Opinión

Despejando la X de Elon

La cosa es no debatir, insisto, y lo mejor es salir gritando que en X ahora reina la extrema derecha o que no hay libertad de expresión

  • Elon Musk -


Parece que los integrantes de esa nebulosa constituida por el viejo comunismo, el wokismo, los ricachones liberaloides y otras cosas a cual más esperpénticas y dañinas para la libertad se van a marchar de la red social X, antes Twitter. Son igualitos que los loros, esa gran familia denominada Psittacoidea que incluye a más de 369 especies. Podrán ser cacatúas, cotorras, periquitos australianos o papagayos, pero solo saben repetir lo que les han enseñado. No dan para más. Su aparente variedad se reduce a la vacuidad intelectual absoluta es total. Es lógico, pues, que no les guste debatir con alguien que opine distinto porque, de entrada, no están preparados y, además, cuando han regurgitado diez veces el mismo argumento se enfadan, lanzándose en bandada contra el osado pájaro que no les sigue en su fastidiosa letanía.

Cada uno tiene derecho a graznar donde mejor le acomode o sirva para sus propósitos, pero en el caso que nos ocupa tengo la intuición que los que se queden en X van -vamos- a estar más tranquilos. En primer lugar, porque esos loritos me recuerdan la zarzuela “Los claveles” donde en la escena titulada “Anímate, Irene” -mira tú, que casualidad- cantan: “Dice que se va con otra el mocito que me quiere, dice que se va, dice, dice que se va y vuelve”. Y, en segundo, porque nunca acaban de irse o se quedan amparados en el anonimato.

Yo no sé si Elon Musk durmió apaciblemente cuando Àngels Barceló, suma sacerdotisa de la SER, conminó al personal a abandonar X; también ignoro si el hecho de que prodigios como el ministro Urtasun, la vice Mari Yoli y la otra ministra del sumando serás feliz, Yoli Riego, tienen al multimillonario hecho un flan chino Mandarín porque dejan la red social. Culpan a Musk de hacer el saludo nazi, lo cual no tan solo es falso sino que, además, incluso gente como ellos lo saben. Pero cuando tamaños portentos se van, y se va La Vanguardia, señores, luz, faro y antorcha de libertad especialmente en Cataluña, donde el señero rotativo siempre pudo elegir entre lo que decía Jordi, Pujol o Soley, cuando, digo, se va The Guardian, que hay que ver pa' lo que ha quedao ese tabloide hijo de la Gran Bretaña, cuando más de cien organizaciones ecologistas se dan el piro con Greenpeace a la cabeza, Musk debe tener los güilis por corbata. Digo yo. Claro que también se ha ido Stephen King, que mira que es bueno el joío, o Jamie Lee Curtis, que todo lo que tiene de actriz admirable tiene de pava en lo ideológico.

La cosa es no debatir, insisto, y lo mejor es salir gritando que en X ahora reina la extrema derecha, que no hay libertad de expresión, que ahí campa a sus anchas el fascismo y cosas parecidas. La realidad, no obstante, es muy distinta. Antes de que Musk comprase la red, el rojerío estaba perfectamente organizado y había grupos que abatían las cuentas de personas disidentes del dogma woke una y otra vez, sin derecho a apelación ni posibilidad de defensa racional. Existía censura ideológica – yo mismo la sufrí en varias ocasiones – y los “verificadores” ejercían como tribunal de la Santa Inquisición a su gusto y arbitrio.

Ahora son los propios usuarios quienes pueden dar o no por veraz una información añadiéndole contexto y notas, lo que, además de eficaz, es infinitamente más democrático

Ahora son los propios usuarios quienes pueden dar o no por veraz una información añadiéndole contexto y notas, lo que, además de eficaz, es infinitamente más democrático. Ahí radica el problema. Al comunismo no le place el debate, gustándole solamente el aplauso a la búlgara, las unanimidades cerradas y sin fisuras, las alabanzas, loas y lametazos en salva sea la parte. Lo mismo podemos decir de la plutocracia globalista que persigue el mismo fin que la hoz y el martillo, a saber, una humanidad ciega, sorda y muda que se deje apacentar sin la menor oposición.

Mientras tanto, Musk asegura tener más de 600 millones de usuarios mensuales y no veo yo al hombre nervioso. Así pues, el que se quiera quedar que se quede y el que no, falta no hace. Despejada, pues la X, podemos seguir.

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