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REPORTAJE

Los grandes almacenes La Samaritaine reabren sus puertas en París

Situado frente al Sena y junto al mítico Pont-Neuf, el nuevo complejo acoge un hotel de lujo, oficinas, viviendas y hasta una guardería.

Formas transparentes y onduladas en el exterior de uno de los edificios de La Samaritaine, obra de la agencia de arquitectura nipona Sanaa.

Más de un anuncio de la televisión francesa de los años 70 recordaba de manera original aquello de que “on trouve tout à La Samaritaine” (“encontramos de todo en La Samaritaine”) –frase que, por cierto, se haría popular–, por muy complicado que fuera lo que buscáramos. Los grandes almacenes parisinos, tan conocidos o más que las Galeries Lafayette, situados en el centro de la capital francesa, cerraron sus puertas en 2005. Tres lustros más tarde, han reabierto, completamente renovados y ofreciendo no solo unos grandes almacenes, sino infraestructuras que están modificando el barrio en el que se ubican: un complejo que como tal es la suma de varios edificios de estilos diferentes –art nouveau, art déco y contemporáneo, que no perturban estéticamente, sino todo lo contrario–, una gran manzana-barrio en el interior de un dinámico distrito parisino, el 1. Un total de 70.000 metros cuadrados renovados por completo y ampliados con nueva construcción.

La fachada de estilo art nouveau que creara Frantz Jourdain a principios del siglo XX, que se desvela completamente restaurada.

Propiedad desde 2010 del Grupo LVMH, el rey del lujo en el mundo, en su renovación se ha invertido la escalofriante cifra de 750 millones de euros y han participado 3.000 profesionales, así como alrededor de 300 empresas galas punteras en la restauración de edificios. Ahora, La Samar, como se le llamó siempre popularmente, y que forma parte del patrimonio arquitectónico del país vecino, vuelve a ser una realidad. Y dado que los grandes almacenes apuestan desde hace tiempo hacia la gama alta, albergando las principales firmas de lujo en su seno, así como muchas confidenciales, y hasta lanzando productos en edición limitada y exclusiva, La Samaritaine no podía ser una excepción –cuenta con más de 600 marcas, en un área gestionada por DFS–. “Hemos imaginado un gran almacén en el que vivir una experiencia auténticamente francesa, donde se combinan el ambiente chic de la avenida Montaigne y el aire contemporáneo del Marais”, ha escrito Éléonore de Boysson, presidenta del Grupo DFS para Europa y Oriente Medio, en el libro que la editorial Assouline publica sobre La Samaritaine, con firma de Harold Cobert. Si bien el gran almacén ocupa 20.000 metros cuadrados, es el más pequeño de París, comparado con las Galeries Lafayette, Printemps o Le Bon Marché, pero el que incluye el espacio de belleza más grande de Europa: 3.400 m2, algo inédito; así como una docena de lugares de restauración.

Detalles de la decoración de los muros de la última planta del edificio central, el de art nouveau, bajo la gran cristalera.

¿Y de dónde procede el nombre La Samaritaine? Del siglo XVI, de una bomba que aspiraba el agua del Sena para abastecer el barrio y que tenía una figura evangélica que representaba a la Samaritana del pozo de Jacob. En esa figura se inspiró un comerciante, de nombre Ernest Cognacq (1839-1928), a la hora de bautizar la tienda que abrió en la zona en 1870. Un establecimiento que con el paso de los años tendría gran éxito, lo que empujó a Cognacq a expandirlo a finales de ese siglo. Ya casado con Marie-Louise Jaÿ, que fuera una de las dependientas del antes mencionado Le Bon Marché, compró parcelas cercanas a su tienda y mandó reconstruir edificios que convirtió en espacios de venta. Es entonces cuando nacen los grandes almacenes La Samaritaine.

El primer arquitecto en participar en tan magno proyecto fue Frantz Jourdain (1847-1935), quien puso en pie un edificio de estructura de acero y con un inmenso techo de vidrio, de estilo art nouveau. A otro arquitecto, Henri Sauvage (1873-1932), se le encargó, a finales de la década de los 20, el edificio art déco, que acogerá ahora, tras la reapertura, el primer hotel urbano Cheval Blanc. Tendrá una suite de mil metros cuadrados, así como una piscina privada de 12 metros de largo. La imponente fachada de su edificio mira al Sena y a un mítico puente de la capital, el Pont-Neuf: uno de los casi 40 puentes y pasarelas que unen ambas orillas del río, pero el más antiguo de todos ellos, cuyo nombre curiosamente se traduciría como Puente Nuevo. De hecho, en las bolsas amarillas de los grandes almacenes se lee Samaritaine Paris Pont-Neuf.

La escalera central, una construcción funcional y a la vez una gran obra que atrae las miradas de quien llega a La Samaritaine.

La esperada reapertura

Hierro forjado, mosaico, letras doradas, mármol… que nos remiten a otros tiempos, al origen de esos paraísos gigantescos del comercio, así como al esplendor del Art Nouveau y Art Déco. Junto a las dos construcciones de Jourdain y Sauvage, la agencia de arquitectura nipona Sanaa se ha encargado de levantar otra, de fachada transparente y de onduladas formas, que completa el conjunto.

En 2020, La Samaritaine cumplió 150 años y prácticamente todo iba a estar finalizado para la redonda fecha. Pero llegó la Covid-19 y los diversos confinamientos franceses. Como tantos actos, el evento se tuvo que retrasar hasta junio pasado, cuando por fin llegó el momento. La apertura supone un símbolo de reactivación económica con influencia directa sobre el empleo, pues supone la creación de 1.500 puestos de trabajo, entre el mencionado gran almacén, el hotel que ahora abre, sus restaurantes, la seguridad, así como el personal de la guardería. Si a esto le sumamos las oficinas, que acogerán a alrededor de 1.000 personas, los empleos directos se aproximarían a los 2.500.

“La Samaritaine estuvo a la vanguardia de su tiempo, y sin duda lo sigue estando hoy”, ha señalado satisfecho Jean-Jacques Guiony, su máximo responsable. Lo que está claro es que París cuenta con otro lugar de interés, el cual desde que abriera provoca largas filas, donde coinciden quienes conocieron la antigua Samar junto a otros que desean descubrir no solo un nuevo templo del shopping –abierto todo el año, salvo cada 1 de Mayo–, sino también un conjunto arquitectónico que reúne lo mejor del pasado y del presente, y que mira al futuro.

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