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Opinión

FÚTBOL NO ES FÚTBOL

De cómo Putin desterró al Shakhtar Donetsk y ahora su dueño 'pelea' por Ucrania

El equipo ucraniano lleva desde 2014 sin jugar en su estadio por el conflicto de Dombás. Su propietario es el oligarca Rinat Akhmetov, que se posiciona contra el presidente ruso en esta guerra

El Donbass Arena, estadio del Shakhtar Donetsk.

La guerra nos acerca a la realidad de Ucrania y frena la importancia, de por sí relativa, del fútbol que tanto nos gusta. Sin embargo, hay cuestiones en que ambas cosas se entremezclan, claro, porque los misiles van contra todo y porque este maravilloso deporte está en casi todo. Es el caso, por ejemplo, de cómo Putin provocó el destierro del Shaktar Donetsk de su ciudad de origen allá por 2014 y de cómo el dueño de este club, el multimillonario Rinat Akhmetov, defiende ahora (y a su manera) su país.

Tal vez ustedes, estimados lectores de este rincón sobre cómo el fútbol es más negocio que otra cosa, todavía no hayan reparado en que el mejor equipo ucraniano de los últimos años, que es el citado Shaktar Donetsk, no juega en su estadio, el Donbass Arena, desde que en 2014 estalló el conflicto en aquella zona del país hasta ahora tan desconocido para nosotros.

El citado estadio nos trae buenos recuerdos porque allí España tumbó por 2-0 a Francia en los cuartos de final y por penaltis a Portugal en las semifinales de la Eurocopa de 2012. Dos años después el Donbass Arena era bombardeado. Los misiles de Putin provocaron graves daños al lugar. Y, como es lógico, los dirigentes del club consideraron que era mejor empezar a jugar en otro sitio. Se iniciaba el destierro obligatorio que todavía perdura.

El empresario, ahora envuelto en la bandera patria, hizo valer aquello de que business is business por encima de todo, de manera que hacía de las suyas en ambos países y sin mojarse en terrenos geopolíticos

Así, poco a poco, como el que no quiera la cosa, han pasado ocho años en los que el Shaktar no juega en su propio campo, que por cierto es de cinco estrellas, uno de los mejores de toda Europa. Un estadio fantasma, abandonado como si fuera una obra corrupta del levante español. Ya antes de la guerra esta situación era una anomalía normalizada por todos los futboleros, acaso por desconocimiento o por puro pasotismo o porque solo importa que ruede el balón, sea donde sea. Ahora, cuando las bombas resuenan con más fuerza, no está de más recordar este caso, así como que vivimos en un mundo donde estas cosas son posibles, de paso.

Y si lo del estadio tiene tintes surrealistas, aún más llamativo es lo del presidente del club, el citado Rinat Akhmetov, un oligarca que se enriqueció con sus negocios tanto en su país como en Rusia y que, por cierto, llegó a la presidencia del equipo tras un atentado que liquidó al anterior mandamás... pero esa es otra historia demasiado turbia. El caso es que leíamos en Marca hace unos días una completa semblanza del personaje que, amén de mencionar sus múltiples y variopintos negocios, ahormados tras la caída de la URSS, como en el caso de los multimillonarios rusos, nos describía cómo este tipo siempre ha jugado a dos bandas entre Kiev y Moscú.

No consta si esta nueva actitud de Akhmetov es un arranque patriótico, una forma de preservar su fortuna o una manera de amasar más dinero en el futuro como aliado de las potencias occidentales, pero el caso es que pelea por Ucrania

Porque resulta que el citado Akhmetov, ahora envuelto en la bandera patria, hizo valer aquello de que business is business por encima de todo, de manera que hacía de las suyas en ambos países y sin mojarse en terrenos geopolíticos. De hecho, fue acusado de enriquecerse todavía más gracias a su cercanía al presidente ucraniano prorruso Víktor Yanukóvic y no se llevaba demasiado bien con el actual presidente del país, el heroico Volodymyr Zelensky.

Ahora, sin embargo, el dueño del Shaktar (y de media Ucrania, por lo visto) ha tenido que decidir por fin qué bando escogía, si el invasor o el invadido. Desde su mansión londinense de Hyde Park emitió un comunicado unos días atrás en que se posicionaba con su país de origen y frente a Putin. No consta si esta nueva actitud de Akhmetov es un arranque patriótico, una forma de preservar su fortuna o una manera de amasar más dinero en el futuro como aliado de las potencias occidentales, pero el caso es que pelea por Ucrania.

Qué paradojas provoca la guerra. Qué vueltas da la vida. Y, sobre todo, qué dueños tiene el fútbol actual.

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