Opinión

Cataluña entre rejas

El secretario general de Vox, Javier Ortega Smith, junto al vicesecretario jurídico de Vox, Pedro Fernández.

Vox está consiguiendo un hito. Unir las dos Cataluñas y encarcelarlas. La independentista y la que no lo es. Nadie hasta ahora, en tan poco tiempo, había logrado unir a aquellos que consideraban que era justa la prisión preventiva contra los políticos independentistas y los que no; aquellos que veían violencia y los que no en los hechos de octubre de 2017; aquellos que sólo veían democracia y los que afirmaban sin asomo de duda que era un golpe de Estado. Con su acusación particular durante los cuatro meses que lleva en marcha el juicio del procés en el Tribunal Supremo, los de Vox han conseguido emerger palabras de otros tiempos; o de otros países. A modo de ejemplo lo son golpe de Estado y organización criminal. Eso es lo que ha habido en Cataluña, y yo ni enterarme, ni como periodista, ni como catalana… Bueno, los puros catalanes -los declarados independentistas- dirían que no lo soy teniendo en cuenta mis raíces sorianas. Pero al final cada uno se siente como se siente y nadie tiene el poder de arrebatarnos un sentimiento de pertenencia o apego a una ciudad, a una persona o a un estilo de vida. Aún no he oído hablar a nadie de saqueo de las arcas públicas, notorio y continuado en el tiempo. Debe ser que no le interesa a ningún partido político entrar en ese barrizal. Mejor seguimos demonizando los ideales de cada cual.

Cataluña está entre rejas, entre rejas porque no avanzamos, pendientes de una independencia prometida que no llega y una prisión que no se acaba, sin gobierno, sin presupuestos, paralizada en todos los sentidos. Las palabras son importantes y decir que en Cataluña ha habido una organización criminal es como decir que durante el gobierno de Jordi Pujol nadie robó a los ciudadanos. Escuchando por la radio -iba en aquellos momentos en coche- el relato final de Ortega Smith en la sala del Tribunal Supremo me parecía volver a la niñez, a las noches del mítico programa radiofónico “Encarna de noche”, a los informativos en blanco y negro; esa potente voz y esa manera de expresarse propia de otros tiempos acompañada de las palabras explícitas de que la condena a los políticos catalanes sea dura y sirva de ejemplo para que nadie vuelva a saltarse las leyes me pareció propia del franquismo más que de la democracia.

No he oído hablar a nadie de saqueo de las arcas públicas, notorio y continuado en el tiempo. Debe ser que no le interesa a ningún partido político entrar en ese barrizal

Justicia sí, ensañamiento no, ni con la Cataluña independiente ni con la que no lo es, porque entre unos y otros seguimos sin avanzar, convirtiéndonos en una tierra a abandonar en lugar de ser una tierra de prosperidad y acogida.

Los sentados en el banquillo se saltaron las leyes como representantes públicos. Sí, sí con mayúsculas, pero ¿es justo y sobre todo humano seguir privándoles de libertad? Castiguemos democráticamente: ¿no serviría la inhabilitación? Que una parte de la sociedad catalana no quiera la independencia no significa que quiera ver a algunos de sus políticos en prisión, que se pudran en la cárcel como pide Vox. Nada más y nada menos que 74 años. Hombre, un poco disparatado teniendo en cuenta que el asesino etarra De Juana Chaos mató a 25 personas y cumplió 20 años (si llega) entre rejas. ¿Pero dónde vamos, señorías? Un error detrás de otro desde la proclamación de independencia de Puigdemont. Querer demostrar que hubo violencia donde no la hubo; mantener una prisión preventiva que no se sustenta; quererse saltar las normas constitucionales para después aceptar cumplir estas normas cuando se trata de cobrar. Es decir, niegas la Constitución en aras de declarar la independencia de tu territorio pero por esa misma Constitución y esas mismas leyes democráticas te eriges en representante de una parte de los ciudadanos. Ese es el sistema, y si no nos gusta lo cambiamos. Pero está claro que no lo cambiaremos con Vox.