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Mémesis

En busca de Icaria, la isla de la utopía comunista

Utopia

 

Por Jose Manuel Blázquez.

 

3 de febrero de 1848, miles de estudiantes y trabajadores a la luz de las linternas y las antorchas, protestan por las calles de París contra lo que consideran un abuso gubernamental, la prohibición de los denominados falsos banquetes, que en realidad eran reuniones políticas. 

En una calle junto al bulevar de las Capuchinas, un grupo de exaltados se encuentra de frente con un pequeño destacamento militar que les impide avanzar y que ordena a los manifestantes que se disuelvan.

Durante el enfrentamiento por accidente alguien dispara un fusil, es el comienzo del caos, los soldados abren fuego contra la multitud. Mueren alrededor de 52 personas y aproximadamente 80 heridos quedan sobre los adoquines. La noticia de la masacre recorre toda la ciudad. Los parisinos enfurecidos, asaltan tiendas, roban armas, queman edificios públicos y levantan alrededor de 1500 barricadas en toda la ciudad.

Finalmente rodean el Palacio de las Tullerías, y Luis Felipe I se ve obligado a abdicar y huir al Reino Unido, poniendo fin a su reinado entre dos revoluciones, la Monarquía de Julio, convirtiéndose así en el último rey de los franceses.

Manifestantes ante el Ayuntamiento de París, rechazan la bandera roja, 25 de febrero de 1848. Foto Wikimedia Commons.

 

El levantamiento en Francia ayudó a desencadenar levantamientos similares en todo el continente. Fue el comienzo de la Primavera de los Pueblos o el Año de las Revoluciones, oleada revolucionaria que recorrió toda Europa. Revueltas populares que significaron el final de las monarquías absolutistas y el inicio de las primeras muestras organizadas del movimiento obrero.

Mientras estas rebeliones suceden, a un grupo de utópicos, los icarianos, la noticia les pilla en alta mar de viaje a tierras norteamericanas para fundar un grupo de comunas igualitarias. Cuando toman tierra algunos de los colonos vuelven inmediatamente a Francia, deseosos de unirse a La Revolución.

 Ubicación del paraíso terrenal imaginado por los icarianos. (Sociedad Histórica de New York).

 

Pero la mayoría de pioneros comunistas reclutados en toda Francia y varios países europeos, continúan su camino para construir en Texas, la ciudad de Icaria. El lugar como llamaban a la "comunidad sagrada" que iba a ser igual que la isla feliz descrita en "Viaje a Icaria", éxito de ventas publicado en 1842 por Étienne Cabet, parlamentario socialista utópico, pensador francés, que abogaba por una forma de comunismo cristiano.

Cabet no creía que fuera necesaria una revolución sino que para llegar al comunismo sería por propio convencimiento. No quería violencia ni  la lucha de la clase obrera sino un proceso "predicando con el ejemplo" para convencer a la gente.

Entre los icarianos de esa primera expedición en busca de la sociedad ideal, también había dos catalanes, el médico barcelonés Joan Rovira e Ignacio Montaldo. Ambos patrocinados por Narciso Monturiol, inventor del primer submarino tripulado y principal representante de la corriente cabetiana en España.

El nombre de Icaria, que Cabet rememoraba en su novela procede de la isla griega de Icaria y que según la mitología griega, fue bautizada así por Dédalo por ser la isla donde murió su hijo Ícaro.


Una utopía que se fundaba sobre principios comunistas, un paraíso utópico con población combinada de Francia e Inglaterra. Donde no existía la propiedad privada ni el dinero. Y la comida, el refugio, la ropa, y todas las comodidades son producidas y distribuidas por el estado.

En realidad, la mítica Icaria, que en teoría debía erigirse en tierras del valle del río Rojo, fue una estafa. Las tierras compradas por Cabet eran pantanosas y difícilmente cultivables y formaban parte de un territorio llamado la Sulphur Prairie (pradera de azufre).

