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El despido 'fulminante' de Fernando Garea enturbia el desembarco de Moll a Madrid

El dueño de Prensa Ibérica había trasladado su malestar a Garea por el rumbo del proyecto. Los periodistas han expresado su apoyo a su antiguo 'jefe'

Fernando Garea
Fernando Garea

La tarde del martes fue desconcertante en la redacción madrileña de El Periódico de España, como ocurre cuando la rutina se altera por un hecho inesperado. Su director, Fernando Garea, fue llamado a consultas por los responsables de Editorial Prensa Ibérica y, allí, en un despacho de la calle de Pedro Muñoz Seca le comunicaron su cese, tan sólo tres meses después de la puesta en marcha del rotativo.

El afectado quiso comunicar la noticia a su equipo, pero cuando acudió a despedirse de los periodistas de la sección que se encarga de la edición impresa, la empresa ya había anunciado el nombramiento de Gemma Robles como nueva directora a través de la web. En la redacción, las caras eran de sorpresa. Nadie daba crédito a lo que ocurría.

A las 20.31 horas, el director de 'El Periódico de Catalunya', Albert Sáez, escribía un correo electrónico a sus periodistas para anunciar que a las 10.00 horas del miércoles se celebraría la toma de posesión de la nueva 'jefa' del rotativo. “Creo que es importante que la arropemos en este momento de su carrera professional”. Así decía el mensaje. Literal. Con la doble ese.

Políticos del entorno de la izquierda morada, como Juan Carlos Monedero, insinuaban que el cese de Garea se debía a razones políticas, pues los periodistas incómodos no son del agrado de los poderosos. Sin embargo, ninguna de las fuentes de Prensa Ibérica consultadas por este periódico consideran cierta esa hipótesis. O, al menos, no tienen constancia al respecto.

Al contrario, coinciden en señalar que el despido se explica en las diferencias de criterio con el dueño del grupo. También en la propia concepción del proyecto, que dificulta la toma de decisiones.

En este sentido, hay que tener en cuenta que El Periódico de España opera en Madrid de forma paralela a la delegación en la capital de El Periódico de Catalunya, que hasta ahora estaba dirigida por la propia Robles.

De hecho, antes de que Moll lanzara esta nueva cabecera, había barajado la posibilidad de ampliar la edición de El Periódico en Madrid, aunque finalmente optó por lanzar un diario generalista que se nutriera, en parte, de los contenidos del resto del grupo, que tiene publicaciones en varias comunidades autónomas. Precisamente, una de las causas de su malestar de Moll es que considera que EPE -acrónimo de la nueva cabecera- no ha aprovechado el potencial de los 1.200 periodistas de Prensa Ibérica.

En el día a día, había una tricefalia, conformada por Fernando Garea, por Gemma Robles y por Albert Sáez. Los dos primeros, en Madrid; y el segundo, en Barcelona. El sistema no ha funcionado como consideraba su dueño.

EPE dispone de una edición digital y otra impresa. La primera ha rebasado el listón del millón de lectores en el último mes, si bien la segunda apenas si vende unos cientos de ejemplares en los quioscos. Garea incidió en sus redes sociales en que su equipo había cumplido sus objetivos -"al 120%"-, pero fuentes cercanas a Moll apuntan a que el impacto del 'papel' no ha sido el esperado.

Cierre de filas con Garea

La redacción ha mostrado un amplio apoyo este miércoles a Garea y han puesto en valor su trabajo en este tiempo. Entre sus mesas existía cierta incertidumbre con respecto al rumbo que adoptará a partir de ahora el proyecto, que había sido moldeado por el exdirector y por algunas personas de su máxima confianza, tanto en el terreno periodístico como en el tecnológico.

Gemma Robles ha dedicado palabras de apoyo a sus periodistas, en el discurso que les dedicaba unas horas después del cese de su predecesor: “Esta redacción ya ha demostrado, en solo tres meses, su capacidad para poner en marcha un periódico con una potencialidad enorme tanto en web como en papel”.

También reconoció el “esfuerzo” y el “trabajo” realizado por Garea. “Le he respetado, le respeto y le respetaré”, añadía. A su lado, estaba varios miembros de la plana mayor de Prensa Ibérica. Entre ellos, Moll y su hijo, que también ejerce de directivo.

Moll, padre, ha trasladado a los periodistas de EPE que el objetivo es “alcanzar la excelencia” tras la “consolidación” de la cabecera en estos tres meses.

Lo cierto es que su proyecto ha sufrido su primer gran contratiempo, con la destitución de un director que tenía a la redacción de su lado -explican las varias fuentes consultadas-, pero no así al 'alto mando' de Prensa Ibérica.

Grupo Zeta

Conviene recordar que sus primeros pasos de este editor en el Grupo Zeta tampoco han sido fáciles. La familia Asensio le vendió su participación en 2019 tras varios años tratando de lucha por aliviar las urgencias financieras de la empresa.

La operación fue posible porque la banca acreedora decidió perdonar a Moll el 70% de la deuda de Zeta, que ascendía a casi 100 millones de euros. Esta quita no estuvo exenta de polémica, puesto que entre estas entidades se encontraban los institutos de finanzas catalán y valenciano, es decir, dos entidades públicas. De hecho, el PP llegó a pedir explicaciones a Ximo Puig a este respecto.

Según los datos que figuran en el Registro Mercantil, la sociedad editora de El Periódico de Catalunya facturó en 2018 un total de 50,9 millones de euros, frente a los 29,76 millones de 2020. Los ingresos han caído y las pérdidas declaradas han sido mayores. En 2020, de 7,1 millones. Sin duda, la pandemia ha afectado a las cuentas del diario.

Lo sindicatos del grupo han sido críticos con Moll. Entre otras cosas, por la poca paciencia que demostró tras la declaración del primer estado de alarma, pues fue el primer editor que presentó un Expediente de Regulación Temporal del Empleo (ERTE) sobre su plantilla. El cual, por cierto, estuvo acompañado de despidos en algunas cabeceras.

Inestabilidad mediática

La brevedad del mandato de Garea también ilustra sobre la realidad del sector de los medios de comunicación en los últimos años, que ha estado marcada por la inestabilidad de una parte significativa de los proyectos periodísticos.

Sin ir más lejos, El País ha tenido cuatro directores en ocho años, al igual que El Mundo. El mandato de algunos -como David Jiménez- apenas si se ha extendido durante 12 meses.

El ciclo de Garea en EPE ha sido todavía más breve: le nombraron el pasado verano, inició su proyecto en octubre y lo ha terminado en enero. Todo, después de que el Gobierno de Pedro Sánchez le mantuviera apenas un año y medio al frente de la Agencia EFE por considerar que su servicio de noticias no había demostrado sensibilidad con los intereses de Moncloa.

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