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Ciencia

Darwin guardaba un conejo en la chistera

El espécimen de conejo conservado por Charles Darwin en 1869

Los restos del conejo del condado de Kent conservado por Charles Darwin en 1869 se encuentran meticulosamente separados y clasificados en una caja del Museo de Historia Natural de Londres. En su afán por comprender la naturaleza, el naturalista obtuvo los esqueletos de algunos de estos animales para compararlos con los de otros lugares en busca de diferencias anatómicas. Ahora, 150 años después, esos huesos han servido a un equipo de investigadores también británicos para desentrañar cómo han evolucionado estos animales para defenderse de una de las plagas más mortíferas de la historia: la mixomatosis.

Para el trabajo publicado este jueves en la revista Science, el equipo de Joel Alves, de la Universidad de Cambridge, ha extraído ADN de alrededor de 200 conejos muertos en 1865 y 2013 y han secuenciado cerca de 20.000 genes en busca de las mutaciones que han surgido desde la gran plaga de mixomatosis de la década de 1950. Entre los conejos analizados está el que perteneció a Darwin y otros especímenes procedentes de otros diez museos de historia natural del mundo, cuyo ADN se ha comparado con poblaciones de conejos modernos de Australia, Reino Unido y Francia que han adquirido resistencia a la enfermedad a través de los mismos cambios genéticos, según el estudio. Los autores también han descubierto que la resistencia consiste en una serie de mutaciones en diferentes genes con impacto acumulativo.

La resistencia a la mixomatosis evolucionó mediante muchos pequeños cambios en el genoma

“Comparamos los conejos recogidos antes del estallido del virus en 1950 con las poblaciones modernas que han desarrollado resistencia y descubrimos que los mismos genes han cambiado en los tres países”, explica Alves. “Muchos de estos genes juegan un papel importante en el sistema inmunológico de los conejos. A menudo la evolución funciona a través de grandes cambios en genes únicos pero nuestros hallazgos muestran que la resistencia a la mixomatosis probablemente evolucionó mediante un montón de pequeños cambios a lo largo del genoma”.

En concreto, tres de las mutaciones más significativas se hallaron en el gen FN-alpha 21A, que codifica una proteína que da la señal de alarma celular cuando se detecta un virus. En los experimentos in vitro, las proteínas expuestas a diferentes tipos de virus mostraron la clave de cómo los conejos supervivientes han combatido a la enfermedad desde entonces.

La mixomatosis fue introducida en conejos de Australia para comprobar una población que se había convertido en plaga y el efecto fue devastador. En apenas tres meses se propagó a lo largo de 2.000 km de territorio y en dos años había reducido la población de 600 a 100 millones de ejemplares. En Reino Unido y Francia se utilizó el mismo método a partir de 1953 y las consecuencias fueron terribles para los conejos, que aún hoy en día siguen sufriendo las consecuencias. Al cabo de un tiempo, los científicos observaron que la mortalidad fue disminuyendo y descubrieron que la enfermedad se había vuelto menos virulenta y los animales habían desarrollado resistencia, en un caso claro de selección natural (aunque modulada por la intervención del hombre).

“No todos los museos de historia natural conservan conejos porque no son tan exóticos”

El estudio ha sido posible gracias a la labor de conservación de los museos de ciencias naturales, que no solo coleccionan y analizan especies exóticas. Comparar el genoma de los conejos antes y después de la enfermedad es lo que ha aportado las claves. “No fue fácil obtener muestras de conejos muertos hace tanto tiempo”, asegura el autor principal. “No todos los museos de historia natural conservan conejos porque no son exóticos comparados con otras especies. Pero los museos con los que trabajamos habían hecho un gran trabajo manteniendo sus especímenes bien conservados durante décadas. Esto, y la disponibilidad de la nueva tecnología, nos dio una oportunidad única”.

Los autores creen que este resultado, que por una carambola de la historia ha implicado al propio Darwin, puede aportar pistas muy valiosas para la conservación de los conejos. Se ha descubierto, por ejemplo, que la proteína que ha ayudado a estos animales a sobrevivir al virus del myxoma tiene también un efecto antiviral para otros patógenos peligrosos para la especie. “Mientras luchaban contra el myxoma”, asegura Miguel Carneiro, coautor del estudio, “los conejos pueden haber aumentado su resistencia a otros virus incluyendo, quizás, el de la enfermedad hemorrágica que ahora está matando a tantos animales”. Y recientemente se han hallado cepas de mixomatosis que tienen un poder aún mayor contra el sistema inmune, de manera que la batalla evolutiva de los conejos contra el virus aún no ha terminado.

Referencia: Parallel adaptation of rabbit populations to myxoma virus (Science)

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