Quantcast

Relojes

'Tudor Black Bay Fifty Eight', un 'total look' vestido de bronce

El icónico reloj de buceo emplea por primera vez este material en el brazalete, que además cuenta con sistema de ajuste rápido.

Este nuevo modelo presenta un cierre de bronce y un sistema de ajuste rápido diseñado para adaptar el largo del brazalete en cinco posiciones hasta 8 mm.

El Black Bay Fifty-Eight de Tudor ha permitido una corriente creativa tan llamativa como diversa, potenciando su carácter icónico y también una variedad en la oferta que alcanza a todos los públicos. La última incorporación toma de nuevo al bronce como elemento distintivo, solo que en esta ocasión no solo alude a su caja sino que también se incorpora al brazalete para ofrecer una estética total alrededor de este material.

Es la primera vez que el bronce llega a la pulsera de un reloj Tudor, que además se fija con un nuevo cierre con sistema de ajuste rápido. El resultado es un reloj con caja de bronce satinado de 39 mm, cuyo color evoluciona para convertirse en una pieza única dependiendo del uso que le de su propietario. En la esfera nos encontramos con una combinación de color marrón-bronce con marcadores de hora aplicados y los tradicionales números árabes a las 3, 6 y 9 horas. Otro detalle habitual en los Black Bay Fifty-Eight son sus agujas Snowflake, un elemento introducido en 1969 en los relojes de buceo de la firma y que, además, cuentan con revestimiento luminiscente de Super-LumiNova®.

Caracterizado por la precisión y el 'savoir-faire' de las elaboraciones artesanas suizas, este modelo reinterpreta la elegancia vintage y el espíritu deportivo.

En la parte mecánica, incorpora el Calibre MT5400, que ofrece funciones de horas, minutos y segundos. Su acabado es típico de los calibres de manufactura Tudor, con el rotor troquelado en tungsteno monobloque, y puentes y placa donde se alternan superficies pulidas a chorro de arena y decoraciones láser. El diseño de este calibre garantiza resistencia, longevidad, fiabilidad y precisión, igual que hace su volante de inercia variable. Junto con su espiral de silicio amagnético, este reloj luce la certificación de cronómetro del Control Oficial Suizo de Cronógrafos (COSC).

Pero, sin duda, el gran protagonista de esta propuesta es el brazalete, el primero en el que la marca produce completamente de bronce. La estética de sus eslabones satinados sigue el estilo de los brazaletes Tudor de los años 50 y 60, y van a juego con la caja. El cierre, también de bronce satinado, con una cubierta rediseñada y un sistema de ajuste rápido T-fit para adaptar su longitud cinco posiciones y un máximo de 8 mm. Además de este brazalete, esta creación de Tudor ofrece una segunda correa de tela, y como en toda su gama actual, una garantía de cinco años.

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.