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Opinión

O César o nada

En 'César o nada', Pío Baroja ya imaginó, en los albores del siglo XX, a un dirigente político convencido de que España solo podía prosperar con un gobierno progresista 'fuerte y autoritario'

El primer sentimiento que te asaltaba estos días escuchando y leyendo a los que deben a Pedro Sánchez columnas y manutención es el de la benevolencia. Sin duda este era uno de esos momentos en los que había que demostrar que uno se viste por los pies. O que el ridículo es un precio razonable a pagar si lo que está en juego son las lentejas. Pero una vez superada la conmoción inicial, asimilado el sonrojo provocado por la puerilidad destructiva de la “carta a la ciudadanía”, la benevolencia se transformó en incredulidad, y después en abierta decepción, al comprobar cómo personas respetables, colegas brillantes, le compraban los argumentos al autor de la misiva.

No fue César Borgia sino Baroja el que en “César o nada”, una de las novelas de la trilogía que el donostiarra escribió con el título genérico de “Las ciudades”, retrató en los albores del siglo XX a un político, César Moncada, convencido de que España solo podía combatir las desigualdades sociales con un gobierno progresista “fuerte y autoritario”. ¡Bingo! Pedro Sánchez es un Moncada que emplea la contrastada metodología de Donald Trump. Victimismo, presión a jueces y periodistas, movilización de la calle. Un compendio de lo mejor de Donald.

Pedro Sánchez utiliza la contrastada metodología de Donald Trump: victimismo, presión a jueces y periodistas, movilización de la calle. Un compendio de lo mejor de Donald

De este modo, se condena la publicación de informaciones de indiscutible interés público; se fomenta el reproche social de jueces molestos; y se termina sugiriendo, como medidas democráticamente terapéuticas, la subordinación del poder judicial a la autoridad de los partidos políticos o el cierre de publicaciones incómodas. Y todo eso se hace desde posiciones pretendidamente progresistas. Puro trumpismo. De izquierdas, pero trumpismo.

Puede que Begoña Gómez no haya cometido ningún delito, y solo estemos ante un comportamiento de nula estética y dudosa ética. Pero si en lugar de dar las explicaciones oportunas la fórmula elegida consiste en matar al mensajero y excitar las pasiones más primarias contra la Justicia, lo que se está haciendo no es política, no es periodismo; es populismo. Y del peor.

¡Cuerpo a tierra!

Ayer, Pedro Sánchez confirmó que es ahí hacia donde apunta: a una “operación limpieza”, fundamentalmente ideológica, impropia de una democracia que se dice plena. “Demostremos al mundo cómo se defiende la democracia”. ¡Cuerpo a tierra! ¿Cómo se defiende la democracia, Pedro? ¿Cambiando unilateralmente de criterio en asuntos de máximo calado político (Sáhara, amnistía…)? ¿Haciendo lo contrario a lo prometido en elecciones? ¿Alentando en favor de exclusivos intereses de partido el espantajo de una ultraderecha de influencia muy inferior a las de otros países europeos? ¿Convirtiendo irresponsablemente el enfrentamiento social en el principal activo político? ¿Condenando al PSOE a un papel subsidiario al servicio de tu ambición?

Este insólito episodio de ghosting político, que con perspectiva suficiente veremos pasar a la historia de la política basura, tiene como principal víctima colateral a un partido que en otros tiempos presumía de ser el más parecido a España y hoy solo ejerce de fletador de autobuses (les faltó elegir la Plaza de Oriente, lugar propicio para adhesiones inquebrantables) y rehén del emperador.

Sánchez no defiende la democracia contra el ‘acoso y derribo’ de sus enemigos. Quiere hacer justamente lo contrario. Ejercer como tribunal examinador de deontología periodística y órgano de casación judicial

Sánchez no defiende la democracia contra el “acoso y derribo” de sus enemigos, como han argumentado algunos incautos. Quiere hacer justamente lo contrario. Ejercer como tribunal examinador de deontología periodística y órgano político de casación judicial. Y en lo que concierne a su familia, exige silencio. No es una pretensión inviable. Cuenta con el apoyo de no pocos líderes de opinión, los abajofirmantes que respaldan esta democracia ad hominem.  

