Opinión

Robles, el CNI y el fin del Estado

La crisis democrática en la que Sánchez ha hundido a España requiere algo más que sacarlo de La Moncloa o evitar que pueda refugiarse en alguna Institución europea de la que siempre pueda volver

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y Margarita Robles

En un estilo difícilmente distinguible al de los ministros castristas —cuanto más evidente es la mentira que pronuncian menor es la vergüenza que muestran— Margarita Robles compareció sin ánimo ni conciencia de dimitir, ni de explicar la salida de la directora del CNI. No se ocupó de la realidad, la apertura en canal del Estado ante los separatistas para mantenerse en su puesto, expuso la debilidad del CNI ante el resto de servicios de información de países extranjeros y se limitó a imponer la versión oficial que apuntale un Gobierno podrido, del que ya nadie espera ni la apariencia de democrático.

Margarita Robles ha resultado ser la persona más parecida a Pedro Sánchez de entre todos los oportunistas que forman parte del Consejo de Ministros. Ambos entienden el poder de forma similar, y para ambos es la supervivencia personal el fin último. Quizá Robles despiste a esa derecha ansiosa de votar a un socialista por el mero hecho de acudir a un funeral de forma civilizada y muchos se rindan ante ella por utilizar un lenguaje castrense desde su cargo de ministra de Defensa, pero ha demostrado tener el mismo sentido de Estado que la tradición socialista ha inculcado a Sánchez. Un Estado debilitado para que el poder pueda ejercerse de forma despótica y sus recursos estén al servicio de sus intereses personales que someten a los de la nación.

El hecho de que alguien como Ione Belarra sea su mayor enemiga en el Gobierno ha hecho que la derecha sea el mejor aliado de Margarita Robles, por el cobarde temor a que venga alguien peor. Como si no aspirasen a ser alternativa y poder reemplazarla, sino a votarla.

La independencia nunca fue el verdadero fin de los secesionistas vascos y catalanes, sino el sometimiento del Estado, con la previa desaparición de la nación española

“Esto es una sustitución”. Quizá fue lo único cierto que dijo Margarita Robles. El problema es que no asistimos a una sustitución de personas al cargo del CNI, sino a la sustitución definitiva de las instituciones de un Estado democrático al servicio de la nación, desmantelado minuciosamente para ser reemplazado por órganos controlados por quien persigue con rabia su destrucción. Porque la independencia nunca fue el verdadero fin de los secesionistas vascos y catalanes, sino el sometimiento del Estado, con la previa desaparición de la nación española, a sus intereses. Una visión de país que es lo que les une realmente con la izquierda y les convierte en socios naturales.

La impotencia se adueña de los ciudadanos ocupados con la inflación y llenar el depósito mientras la kirchnerización del Estado se consolida. Es hora de abandonar el lamento estéril y el fingido escándalo cada vez que un límite se desplaza o una institución se desvirtúa al ser ofrecida como pieza de desguace por el presidente del Gobierno. Nada cambia. Nada tiene consecuencias.

La crisis democrática en la que Sánchez ha hundido a España requiere algo más que sacarlo de La Moncloa o evitar que pueda refugiarse en alguna Institución europea de la que siempre pueda volver. Ni siquiera rendir cuentas ante los tribunales, si alguno queda en pie cuando llegue el momento, sería suficiente para evitar que volviese a suceder.

¿Qué nos protege de los planes de educación que condenan a las siguientes generaciones? ¿Y del suicidio energético planeado desde el Gobierno?

Sánchez es la prueba de los defectos estructurales del edificio constitucional que mantiene nuestra democracia indefensa que, sin voluntad de protegerse por el abandono del marco cultural común, ha dejado expuestos a los españoles a ser súbditos de la voluntad de un gobernante, de los intereses de alguien sin escrúpulos. ¿Qué nos protege de los planes de educación que condenan a las siguientes generaciones? ¿Y del suicidio energético planeado desde el Gobierno?

Por hacer su trabajo e investigar a quien suponía una amenaza para nuestra seguridad, el CNI ha sido atacado por estos mismos. Los que organizaron un golpe de Estado, nos llevaron a las puertas de un enfrentamiento civil y fueron indultados por Sánchez para poder ser presidente han conseguido debilitar al CNI y desposeerlo de sus funciones de investigar bajo secreto. Todo con la ayuda del presidente del Gobierno y la parsimonia del Partido Popular estancado en el galleguismo.

Si la función principal del CNI es garantizar la unidad de España, la estabilidad de las instituciones y salvaguardar la seguridad nacional y la de todos los españoles frente a enemigos internos y externos empieza a resultar necesario que investigue al presidente del Gobierno y se mantendrá entonces como una Institución al servicio de los intereses de la nación.