ejemplos concretos, a datos tangibles, y de ahí sacar conclusiones.

    La realidad económica y social de España es pésima. Este es el dato objetivo.
    Y esto gracias a que hay furiosos debate (¿debates? ¿Con el líder Sánchez en el gobierno?), el parlamento funciona como nunca (perdonando la deuda en Cataluña, prohibiendo hablar el español, liberando a presos etarras), y las mociones de censura son constructivas.

    Pero lo peor de todo no es lo que nos dice, que ya es de por sí bastante mediocre y falto de rigor, e incluso de brillantez intelectual, sino el modo en que nos los dice, con un más que dudoso castellano próximo al de un niño de quince años.
    Le falta madurez intelectual, muchísima. Es siempre el mismo problema con usted. No tiene ningún bagaje. Su texto es ridículo. Leerle me genera estupefacción e incluso un poco de vergüenza ajena.

  • P
    Petrarca

    No veo nada positivo en cómo se está destruyendo España. Si el debate es sobre propuestas lógicas y reales por el bien de todos los ciudadanos y sobre España y su futuro, estaría de acuerdo en que el parlamentarismo fuera crudo, pero actualmente ni es por los ciudadanos ni por España.

  • E
    esperanzado2023

    artículo francamente malo. El autor pasa por alto que la amnistía es completamente inconstitucional, que los diputados del PSOE votaron sin saber lo último que pactó su partido con Junts. Se supone que usted, Sr. Senserrich ha vivido en USA donde hay listas abiertas y el diputado vota según su conciencia y circunscripción.... se nota que no ha aprendido nada de ese gran país donde un falsificador de tesis que pierde las elecciones no podría gobernar.

  • W
    Wesly

    Lo que ahora mismo tenemos en España es un sistema que permite que cualquier oportunista malvado, a base de mentir, manipular, dividir y fanatizar al personal, pueda alcanzar el poder y, desde el poder, pueda comprar votos con el dinero de los demás, pueda asociarse con delincuentes condenados en firme y ceder a su chantaje (actuando en nombre de todos los españoles) para obtener sus votos y alargar su estancia en La Moncloa, pueda colocar a sus peones más sectarios y obedientes en las principales instituciones del Estado, Gobierno, Parlamento, Fiscalía y Poder Judicial incluidos, evidenciando así su vocación totalitaria.

    Y en el Parlamento, este oportunista malvado puede indultar, menospreciar a la oposición, puede negarse a contestar a las preguntas de la oposición iendose por los cerros de Ubeda, puede afirmar sectariamente que se dispone a levantar un muro contra la oposición, puede convertirse en líder de la opacidad (falta de transparencia) y puede dedicarse impunemente a implantar la arbitrariedad (prohibida por el artículo 9 de la Constitución) y la impunidad selectiva (prohibida por el artículo 14 de la Constitución) todo ello sin que pase nada, sin que el sistema lo impida.

    Sr. Senserrich, no defiensa lo indefendible y disimule un poco más su condición de lacayo del aspirante a autócrata.

  • V
    vallecas

    De que está hablando usted D. Roger??
    Dónde vive usted? ¿Cómo es posible que con esta realidad usted vea lo que ha descrito?
    No hay debate alguno. Todo está previamente pactado. No hay Parlamentarismo. Hay disciplina de voto (aborregamiento) y al que piensa, discrepa se le llama tránsfuga.
    El Congreso no sirve para nada. No son personas, son derechos de voto. Se comprobó en la última votación, los socialistas votaron SI sin saber qué.
    Sánchez compra su Presidencia en Waterloo, los 7 de Junts son monigotes (como el resto).
    El Parlamento es una farsa, una mentira un trampantojo.

    Esta es una verdad impepinable y sólo un loco, un malvado o un tóxico puede firmar esta columna.