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Casimiro García-Abadillo: la caída de un eterno segundón sin madera de director

Casimiro García-Abadillo sólo ha permanecido 450 días al frente del diario 'El Mundo'

La etapa de Casimiro García-Abadillo al frente del periódico El Mundo ha sido tan breve como larga fue su trayectoria como primer espada de Pedro J. Ramírez. Ha permanecido en el cargo 450 días en los que se ha enfrentado de forma permanente a las odiosas comparaciones con su antecesor, con el que ha estado enfrentado durante una buena parte de su “reinado”. Su cabeza rodó este jueves por la tarde, cuando el Consejo de Administración de Unidad Editorial decidió sustituirle por David Jiménez. El argumento aducido por la empresa para justificar el cambio es que busca un perfil más joven y familiarizado con la prensa digital para encabezar el rotativo. Quiere un comandante más acorde con los nuevos tiempos, con las manos menos manchadas de tinta.

Su destitución fue recibida con sorpresa en la redacción del diario. No por ilógica, sino por inesperada. Es cierto que en la mañana del jueves algunas empresas del Ibex 35 llamaron a la redacción del periódico para certificar si era cierta la noticia que corría sobre el cese, pero nadie otorgó demasiada importancia a un rumor calificado de “uno de tantos”, según fuentes del periódico. De hecho, el propio García-Abadillo se encontraba en ese momento en Antena 3, ejerciendo de contertulio de Espejo público, ajeno a la decisión que se cocinaba en el Consejo de Administración de Unidad Editorial.

Su mandato ha sido exiguo y, en su primera etapa, complejo y agitado. Comenzó cuando la propiedad del periódico, los italianos de RCS MediaGroup, optaron por destronar a Pedro J. Ramírez, en lo que muchos –entre ellos, el propio afectado- interpretaron como una decisión de carácter político, impulsada por un Gobierno de Mariano Rajoy disgustado por la publicación en el diario de escándalos de corrupción relacionados con el PP. Y terminó en la tarde de ayer, cuando el consejero delegado de Unedisa, Antonio Fernández Galiano, le comunicó el cese con una de las razones más crueles que se pueden aducir para sacrificar a un periodista veterano: la necesidad de buscar savia nueva.

Un par de horas después de que trascendiera la noticia, García-Abadillo se dirigió a la redacción. Lo hizo con un parlamento plano, sin estridencias, en el que no lanzó dardo alguno contra la empresa. Un sector de la redacción no se tomó nada bien su decapitación y pidió explicaciones a Fernández Galiano, que apenas si pronunció unas palabras ante el auditorio en tono visiblemente nervioso. Algunos periodistas amagaron con amotinarse y no sacar el periódico, y ahí fue el propio director quien, en un ejercicio de cordura, les conminó a abandonar la idea.

Un buen segundo, pero un mediocre primero

Casimiro García-Abadillo no ha estado a la altura del momento histórico que le ha tocado vivir al frente de un diario en franca decadencia. Como en la novela de Jorge Martínez Reverte, Demasiado para Gávez. Siempre agarrado a las faldas de Pedro J. Ramírez, ni en sus mejores sueños pudo imaginar que un día los italianos de RCS lo fueran a elegir para cubrir la tan alargada sombra de un periodista tan polémico, tan poliédrico, tan admirado, tan temido, tan odiado como Jedrojota. No ha podido ser. Una oportunidad perdida, un ascenso truncado por la cruda realidad. Casimiro fue un gran periodista económico durante lustros y un buen Sancho Panza. Pero el fiel escudero no ha sabido ejercer de caballero.

El grupo RCS MediaGroup lo ha fulminado cuando sólo llevaba 15 meses en el cargo, dentro de un proceso de cambios internos que también se ha llevado por delante al director de Il Corriere della Sera, Ferruccio de Bortoli.

Casimiro fue un buen Sancho Panza. Pero el fiel escudero no ha sabido ejercer de caballero

Natural de La Solana, llegó a El Mundo de la mano de Ramírez en 1989, año de su fundación, donde iría forjando su trayentoria como redactor de Economía, después como redactor jefe y posteriormente como corresponsal económico. Diez años después ascendió a director adjunto, en lo que significó el primer paso hacia su eterno delfinato. Por aquel entonces parecía inimaginable que un día el periodista riojano fuera a ser fulminado de la dirección de El Mundo tras poner en quiebra a Unidad Editorial S.A.

En 2004, Pedrojota le dio el espaldarazo definitivo como futuro sucesor al nombrarlo vicedirector, un cargo de nueva creación que también recayó en su otro hombre de confianza, Miguel Ángel Mellado.

Pero llegaron las vacas flacas, la crisis económica y el hundimiento de la cuenta de resultados de los medios tradicionales (tal que el grupo Prisa, que lleva también años en quiebra técnica, con el beneplácito de los bancos acreedores). En paralelo, Ramírez endureció la línea crítica del medio contra el Gobierno Rajoy y contra los desmanes -algunos- del Rey Juan Carlos, que durante décadas disfrutó del pacto de silencio impuesto a todos los medios en España.

Con una deuda rampante provocada por la absurda compra de Recoletos -un misterio aún no explicado, como tantos otros en la España de la corrupción rampante- y la caída en picado de la publicidad, Ramírez mantuvo su línea dura contra todos, hasta que los dueños italianos, hartos de perder dinero y en sintonía con los deseos del Gobierno español, acabaron por destituirle hace ahora 15 meses, para confiar el futuro del medio al eterno delfín.

Casimiro templó gaitas con todos y devolvió una cierta tranquilidad al periódico. Lo que no ha podido conseguir ha sido frenar la sangría de lectores de El Mundo, en línea con lo que está sufriendo el resto de medios tradicionales. De hecho, en 2014 el periódico perdió una décima parte de sus lectores.

En las últimas semanas, ha padecido la deserción de algunos de los periodistas más relevantes del diario. Manuel Jabois se marchó a la competencia, mientras que otros, caso de Fernando Baeta y María Peral, recalaban en El Español, el proyecto de diario digital con el que Pedro J. Ramírez quiere volver a asombrar al mundo mundial. 

Hace unos días, en una reunión de la cúpula del periódico, Abadillo mantuvo un desencuentro con el director general de Unedisa, Javier Cabrerizo. En la discusión, el ejecutivo acusó al de La Solana de otorgar demasiada importancia al papel, en lugar de concentrar sus esfuerzos en la versión digital del diario. Esa discusión anticipó su caída, confirmada este jueves y considerada como el punto de partida de una transición que culminará cuando el trotamundos David Jiménez -sobre el que existen muchas dudas en la redacción- tome el bastón de mando.

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