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ANÁLISIS DE MEDIOS

A Pallete le duele la cabeza y eso 'revuelve' a los medios españoles

El crecimiento de las plataformas de contenido bajo demanda, las restricciones impuestas por la CNMC y la dificultad para configurar una oferta atractiva de entretenimiento empañan el presente de Movistar Plus

José María Álvarez-Pallete, presidente de Telefónica.

Todo avanza tan rápido que los buenos negocios de hoy pueden ser las rémoras del mañana. Es de suponer que la 'era de la digitalización' será recordada por los profundos cambios económicos y sociales que trajo. Con la revolución industrial se sustituyeron los artesanos por operarios; y con la transformación actual se ha prescindido de una buena parte de los formatos físicos. Nacen nuevas actividades cada poco tiempo, pero otras también mueren y los hábitos de los ciudadanos cambian con rapidez. Hace unos años, Digital Plus era una televisión de pago envidiable. Hoy, Telefónica se pregunta qué hacer con esta plataforma.

Ni siquiera hace una década que Prisa tuvo que desprenderse de ella para amortizar deuda. Entonces, en Moncloa encendieron las señales de alarma al comprobar que la única propuesta interesante que tuvo Juan Luis Cebrián sobre la mesa de su despacho fue la de Al Jazeera. Es decir, de una empresa catarí que quiso entrar en España y explotar los derechos audiovisuales del fútbol. Una persona que estuvo implicada en aquella negociación recuerda que se produjo algún viaje a la carrera por Madrid para frenar esa opción e impulsar a César Alierta a que presentara una oferta ganadora. Y así fue.

Telefónica adquirió la televisión por satélite de Prisa, la bautizó como Movistar Plus -con su propia marca- y comenzó a explotarla con varias limitaciones, impuestas por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC). La operadora no podía firmar contratos muy largos en exclusividad ni explotar el fútbol en solitario, pues el regulador le obligó a compartirlos. Eso hizo que los paquetes de fusión -internet, teléfono y televisión- que ofrecía a sus clientes fueran menos competitivos.

Pero es que, además, en estos años han proliferado los servicios audiovisuales de contenidos bajo demanda (OTTs) y se han colado en varios millones de hogares. Y contra esa nueva oferta de televisión, Telefónica tiene difícil competir, pues el catálogo de Netflix, HBO, Disney+ o Amazon Prime Video es enorme y su precio, mucho menor. ¿Cómo convencer a un ciudadano de que pague mucho más por Movistar Plus? En principio, por el fútbol. ¿Y de verdad el fútbol tiene tanto valor como para pagar más de 100 euros al mes por verlo?

Un sector muy complejo

El mercado ha cambiado y eso ha hecho que Movistar Plus pierda atractivo, tanto para los ciudadanos, como para la propia Telefónica. Durante el confinamiento, se produjo un boom de suscripciones a Netflix en todo el mundo. La televisión de Telefónica disponía entonces de 4 millones de abonados. Actualmente, el número es de 3,7 millones. El dato no aumentó durante el estado de alarma, cuando se suspendieron las competiciones deportivas. Tampoco bajó hasta el cuarto trimestre de 2020. Desde entonces, la tendencia es (ligeramente) a la baja. La televisión ha perdido fuelle.

¿Hay vida sin fútbol para Movistar? ¿De verdad es capaz de competir en entretenimiento contra las grandes plataformas? ¿Vale la pena gastar tanto dinero en la producción de series y programas? ¿Eso ayuda a atraer abonados?

El debate se ha planteado en algunas ocasiones en el Comité de Dirección de Telefónica -explican fuentes internas- y adquirió un tono diferente a finales de 2021, cuando la retirada de la parrilla del canal #0 del programa de Andreu Buenafuente desató fuertes críticas por parte de algunos cómicos y opinólogos de izquierda, que acusaron a los directivos de Movistar de censurar su humor.

Como de costumbre, no tenían ninguna razón. De hecho, Telefónica acaba de contratar un programa para el cómico Dani Rovira que producirá la empresa de José Miguel Contreras (Lacoproductora). Pero ya se sabe: difama, que algo queda.

Este ruido afectó en la sede central de la compañía en Las Tablas. Porque, en realidad, su idea es la de hacer una 'televisión blanca', sin informativos ni polémicas partidistas, para que sus contenidos atraigan al mayor número de abonados posible a sus servicios de internet, móvil y televisión. Así que los mensajes de determinados cómicos, que denunciaban la imposibilidad de hacer chistes sobre Vox, sentaron mal en la compañía.

Las opciones de Álvarez-Pallete

El Confidencial publicaba hace unos días que Telefónica ha contratado a McKinsey y BCG para definir el futuro de la plataforma, al considerar que penaliza el valor de la compañía. Fuentes de la operadora de telecomunicaciones apuntan a que la opción más plausible en este momento es la de buscar un socio industrial para que se haga cargo de los contenidos de entretenimiento de la plataforma.

Ahí -apuntan- existen varias opciones sobre la mesa, desde la de pactar con una major estadounidense -llegó a hablarse incluso de la posibilidad de llegar a un acuerdo con Netflix, cosa que resultó imposible- hasta la de realizar algún tipo de operación con Atresmedia, con quien existe una buena relación, dado que ambas empresas participan al 50% la productora Buendía Estudios.

Entre tanto, la sombra de Vivendi planea sobre el mercado español. ¿Existe la posibilidad de que la compañía francesa adquiera Movistar Plus? Existe, pero, de momento, no hay ninguna negociación al respecto, inciden estas fuentes.

La compañía francesa tiene dinero en caja tras las ventas de porcentajes accionariales de Universal Music y amasará una cantidad mucho mayor si finalmente triunfa la OPA de KKR por el 100% de Telecom Italia, si bien ha considerado como “insuficiente” la oferta presentada por el fondo de inversión.

La empresa presidida por Vicent Bolloré acumula el 9,9% de las acciones de Prisa y ha pedido permiso al Gobierno para poder escalar hasta un máximo del 30%. Telefónica tiene desde hace más de un lustro su participación a la venta en la compañía de los Polanco (9,4%). Es decir, uno quiere crecer y, el otro, irse de allí.

Lo principal es que Telefónica entró en Prisa como parte de la operación de Estado -¡ay, estas operaciones!- para que la compañía de los Polanco no se hundiera; y aterrizó en el negocio de la televisión para tratar de otorgar un valor añadido a sus paquetes de fusión. El problema es que los tiempos cambian a toda velocidad y nada ha salido como la operadora quería.

Ahora, José María Álvarez-Pallete tiene un dolor de cabeza que quiere aliviar. ¿Vender? ¿Buscar un tercero para tratar de impulsar la plataforma? Todo está por ver.

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