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El estreno de 'Pasapalabra' como síntoma

Roberto Leal, presentador de Pasapalabra en Antena 3

Pasapalabra es un maravilloso concurso. Un formato televisivo de éxito que combina la diversión y la inteligencia. Entretiene y forma a los espectadores. Casi una isla en el mar de vulgaridad y tertulias que impera en la televisión que se hace en España. No por casualidad lleva veinte años emitiéndose y ha provocado una conocida guerra entre Mediastet y Atresmedia. Este miércoles se estrenó en Antena 3 con Roberto Leal al frente. Pero todo lo que ha rodeado al estreno es el síntoma de los peores males que aquejan a los contenidos que vemos en nuestras pantallas. Son algunas enfermedades más, pero las resumiremos en tres puntos para no aburrir. 

1. El espectáculo por el espectáculo. La televisión, y más la parte de entretenimiento, es puro espectáculo. Nada nuevo bajo el sol. Y ningún problema con ello. El problema llega cuando el show prima por encima de todo lo demás. Lo gobierna y lo condiciona todo. Se espectacularizan tanto los contenidos que acaban perdiendo su esencia. Se deforma el producto en sí mismo. 

Este es un programa que lleva años funcionando en la franja horaria de tarde -donde se emitirá también en Antena 3, quede claro-, antes de los noticiarios de la noche, pero en este caso Atresmedia lo estrena a lo grande, en prime time, como si fuera una película cinco estrellas o una ficción de renombre. ¿Por qué no emitirlo a su hora y para su público? ¿Qué necesidad hay de tamaño estreno para lanzar el programa?

2. Un debate absurdo y banal. La idiotización e infantilización de los espectadores televisivos tampoco es nueva. Pero la cosa coge tintes de comportamiento digno de denuncia cuando se abren debates absurdos, casi obscenos, banales como el que ha rodeado al estreno del concurso. Todo empezó con una polémica pregunta de Pablo Motos a Leal en El Hormiguero sobre su acento andaluz: "Lo del acento andaluz, ¿qué vas a hacer? ¿Lo vas a suavizar o lo vas a dejar?". 

Los acentos de todas partes no suponen problema alguno, sino que enriquecen el idioma. Y los presentadores buscan un tono más neutro, más articulado, para que todo bicho viviente los entienda

A partir de ahí, ríos y más ríos de tinta, tuits y tertulias. Debate nacional. En cada entrevista que le han hecho al presentador -o en el 99% de ellas-, no faltaba la pregunta sobre el acento. Hasta Susana Díaz se puso a hablar del tema. Una anécdota elevada a categoría una vez más por los medios y por las redes sociales. Los acentos de todas partes no suponen problema alguno, sino que enriquecen el idioma. Y los presentadores buscan un tono más neutro, más articulado, para que todo bicho viviente los entienda. En puridad, el debate no existe en la sociedad, pero no se habla de otra cosa en el universo televisivo. Una campaña publicitaria en toda regla. 

3. Juego sucio en la guerra de audiencias. La batalla legal entre Mediaset y Atresmedia por el programa aún colea y puede perpetuarse. Decidirán los tribunales, pero en la pantalla hay ecos de la pelea. Como todavía escuece que el rival se llevase el concurso, en Mediaset decidieron aprovechar un vacío legal para cambiar su programación con tal de torpedear el estreno del rival. Para ello, tiraron de lo que mejor les funciona: Supervivientes y Jorge Javier Vázquez.

Al igual que ocurre con la publicidad encubierta y otras tropelías habituales, en la guerra de audiencia hay vía libre para el juego sucio. La regulación es mala o directamente inexistente. Y a los dos grandes grupos en liza, Atresmedia y Mediaset, les importa poco pagar una multa con tal de lograr un punto más de share frente al rival. 

¿Y los concursantes de Pasapalabra qué? Ellos han sido y deberían seguir siendo los protagonistas de este divertido y didáctico programa. Pero los males de la televisión actual son demasiados.  

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