Opinión

Asalto a La Caixa

Fainé planea concentrar en Criteria toda la participación de CaixaBank en Telefónica
El presidente de la Fundación Bancaria La Caixa, Isidre Fainé. EP

Tras la investidura de Pedro Sánchez, llega la hora del reparto del botín. La Caixa, el grupo financiero más importante del país, viejo objeto del deseo de la élite política catalana, acapara todas las miradas. Es la pieza a batir. De acuerdo con distintas fuentes, parece precipitarse el asalto a la presidencia de la Fundación Bancaria La Caixa que desde hace tiempo ocupa Isidro Fainé, propietaria del 32% de CaixaBank y del holding Criteria. Pretenden una operación rápida, que aproveche el torbellino en el que actualmente se mueve la política española tras la formación del frágil Gobierno Sánchez. Las fuentes sostienen que esta semana, incluso es posible que mañana mismo, lunes 27 de noviembre, Fainé recibirá una invitación para acudir a un almuerzo en el que previsiblemente se le planteará su salida. Tratan de utilizar para ello los buenos oficios del dirigente socialista Javier Solana, en la confianza que el veterano financiero tiene en él depositada desde hace años de estrecha relación. “Mira, Barzini irá contra ti primero” advierte Vito Corleone a su hijo Michael. “Te invitará a una reunión con alguien de tu absoluta confianza garantizando tu seguridad, y en ese encuentro serás asesinado… (…) Ah, oye, quien te hable de tener esa entrevista con Barzini ese es el traidor, no lo olvides”.

El control, directo o indirecto, de La Caixa y su grupo ha sido siempre la obsesión tanto de los partidos de la derecha nacionalista catalana como del socialista, y naturalmente de los Gobiernos de la Generalidad, una obsesión que los gestores de la entidad financiera, desde José Vilarasau a esta parte, han combatido con éxito manteniéndola en el estricto ámbito de la sociedad civil y el sector privado. Pero todo ha cambiado radicalmente en una España hoy patas arriba. Estamos ante una operación que el Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC) reclama en exclusiva para sí como parte del botín del 23J. El PSC, cuya importancia en la carrera política de Sánchez es conocida, se ha convertido en el sector negocios del PSOE y del Gobierno Sánchez. Y no está dispuesto a repartir cartas con nadie. Los socialistas tienen prisa y quieren concretar el cambio en la presidencia de la Fundación Caixa este mismo mes de diciembre, haciéndolo coincidir con la aprobación de la Ley de Amnistía. Desde luego antes de fin de año. Se trata de aprovechar la turbamulta política en que vive el país en estos momentos. También de evitar por todos los medios que Junts pueda meter baza en manjar tan sabroso. La Fundación controla el 32% de CaixaBank, y el Estado, consecuencia de la operación Bankia, el 17,63% también de CaixaBank. Con la tutela de la Fundación residenciada en el ministerio de Nadia Calviño, ningún problema. Viento a favor.

Los socialistas tienen prisa y quieren concretar el cambio en la presidencia de la Fundación Caixa este mismo mes de diciembre, haciéndolo coincidir con la aprobación de la Ley de Amnistía. Desde luego antes de fin de año

De acuerdo con las fuentes, Solana citaría a su amigo Fainé a una reunión a celebrar esta misma semana, previsiblemente un almuerzo, al que asistiría Salvador Illa, secretario general del PSC, reunión en la que se le plantearía la conveniencia del relevo aludiendo básicamente al argumento de la edad. Los socialistas pretenden vender cara al público una salida que sea vista como plenamente “consensuada” y que esté revestida de todos los honores, una procesión bajo palio que reconozca la labor desarrollada por Fainé al frente de La Caixa desde hace décadas. La relación entre el político socialista y el financiero se inició cuando Fainé quiso empotrar a Rodrigo Rato en La Caixa, después de la estampida protagonizada por el ex ministro de Economía del Gobierno Aznar en el FMI, salida nunca adecuadamente explicada. El juego de equilibrios existente en la institución sugirió la conveniencia de crear un Consejo Asesor Internacional que pudiera servir para pagar peajes y aparcar, con espléndida soldada, a gente como Rato. Isidro colocó en ese Consejo a Solana, con el que ha llegado a desarrollar un grado de amistad, incluso de complicidad, muy fuerte, muy intenso.

