Opinión

Donde dice 'progresista' debe decir 'disolvente'

Bancada socialista del Congreso de los Diputados
Bancada socialista del Congreso de los Diputados Alberto Ortega / Europa Press

Una de las más rotundas victorias del adversario político se da cuando usamos sus términos. Estos no suelen ser descriptivos, sino autobombo, manipulación o denigración. Para que funcione el asunto, se requiere una preparación del clima ideológico que corre a cargo de los agentes de la hegemonía cultural. Ese trabajo ha hecho que las palabras “progreso” y “conservación” estén asociadas —en España de forma particularmente clara—, la una, al avance y el bien; la otra, al atraso y el mal.

El progresista, heraldo del bien, abruma al conservador, agente del mal. Este último termina tan impregnado por la siembra semántica y la red de connotaciones implantada hegemónicamente por el “progre” que renuncia a tener una agenda propia —ello lo haría “facha”— y lo limita a retocar o a enlentecer la agenda de su adversario. Lo anterior, si bien impide su excomunión, vacía de significado real su acción política.

Otra luz sobre el tablero

Se impone, día y noche, lanzar y relanzar un dardo verbal que socave y haga evidente el núcleo “progresista”: su afán irrefrenable de disolver. Disolver España, la historia, la lengua, el derecho, la pertenencia, la biología, la cultura, el sentido común, el vínculo, el compromiso, el mérito… Si donde dice “progresista”, decimos “disolvente”, cambia por completo la iluminación del tablero. Los otros ya no son portadores de beneficios ilimitados, sino de desechos radioactivos. Se abre entonces la legitimidad para un reajuste real que logre un equilibrio entre las adaptaciones necesarias para no naufragar en un cambiante mar y la continuidad imperativa para mantener un rostro reconocible.

¡Cómo cambia todo si, en vez de decir “bloque progresista”, dices “bloque disolvente”! Cuando la palabra desvela el fenómeno y no lo encubre, se despejan caminos anchos y esperanzas reales

Donde veas “progresista”, usa, de manera sistemática, “disolvente”. Nuevas sinapsis, nuevos ojos, nuevas actitudes asomarán. ¡Cómo cambia todo si, en vez de decir “bloque progresista”, dices “bloque disolvente”! Cuando la palabra desvela el fenómeno y no lo encubre, se despejan caminos anchos y esperanzas reales.

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