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La Polinesia de Gauguin, el paraíso más remoto

Taiohae, en isla Nuku Hiva.

Paul Gauguin debió de ser un tipo de carácter, digamos, difícil, pero pintó algunos de los cuadros más extraordinarios de los últimos siglos, así que los que no hemos tenido la necesidad de tratarlo en persona podemos gozar de su pintura sin complejos. Además, llevó a cabo uno de los viajes —en lo físico y en lo creativo— más importantes de la historia del arte occidental. Este nueve de mayo se cumplen 110 años de su muerte en la lejana Hiva Oa, en las islas Marquesas, por lo que revivir sus viajes por la Polinesia Francesa se convierte en algo más que oportuno.  Él fue en busca de los últimos verdaderos salvajes. Nosotros, siempre más modestos, podemos conformarnos con buscar los paisajes, alguna playa y el intenso perfume de las islas de los Mares del Sur.

Paul Gauguin llegó a Papeete en 1891, en su primer viaje a la Polinesia, y quedó decepcionado. Pensó que había viajado al otro extremo del mundo para encontrar lo mismo que había dejado en Francia. Por lo que se ve no le impresionó mucho la visión que hay desde el puerto de los picachos volcánicos de Moorea, medio envueltos en nubes que se vuelven lentamente rosadas al atardecer.

De Moorea a las Marquesas

Aun así se quedó en la isla y vivió un par de años en la zona de Mataia. En 1893 regresó a París con 66 pinturas que no fueron apreciadas. En 1895 volvió a Tahití y se instaló en Punaauia, donde siguió pintando, esculpiendo y escribiendo.  Hay un museo en Papeari (PK 51.200), en la costa meridional de Tahiti, donde vivió durante su primera estancia en la isla. En él se repasa su vida con algunos documentos, fotos de obras conocidas y, sobre todo, con algunas pequeñas obras originales como grabados, acuarelas y pequeñas tallas.

Sin embargo buscaba algo más, y creyó encontrarlo en las islas Marquesas. Según él, este archipiélago tenía un elemento salvaje que haría revivir el fuego de su entusiasmo. En 1901 tomó pasaje en el Croix de Sud y llegó a Atuona, en la isla de Hiva Oa, en las siempre misteriosas Marquesas.

Este archipiélago está formado por las islas que en todo el mundo más alejadas de un continente del mundo, y a su alrededor hay miles de kilómetros de océano en todas direcciones. La llegada a Hiva Oa, una isla de picachos todavía más abruptos que en Tahiti, es siempre la culminación de un sueño.

La casa del placer

En Atuona, la capital, se instaló Gauguin en la última etapa de su búsqueda del paraíso. Hizo construir una casa, la Maison du Jouir (la "Casa del Placer"), que ha sido reconstruida recientemente y forma parte de un museo dedicado a su obra. Junto a la entrada del piso superior, donde instala su taller, colocó dos placas talladas de madera con sendas inscripciones: Soyez amoureuses et vous serez heureuses ("Sed amorosas y seréis felices") y Soyez mistérieuses ("Sed misteriosas").

La búsqueda de esta Polinesia misteriosa es sencilla en las Marquesas: los hombres lucen tatuajes tradicionales y las islas están plagadas de petroglifos y restos arqueológicos de esta antigua cultura. En Puamau se encuentra el tiki, la estatua de piedra, más grande del archipiélago, que sólo es superada por los moais de la isla de Pascua. Se encuentra dentro de un recinto sagrado, perdido en la arboleda al pie de un pináculo rocoso, a poca distancia de una playa de cantos rodados.

De camino al cementerio

En Atuona, en algún momento habrá que acercarse al cementerio, en busca de la tumba de Paul Gauguin. La del cantante belga Jacques Brel se encuentra a poca distancia. Este paseo es, en realidad, un homenaje a la vida, a las elecciones que significan el deseo de encontrarse en el lugar en que uno debe estar. Sobre su tumba suele haber algunas tiarés que han caído desde el árbol que crece al lado.

En 2003, para conmemorar el centenario de la muerte del pintor, se inauguró en Atuona un museo que muestra viejas fotografías, algunos objetos del pintor y las copias que el artista francés Alain Marthouret realizó de los cuadros que Gauguin llegó a pintar en esta isla. A poca distancia se encuentra la reproducción de la Maison de Jouir

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