La ciudad de Nauvoo, Illinois, alrededor del año 1855, durante la ocupación por colonos icarianos. Foto Wikimedia Commons

 

Los supervivientes se trasladaron, a duras penas, hacia la antigua ciudad mormona de Nauvoo, Illinois, donde les esperaban 400 nuevos icarianos venidos de Europa; estableciendo la  República Comunista de Icaria. Después de diferentes fundaciones en Corning (Iowa), Cheltenham (Misuri) y en Cloverdale (California), en 1898, esta última comunidad se disolvió de forma voluntaria, y sus miembros decidieron integrarse en los pueblos aledaños.

Placa conmemorativa de la última colonia utópica de Icaria. Wikimedia Commons

 

El movimiento icariano duró 49 años y como todas las utopías de esta era, se diluyeron en el interior de su propia comunidad.

 Plano de Barcelona y alrededores (1855), de Ildefons Cerdà con la situación de Nueva Icaria. Wikimedia Commons

 

En Barcelona algunos de los seguidores de Cabet se establecieron en el barrio del Poblenou, zona a la que bautizaron como Nueva Icaria. Barrio que durante la euforia olímpica del año 1992 se construyó el Parque de la Nueva Icaria con un gran lago con la forma de la isla de Icaria.

Grafiti en la isla griega de Icara donde acabó el sueño de Ícaro. Foto Wikimedia Commons

 

Isla griega donde cayó Ícaro, al derretirse la cera de sus alas por el calor del sol, una de las cinco zonas azules del planeta, uno los lugares con más longevidad del mundo; cuya media de edad de fallecimientos es de 90 años.

Icaria. Wikimedia Commons

 

Una roca entre Europa y Asia en mitad del Mar Egeo, que en 1912 fue un estado independiente durante poco más de cinco meses. Un efímero país como el soñado por Cabet, con su propio gobierno, ejercito, bandera, escudo de armas, sellos e himno nacional.

Bandera del Estado Libre de Icaria (1912), de forma similar a la bandera de Suiza. Wikimedia Commons

 

Tras los estragos de la Segunda Guerra Mundial, los nacionalistas y comunistas lucharon en la Guerra civil griega (1946-49), y el gobierno griego utilizó la isla para el exilio de 13.000 comunistas. En la actualidad muchos de sus longevos habitantes mantiene sus simpatías con partidos de izquierda y el comunismo, por esta razón, Icaria es conocida por algunos como la Roca Roja ("Red Rock"). 

En este pequeño islote donde las personas se han olvidado de morir, ahora en una enorme y cruel ironía a su costa llegan los cuerpos de refugiados sirios, que intentan cruzar desde la cercana Turquía. Refugiados que en la obligada búsqueda de su propia Icaria pierden la vida. 

Dos millones y medios de refugiados (a diciembre de 2015) que han huido hacia de libertad, en la mayor crisis migratoria y humanitaria desde la Segunda Guerra.Mundial. Uno de los mayores éxodos de la historia reciente, donde todos los días 6000 sirios escapan de su país.

Una interrelación de causa-efecto, que se inicio con un 'pequeño' cambio y que generó grandes e increíbles resultados, "el aleteo de una mariposa en Hong Kong puede desatar una tempestad en Nueva York".

El pequeño carro confiscado a Mohamed Bouazizi y que su familia se niega a vender. Foto YouTube

 

Un ciclo revolucionario del que ahora se cumplen 6 años de su inicio, cuando a un modesto vendedor ambulante tunecino llamado Mohamed Bouazizi, la policía le confiscó su puesto de frutas, en respuesta, se presentó ante la comisaría, se roció de gasolina y se prendió fuego.

Durante su agonía miles de tunecinos se revelaron contra las malas condiciones a las que el país estaba sometido, causando el efecto dominó de la Primavera Árabe, cuyas revueltas han afectado a 18 países y ha acabado con al menos 4 gobiernos autoritarios, pero que en Siria no parece tener fin.

Vía 123456789 y 10

Jose Manuel Blázquez @Elzo_

José ManueL Blázquez Alonso (elzo) creador del blog Meridianos, colaborador en la Cadena SER de Ávila y pescador de historias en la red desde hace 10 años.

     

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