La intentona, de la cual han tenido noticia en la sede de la Fundación muy a última hora, coge al hombre fuerte de Caixa sin los deberes hechos. Sin haber elegido sucesor, circunstancia que hubiera impedido esta operación o la hubiera dificultado en grado sumo. Isidro ha ido perdiendo por el camino hombres importantes, llamados en su día a ser su recambio natural al frente de la institución. El primero de ellos, y quizá el más importante, Juan María Nin, actual presidente del Círculo de Empresarios, el gran fichaje procedente del Banco Sabadell que operó en La Caixa como vicepresidente y consejero delegado entre 2007 y 2014. Más reciente y no menos sorprendente fue la salida de Juan Antonio Alcaraz, también procedente del Sabadell y de hecho número tres de La Caixa como responsable de su red comercial, un hombre a quien Fainé había dispensado las atenciones propias de un “delfín” hasta su sorprendente caída en desgracia.  

Algo parecido ocurrió con Pablo Isla, una figura de prestigio dentro del panorama plano rozando lo anodino del empresariado español. Su entrada como patrono de la Fundación (impulsada por César Alierta) se interpretó en su día como un potencial heredero a suceder a Fainé en base al prestigio cosechado como gestor del grupo Inditex. Durante un tiempo Isla aguardó una definición concreta de ese futuro pero el amo y señor se apalancó en su tradicional reserva, su percepción vaticana de los tiempos, ese que sí, que no, que ya veremos, hasta que un día Isla emprendió otros caminos profesionales sin dejar de pertenecer al Patronato. ¿Podría “Don Isidro” tirar de su candidatura al verse ahora atrapado en esta operación estilo Corleone? ¿Podría convenirle a un Isla ahora en otros desempeños? “Su elección aseguraría la profesionalización del imperio Caixa y su independencia, evitando ser pasto de los cazadores de recompensas travestidos de apóstoles de lo social”, en opinión de un destacado empresario barcelonés.

¿Podría “Don Isidro” tirar de su candidatura al verse ahora atrapado en esta operación estilo Corleone? ¿Podría convenirle a un Isla ahora en otros desempeños?

Otros nombres han sonado a su tiempo como potenciales herederos. Es el caso de Josep María Coronas, actual secretario de la Fundación y hombre de amplio currículo, “en quien se pensó durante un tiempo pero que también la cagó tras dar tres cuartos al pregonero por Barcelona contando sus posibilidades como “hereu”. Hay un curioso outsider en esta operación que es el empresario Javier Moll, presidente de Prensa Ibérica, que estableció una buena relación con Fainé con motivo de la compra de un Periódico de Cataluña que arrastraba una considerable deuda con la entidad financiera. Pero ahora Moll y su grupo se han convertido en auténticos fans del Gobierno “procesista”, razón por la cual el PSC podría tirar de su candidatura en caso de que no fuera posible encontrar una solución dentro del Patronato. Más increíble, rozando lo cómico, es la candidatura del conde de Godó, Javier Godó Muntañola, Grande de España, que cuenta con la ventaja de ser miembro del citado Patronato, para quien esa presidencia, meramente decorativa, sería la guinda que coronaría una carrera descollante, en su opinión, como gran empresario de medios (La Vanguardia). Aunque, para increíble, ninguna como la candidatura del propio Illa, también postulado para presidir una Fundación con exceso de pretendientes. 