Caso de Martín Caparrós, prestigioso escritor argentino que militara en las Juventudes Peronistas, quien refiriéndose al matrimonio Sánchez-Gómez, se preguntaba en El País: “¿No habría que pensar maneras -sistemas- en los que lo que le pase a ese señor con su señora y sus insoportables enemigos no pueda cambiar la orientación, el rumbo político de un país? Que eso pueda pasar, ¿no es un fallo brutal?”.

Esta doliente reflexión de Caparrós sintetiza perfectamente la doctrina del sanchismo. El “fallo brutal” que hay que corregir es que un puñado de periodistas y de jueces, “sus insoportables enemigos”, puedan descubrir e investigar comportamientos, presuntamente indebidos, protagonizados por familiares de un responsable político, sobre todo si estos fueran lo suficientemente graves para llegar a “cambiar la orientación, el rumbo político de un país”. Puro peronismo. Adiós controles. Cesarismo. Después de escuchar ayer al presidente del Gobierno, no hay duda. A eso vamos, de cabeza.

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  • S
    Susanam

    La comparación con Trump no se sostiene. El sí es víctima de un complot

  • S
    syloxozi

    Apenas transcurridas 24 horas desde que comenzó la "dictadura perfecta" (aquella en que los ciudadanos creen que viven en democracia) SáncHez prosigue en la culminación de la fase final de su golpe de estado.
    Según El Mundo, ha dado un ultimatum a Feijóo para renovar el CGPJ con el acuerdo del PP o sin el acuerdo PP.
    Tras las dos últimas muestras de cobardía de Feijóo (1.- no llamar a Begoña Gomez a la comisión y 2.- no meterle un voto de censura al caudillo), me temo que pueda volver a rajar se y ceder el control de la justicia al dictador haciéndose el impotente.
    Urge desplazar a Feijóo y plantarle cara al dictador. Feijóo no hace otra cosa que lanzar señales de debilidad y de cobardía ante SáncHez (ese si que parece ser su estilo). Si, todo el mundo sabe que la moción de censura está peerdida pero ya paso el tiempo de las estratégias. Ahora hay que luchar por España y de ser fiel a l juramento de cada uno. SánChez puede pasarse sus juramentos por la entrepierna, pero sería un mazazo definitvo que Feijóo también se los pase.
    Asi que yo me uno al clamor que empieza a oirse para que Ayuso o Cayetana asuman la jefatura de la oposición. Feijóo está a tiempo para ir de numero 1 en las europeas y dejar la batalla política (ya mas que batalla es guerra) a los valientes (en este caso "las valientes")

    ¡Isabel, al ataque! Danos algo de esperanza.

  • W
    Wesly

    Hemos asistido a una farsa cutre y esperpéntica perpetrada por un gran farsante, mentiroso y manipulador acreditado, con el fin de acelerar el proceso en el que lleva tiempo trabajando, consistente en la implantación de la arbitrariedad, prohibida por el artículo 9 de la Constitución, y la impunidad selectiva, prohibida por el artículo 14 de la Constitución, lo que deja en evidencia su vocación totalitaria.

    Para ayudarle a perpetrar este golpe de estado contra la democracia, se dedica a colocar a sus peones más sectarios y obedientes en las principales instituciones del Estado, Gobierno, Parlamento, Fiscalía y Poder Judicial incluidos, cosa que también incumple el artículo 103 de la Constitución, que exige que el acceso a la función pública se haga cumpliendo criterios de mérito y capacidad.

    El aspirante a dictador ya ni se molesta en disimular sus tics totalitarios, que, con esta cutre farsa, han quedado bien acreditados

    Ahora la pregunta es con qué instrumentos cuenta el sistema para proteger la democracia de aspirantes a dictador como Pedro Sánchez. Y ponerlos en marcha urgentemente.

  • S
    Samurai Jack

    Obviamente, menos que nada...