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Opinión

Puigdemont somete al PNV

El lehendakari Iñigo Urkullu y el expresidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, en el Palau de la Generalitat, en una imagen de archivo.

Desde que Rajoy perdió la mayoría absoluta, el PP no se acostumbra a gobernar en minoría. Le cuesta lo indecible acordar y aún cuando lo hace, demuestra que entiende los apoyos como compromisos "para cuando se pueda". Cuando pactó con Ciudadanos la investidura aceptó lo que le exigieron los naranjas pero como diría después con toda claridad Martínez-Maíllo, aquella firma "eran lentejas", que se aceptaron porque “estaba en juego la gobernabilidad de España y que no había otra”. Hubieran firmado cualquier cosa con tal de sacar a delante la investidura, de cumplir o no lo acordado ya se vería, y ahora harán lo mismo con la legislatura.

El acuerdo con el PNV, que tanta ampolla levantó en una parte del electorado del PP y en todo el de Ciudadanos, se movió por el mismo principio. El único objetivo de Rajoy, legítimo, es completar la legislatura y lo hará al precio que sea. Todo, y todo significa todo, por la legislatura. Incluso el cuponazo vasco que tensó las relaciones con Albert Rivera. Sin embargo, esta vez tiene muy difícil convencer al PNV. Lo complicado es que ya no se trata de contentar una petición más o menos exigente de los de Urkullu, lo que atenaza a los nacionalistas es la imagen de Puigdemont entre rejas en Alemania mientras ellos van de la mano  del PP en Madrid. Sería considerado herejía en la religión nacionalista.

Si los plazos de presupuestos se dilatan al máximo se retrasaría el calendario de tramitación para su aprobación entre el 9 y el 23 de julio. También cabe el escenario de gobernar sin Presupuestos, en minoría mediante Reales Decretos-Leyes. Sin embargo, si Puigdemont acepta pasar a un segundo plano dejando vía libre a los suyos, es posible que haya nuevo govern en el Palau, se levante automáticamente el 155 y el PNV por fin vea el camino despejado para votar los presupuestos. Puede ser cosa de días o de minutos, pero no es seguro, después de la última propuesta de reconocer el derecho a ser investido del expresident. No deja de ser una paradoja que los Presupuestos Generales del Estado y la legislatura de Rajoy dependan de la actitud de Puigdemont.

 

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