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Destinos

Bosques: 6 excusas para no estar en casa

Pinsapar de Grazalema (Wikimedia Commons | Karton82 - imagen con licencia CC BY-SA 3.0).

Montseny

Declarado Parque Natural desde 1977, el de Montseny es una verdadera selva que se extiende casi hasta el mar Mediterráneo. Se trata de uno de los puntos álgidos de Cataluña, por lo que si ascendemos a través de sus senderos podremos observar cambios en su frondosa vegetación, formada por alcornoques, abetos, robles, laureles y todo tipo de arbustos, hasta poder divisar el prepirineo y el litoral. Se trata de una ruta ideal para familias, que disfrutarán de los animales pequeños que pueblan el bosque tanto como del centro de interpretación de Sant Celoni. En el municipio de Espinelves existen tiendas de artesanía de madera que en Navidad también sirven abetos preciosos abetos. Podemos hospedarnos allí o en otros municipios como Fogars de Monclús.

Pirineos Leridanos

Sin salir de Cataluña, los Pirineos nos ofrecen gran variedad de actividades, y el otoño es una de las estaciones ideales para visitarlos. La estación de Baqueira-Beret permite calzarnos los esquís en invierno o disfrutar de otras actividades cuando hace sol, por no hablar de los paisajes y rutas para practicar el senderismo, como las de Abertar de Varicauba o el Circo de Colomers. Salardú es uno de los muchos lugares ideales para comer y alojarse, el trampolín perfecto para visitar los santuarios y sorpresas que nos reserva el Valle de Arán. El hostal Deth Pais tiene vistas muy buenas y ese aire rural que buscamos.

Bosque de Saja

Viajamos a la Cantabria rural y descubrimos el río Saja y el hermoso valle que lleva su nombre. Allí, entre hayas y robles, podemos intuir la presencia de una rica fauna que incluye jabalíes y otras especies amenazadas que elevan la zona a la categoría de tesoro, entre ellos el característico pito negro, un pequeño pájaro carpintero de inconfundible color oscuro y un mechón rojo intenso que lo convierte en algo familiar. Hay multitud de sendas y rutas que nos permiten pasar el día caminando, disfrutando del ambiente, aunque también podemos descubrir las apacibles aldeas como La Franca y hasta degustar un buen cocido montañés para regresar con el estómago lleno. 

Palmeral de Elche

La ciudad guarda varios secretos, entre ellos ser ella misma una ciudad oasis, y por tanto el poder sentir la naturaleza muy cerca y dentro del mismo casco urbano. El Palmeral de Elche, declarado Patrimonio de la Humanidad en 2000, es un verdadero espectáculo por sí mismo y el mayor bosque de su clase en toda Europa. Creado por los musulmanes que fundaron la ciudad original, está dividido en varios huertos (el Parque Municipal, el Huerto de Abajo, el del Cura, el del Chocolatero) que permiten un agradable paseo, ya sea a pie o en bicicleta. Estamos ante una selva de palmeras en la que destaca la variedad imperial, llamada así por la emperatriz Isabel de Baviera, y con una extraña forma de candelabro. Prohibido olvidarse de probar sus dátiles

Monte de El Pardo

A pocos kilómetros de Madrid los más perezosos urbanitas pueden encontrar la redención en uno de los pulmones más importantes de la capital. El monte de El Pardo y su bosque mediterráneo de encimas ocupa un cuarto de la superficie del municipio, nada menos que 16.000 hectáreas, de las que sólo se puede visitar un pequeño pero igualmente fascinante porcentaje, de ahí su excelente conservación. El Pardo, antaño coto de caza del poder político y de Franco, fue hogar del oso pardo y lo es actualmente de jabalíes, ciervos y -atención- una especie tan protegida como es el águila imperial, que vuela sobre todos nosotros aparentemente ajena al caos de la capital. 

Pinsapar de Grazalema

La Sierra de Grazalema, en el noreste de Cádiz, también ofrece paisajes ideales para la relajación otoñal. Poblada sobre todo por el pinsapo, un abeto milenario que ha proliferado en grandes masas amparado en la humedad y constantes lluvias de la región, en Grazalema también abundan encinas y alcornoques. El Parque Natural es una opción ideal para escapadas rurales, y Ubrique o la propia Grazalema pueden convertirse en el refugio ideal para descansar de la escapada, hacer unas compras (atención a la industria de piel de la zona) y tomar unas buenas migas.

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