Un nombre importante dentro del Patronato es el de Marc Murtra, actual presidente de Indra, un sillón al que fue promovido por el propio PSC tras la llegada de Sánchez a Moncloa. “Para el partido ese sería el candidato ideal para suceder a Fainé, sí, un hombre muy bien colocado en el reparto de prebendas de ese socialismo “to pal pueblo” que practica el PSOE y su marca catalana”. Es verdad que Marc está encantado en Indra, donde tiene tela que cortar, pero, hoy por hoy, La Caixa sigue siendo algo bastante más importante que Indra, con serlo mucho. En la vicepresidencia de la Fundación está Juan José López Burniol, un notario conocido y muy presente en los medios que, tras militar con gran entusiasmo en las filas “procesistas”, da ahora muestras diarias de haberse arrepentido, y está también Eugenio Gay Montalvo, magistrado del Constitucional entre 2002 y 2012, todos tan descartados para la sucesión como el propio Francesc Homs, durante un tiempo “hombre de los recados” de Artur Mas en la Generalidad.

Es verdad que Marc está encantado en Indra, donde tiene tela que cortar, pero, hoy por hoy, La Caixa sigue siendo algo bastante más importante que Indra, con serlo mucho

Al frente de la nave, en medio de la tormenta, el incombustible Fainé. En La Caixa desde 1982 y recorriendo todo el escalafón hasta ocupar la presidencia en junio de 2007, y desde 2016 al frente de la Fundación y de Criteria. Responsable número uno de haber convertido la entidad en lo que hoy es, a Fainé le reprochan muchos en Barcelona no haber afrontado el más importante de sus deberes, el de preparar una sucesión que impida que una institución tan importante, baluarte de la sociedad civil, que siempre se bandeó al margen de los vaivenes políticos, termine cayendo en manos de los habituales captores de rentas acostumbrados a vivir de la corrupción de lo público. Ahora va con retraso y con pocos apoyos. Con un José Ignacio Goirigolzarri que, procedente de Bankia, se desempeña como presidente no ejecutivo de CaixaBank y no cuenta con arraigo alguno en Barcelona y con un Gonzalo Gortázar, consejero delegado, que es otro don nadie en el mundo barcelonés. Un delfín en ciernes es Óscar Calderón, secretario general y del Consejo de CaixaBank e indiscutible número uno del área jurídica del banco.

¿Solo frente al peligro? No tanto. El comentario que desde hace tiempo recorre los pasillos de la casa, según el cual la única persona fiel hasta la muerte a Isidro Fainé es Jesús Escolano no deja de ser de un reduccionismo chusco. Con toda una carrera ligada a la gestión de riesgos en La Caixa, Escolano es desde hace tiempo el hombre de absoluta confianza. Ya jubilado, sigue teniendo despacho en la sede de la Fundación, a la que acude diariamente, y sigue mandando mucho por delegación, porque todo el mundo sabe su papel en el entorno del hombre fuerte de la entidad. Pero Fainé, con buena salud, mantiene una red muy importante de relaciones tanto dentro como fuera de España. Muchos años de mando, muchos puestos en Consejos varios, muchos favores hechos. Y muchas millas recorridas. El PSC ya le intentó birlar la presidencia. Ocurrió en junio de 2007. Una maniobra –adelantar 24 horas la celebración de un Consejo de Administración- propició la dimisión de Ricardo Fornesa y el acceso a la misma del propio Fainé. Fue así como Jordi Mercader se quedó con la miel en los labios, y con él su gran valedor, Narcís Serra. La situación vuelve a repetirse. Fainé tiene la oportunidad de adelantarse a sus enemigos tomando decisiones y evitando que la sucesión se la hagan los enemigos de la entidad, los buscavidas de la política. Si se mueve con rapidez, una gran entidad financiera que nació privada y creció privada, continuará siéndolo esquivando el zarpazo de los hampones de “lo público”. Se trata de evitar que le hagan “una oferta que no pueda rechazar” (Don Vito a Johnny Fontane).