Opinión

Barcelona: el voto inútil

Dividiendo el voto, dividiendo las fuerzas, solo se conseguirá que el populismo y el separatismo siga gobernando

La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. EUROPA PRESS

Los romanos, que conocían perfectamente y con pocos escrúpulos lo que es el poder, sabían que una de las formas más efectivas para lograr objetivos políticos (y militares) era dividir al contrario, era su famoso “divide et impera”. Lo hicieron infinidad de veces, con buenos resultados. Ahora bien, el problema lo encontramos cuando la división no viene dada por un actor externo, cuando se entra en procesos autodestructivos, motivados por las más variopintas excusas narrativas pero que, en verdad, solo consiguen, sin intervención ajena, acabar divididos frente a un adversario que solo tiene que sentarse y disfrutar con el espectáculo de autodestrucción.

Nuestro país tiene algunas características singulares, una de ellas es que el valor simbólico y mediático de dos ciudades, Madrid y Barcelona, pesa más que el resto de las ciudades juntas. Este simbolismo, esta capacidad de exposición en los medios, puede condicionar e influenciar el devenir político mucho más allá de lo meramente municipal. Bajo esta premisa, lo que ocurra en las elecciones municipales en Barcelona va mucho más allá del resultado local, puede crear, reforzar o hacer decaer tendencias electorales tanto autonómicas como nacionales. Desde esta perspectiva, quiero analizar las consecuencias que pueden derivarse del escenario “constitucionalista” en Barcelona previsto para las próximas elecciones del día 28 de mayo.

Para este análisis procederé de lo local a lo general. Como bien sabrá el que siga la política catalana, en Barcelona se presentan como mínimo cinco partidos que podrían considerarse constitucionalistas o que no mercadean (o presumiblemente) no mercadearán con el separatismo. Naturalmente aquí no incluyo al PSC que, en el mejor de los casos, se pone de perfil o, como demuestra una y otra vez el gobierno Sánchez, se convierte en colaborador necesario para los intereses del separatismo. Para resumir, en Barcelona nos encontramos con la oferta del Partido Popular, Vox, Ciudadanos, Valents y Barcelona ets Tu.

Si sumásemos todos esos votos en una sola candidatura, según las encuestas, podría estar entre la segunda y la cuarta fuerza más votada, más que ERC

Desde una perspectiva municipal, esta división puede derivarse en una infrarrepresentación del constitucionalismo, con un ayuntamiento en el que solo el PP obtenga algunos concejales (de 3 a 6 de 41) y el resto de las fuerzas no pasen la barrera electoral del 5% y todos esos votos se queden sin representación. La paradoja es que, si sumásemos todos esos votos en una sola candidatura, según las encuestas, podría estar entre la segunda y la cuarta fuerza más votada, más que ERC. Sin embargo, nos arriesgamos, por esa falta de visión, por esa falta de generosidad, por esa miopía tan propia de los que defendemos el constitucionalismo en Cataluña a la imagen de residualidad política. Naturalmente, y en esto quiero ser muy claro, desde una visión de Estado, todo este movimiento debería haberse centralizado bajo las siglas del Partido Popular. Que nadie se rasgue las vestiduras, más tarde explicaré el porqué de esta afirmación.

Me preocupa la segunda derivada, me preocupa la imagen que se dará con un escenario como el comentado. Que solo el Partido Popular esté en el ayuntamiento de Barcelona, siendo la fuerza minoritaria, es lo que necesita el separatismo para seguir justificando, desde un punto de vista regional, que las posiciones constitucionalistas son algo marginal, algo ajeno a la política y a la sociedad catalana. El daño reputacional será enorme, la capacidad de influencia será escasa, se reforzará la autoimagen de una Cataluña singular y diferente del resto de España. Máxime cuando desde el separatismo se están gestando nuevas estrategias, nuevas narrativas (como la trampa de la Ley de Claridad) que, necesariamente, necesitan jugar con la ficción de un gran apoyo social y político.

Cataluña es la única comunidad autónoma con peso demográfico y de representación en la que el PSOE puede obtener un buen resultado

Finalmente, tenemos la clave nacional, que pasa necesariamente por la posición estratégica de Barcelona (electoralmente hablando) como pieza indispensable para que Sánchez pueda reeditar el Frankenstein 2.0. El resultado de las municipales en Barcelona podría ser el primer capítulo del relato para lograr un buen resultado en las Generales del PSC en Cataluña, visualizándose (torticeramente) como la única fuerza constitucionalista con arraigo en esta comunidad autónoma. Cataluña es la única comunidad autónoma con peso demográfico y de representación en la que el PSOE puede obtener un buen resultado y, por tanto, obtener diputados suficientes para el sumatorio que sustentan el gobierno actual.

Como vemos, las elecciones municipales en Barcelona son fundamentales para el futuro de nuestro país, tanto por el gobierno municipal en sí, como para cimentar la visión de una Cataluña diferente del conjunto de España, como por ser una condición necesaria para Sánchez para lograr seguir en el poder. Por eso se necesita la concentración del voto en el único partido político que puede y tiene posibilidades para evitar que siga la deriva populista en nuestro país. Es por lo que, por mucho que se diga o se justifique, en Barcelona se necesita el voto útil. Dividiendo el voto, dividiendo las fuerzas, solo servirá para que el populismo siga gobernando.