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Internacional

Los egipcios como Pedro Sánchez sostienen a Nicolás Maduro

El Gobierno español se ha puesto deliberadamente de perfil ante la crisis desatada en Venezuela tras el pronunciamiento de Juan Guaidó el pasado miércoles. El presidente Pedro Sánchez ha tardado ¡18 horas! en decir algo al respecto... y ni siquiera ha aclarado a cuál de los dos presidentes del país le confiere legitimidad.

Es triste que un país como España, que ha sido tradicionalmente un referente en Europa sobre los asuntos latinoamericanos, haya reaccionado con tanta tardanza y de forma tan ambigua. Por mucho que fuera necesaria la prudencia durante los primeros momentos, Madrid no puede esconderse poniendo la excusa de que es la Unión Europea quien debe pronunciarse.

Muchos están utilizando el argumento de que todo esto es un golpe de Estado organizado por Donald Trump, desde Maduro hasta la extrema izquierda española, pero Sánchez no debería caer en comprar semejante mercancía. Basta con que se fije en uno de sus referentes internacionales, el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, quien no tardó ni tres horas en reconocer a Guaidó como presidente provisional.

Y es especialmente triste el papel que en todo esto ha jugado el ministro de Asuntos Exteriores, Josep Borrell, que se ha visto obligado a guardar silencio cuando él mismo llevaba semanas diciendo, literalmente, que "desde el 10 de enero Nicolás Maduro no tiene legitimidad democrática" porque las últimas elecciones presidenciales "no cumplían los estándares" para ser "justas y libres".

La posición ambigua del Gobierno, y del resto de los países europeos, tradicionalmente pacatos en estos casos, ha servido para dar cierto aire a Maduro, cuando precisamente el miércoles por la noche parecía prácticamente derrotado tras la cascada de reconocimientos internacionales a Guaidó. 

Es evidente que ni Moncloa ni la UE prefieren a Maduro frente a Guaidó, pero tanta torpeza en gestionar la crisis ha servido para trasladar a la opinión pública la idea equivocada de que esto es una cosa de Trump. Nada más lejos de la realidad: la UE lleva meses trabajando en la sombra para forzar la salida de Maduro. Y probablemente el silencio de estos días se deba a que todavía quedan algunos flecos por cerrar.

El éxodo

Sánchez debería haber sido un poco más valiente en este caso. Todo el mundo sabe ya, salvo aquellos que se niegan a ver la realidad, que el chavismo está provocando una de las peores catástrofes que se recuerdan en los últimos cincuenta años en Iberoamérica. Y ahí están los millones de venezolanos que han tenido que salir a pie de su país durante los últimos meses. Por no hablar de los cientos que cada día llegan a España buscando un futuro mejor y gracias a que tienen un pasaporte europeo que les permite residir en la UE de forma legal.

Según los datos ofrecidos esta semana por el Instituto Nacional de Estadística (INE), en España residen actualmente 255.071 venezolanos, y esa cifra creció en el último año el 22%. El presidente del Gobierno debería tener claro que no huyen de su país por capricho o casualidad.

A estas alturas de la película, ponerse de perfil o hacerse el egipcio con lo que pasa en Venezuela, y esto también vale para Íñigo Errejón, significa tener un soberano cacao mental y no tener muy clara la escala de principios y valores. Una lástima.

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