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La próxima vez, dejen solo a Vicente Vallés

Piqueras, Ana Blanco y Vallés, antes del debate.

En un país que acostumbra a emprenderla con el árbitro después de cada partido y a hacerle pagar una penitencia que suele ser excesiva, no hay duda de que Vicente Vallés recibirá varios reproches en los días posteriores al debate entre los cuatro candidatos a la Presidencia del Gobierno. Pero el periodista de Atresmedia ha sido este lunes el moderador que más preguntas ha planteado a los participantes y el más incisivo al introducir temas como la corrupción, la reforma fiscal y el déficit. En algunos asuntos clave, como el de los pactos post-electorales, ha sido directo y rotundo e incluso ha repreguntado, lo que le ha situado en un nivel superior a la de sus dos compañeros de mesa, los dubitativos y dispersos Ana Blanco y Pedro Piqueras.

Durante el debate, el conductor de los informativos del mediodía de Antena 3 ha presionado a Pablo Iglesias para que le ilustre sobre su fórmula mágica para convencer a Bruselas de suavizar las condiciones de pago de la deuda española. A Mariano Rajoy, le ha preguntado sobre cuándo deben dimitir los políticos acusados de corrupción, un tema especialmente espinoso en su partido. A Pedro Sánchez le ha pedido que deje claro si pactaría con Podemos para hacer a Iglesias presidente del Gobierno. Y a Rivera le ha invitado a que le explique por qué tiene tanta fe en poder aumentar la recaudación fiscal.

Especialmente contundente ha sido al preguntar a Mariano Rajoy acerca de las medidas de ajuste presupuestario, donde ha empleado un tono que ha obligado al presidente a contestar a la defensiva: “Señor Rajoy, ha dicho que si gobierna después del 26J no hará recortes. Pero eso mismo dijo hace 4 años...”.

Vicente Vallés superó a Ana Blanco y Pedro Piqueras en la cantidad y en la calidad de sus preguntas

Nueva era sin Campo-Vidal

Era la primera vez en mucho tiempo en que Manuel Campo Vidal no ejercía de moderador del principal debate de la campaña electoral. En esta ocasión, el presidente de la Academia de Televisión ha cedido el protagonismo a Blanco, Vallés y Piqueras y ha interpretado un papel mucho más discreto. Ha recibido a los candidatos, los ha acompañado durante unos metros y se ha fotografiado con ellos. Renunció a finales de mayo a repetir como maestro de ceremonias pero, al menos, se ha reservado el derecho de figurar.

Como ocurrió en el coloquio a cuatro bandas del pasado diciembre, los candidatos han estado de pie, aunque esta vez detrás de un atril. Rajoy se situó en el extremo izquierdo, por exigencia de su partido, y Pablo Iglesias en el derecho. A sus espaldas, un decorado kitsch que parecía más propio de la Televisión Española de José María Íñigo y el Un, dos, tres que de una cadena del siglo XXI. Frente a ellos, los tres moderadores, con Blanco y Piqueras claramente superados por Vicente Vallés en cuanto a la cantidad y la calidad de sus intervenciones.

Entre casi una treintena de cámaras y otros tantos micrófonos -alguno de ellos, con fallos constantes durante la primera parte del debate- los candidatos han hablado de empleo, de impuestos, de políticas sociales, de pactos, de Cataluña, de inmigración o de violencia de género. Sorprende, dado el tono de la precampaña, que la palabra Grecia haya sido pronunciada más veces que Venezuela; o que Suecia haya recibido más menciones que 'comunismo'.

Obsesión de Sánchez con Rajoy

Del análisis de las intervenciones del debate se desprende que Sánchez fue una auténtica metralleta contra Rajoy. Como queriéndose desmarcar de esa malintencionada frase inventada por la izquierda radical que afirma que, en las próximas elecciones, votar al PSOE es igual que apoyar al PP -dada la posibilidad de que configuren una Gran Coalición tras el 26J-, el socialista ha interpelado hasta en 15 ocasiones al presidente del Gobierno. Le ha recriminado los recortes sociales, la alta temporalidad del mercado laboral, su política con los refugiados o su negativa a apoyar su investidura el pasado marzo.

Tantas y tan constantes han sido las referencias al presidente que poco antes del final del debate el propio Rajoy le ha sugerido, con tono respetuoso, pero retranca subyacente, que se esforzara más en exponer sus propuestas que en atacarle.

También ha sido especialmente llamativo el duelo de Albert Rivera con Pablo Iglesias. El candidato de Ciudadanos le ha citado en más de una decena de sus turnos de palabra, casi siempre para denostar las propuestas de su programa que considera irrealizables. Mientras tanto, Mariano Rajoy, desde un atril que a medida que avanzaba el debate se llenaba de papeles y post-it con anotaciones, contestaba con datos la catarata de recriminaciones que le han trasladado sus rivales, a los que ha acusado de estar más centrados en explorar los defectos de España que en ensalzar sus virtudes.

"Ánimo, que ya os queda poco", ha afirmado Iglesias a los sindicalistas de RTVE

En el minuto de oro, el más breve ha sido Iglesias, que ha llamado a los ciudadanos a perder el miedo al cambio. Por su parte, Rajoy ha recordado el potencial de España (“somos una gran nación”) y Albert Rivera ha tirado de Martin Luther King para asegurar que tiene un sueño para este país. Pedro Sánchez ha cerrado el debate con un discurso centrado en el Estado del Bienestar en el que ha citado a varios de sus caladeros de votos.

A la puerta del Palacio de Congresos, una veintena de sindicalistas de RTVE se ha concentrado para reclamar una televisión pública libre de injerencias del Partido Popular. Iglesias, primero, y Sánchez, después, se han acercado para saludarles a su llegada. El candidato de Podemos ha solicitado a los presentes que le regalaran un lazo naranja, símbolo de sus protestas, y les ha lanzado un mensaje triunfalista, marca de la casa: “Ánimo, que ya os queda poco”, han detallado fuentes presenciales.

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