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Jordi Faulí, el legado del genio

El arquitecto catalán ha dedicado casi toda su vida profesional a la Sagrada Familia, para plasmar, con absoluta fidelidad, el proyecto ideado por Gaudí. 140 años después, el final, aunque sin fecha, está más cerca.

Jordi Faulí posa para GENTLEMAN en el Jube, el balcón de la bendición pontificia que acoge a los visitantes a través de la Puerta de la Eucaristía. Fotografía: Jordi Bardajil.

“Fíjese en la genialidad de este personaje….”. Jordi Faulí retoma la palabra cuando la entrevista ya ha concluido, como temiendo no haber transmitido con la suficiente contundencia la importancia de la figura de Antoni Gaudí y de su mayestático proyecto, la basílica de la Sagrada Familia. “Fíjese en cómo planeó el proyecto que, casi cien años después de su muerte, podemos seguirlo; hasta el punto de que, para aquellas partes que él dibujó pero no definió al detalle, en tres dimensiones, pensó un sistema que nos sirve ahora para concretarlas. Fíjese en la genialidad de este personaje –añade–, que estuvo 43 años en la Sagrada Familia, los últimos 14 de una forma casi exclusiva; que lo hacía como católico devoto; y que lo hizo para el futuro, con absoluta humildad, porque sabía que todo aquello que estaba pensando sería para gozo de los que vendrían después”.

Jordi Faulí es el actual director arquitecto de la Sagrada Familia, el séptimo a cargo del proyecto tras la muerte de Gaudí. También él ha dedicado a la basílica casi en exclusiva su vida profesional, desde que en 1990 se convirtiera en ayudante de Jordi Bonet i Armengol, encargado entonces de continuar las obras. Dirige un equipo de 11 arquitectos y unos 25 obreros in situ para culminar uno de los monumentos con más visitas de España: 4,5 millones en 2019, aportando unos ingresos y, con ellos, un ritmo de trabajo que permitieron entonces preveer para 2026 la conclusión de las obras. La pandemia lo trastocó todo, pero ahora los visitantes vuelven y los trabajos, 140 años después de la colocación de la primera piedra, avanzan.

Cuando fue nombrado arquitecto director, en 2012, los medios le presentaron como el hombre que acabará la Sagrada Familia. ¿Lo conseguirá?

La Sagrada Familia se terminará, pero no sabemos cuándo. Cuando Dios quiera.

¿Se atreve a poner nueva fecha?

No, no podemos. Estamos recuperando los visitantes, pero no sabemos si se mantendrá o no, ni qué pasará en el futuro. Tenemos objetivos más a corto plazo, como acabar este año las dos primeras torres de los evangelistas e ir subiendo la de Jesucrito, la central y más alta [ahora en algo más de120 metros, frente a los 172,5 proyectados].

¿El dinero es un problema?

Las obras no se hacen sin dinero. La Sagrada Familia tiene, desde su fundación como templo expiatorio, la vocación de construirse con las aportaciones de las personas: con donativos y las entradas de visitantes, que eran pocas hace muchos años y que ahora son muchas. Y estos son los recursos para su construcción. Por tanto, para nosotros los visitantes, que vienen de todo el mundo y agradecemos, son muy importantes.

Detalle de la bóveda de la nave central.

Lleva usted casi toda su vida profesional trabajando y estudiando (también ha escrito libros) la Sagrada Familia. ¿Por qué?

Tuve la suerte de que el arquitecto Jordi Bonet me propuso ser su ayudante en la Sagrada Familia en 1990, cuando el equipo de trabajo, y el número de visitantes, eran mucho menores. Me he dedicado de forma casi exclusiva a este trabajo, que es muy interesante porque implica conocer la obra de Gaudí y ayudar a hacerla realidad.

¿Qué significa la figura de Gaudí?

Gaudí fue un arquitecto único en la historia, que entendía su profesión como un servicio a los otros y que puso sus capacidades, que eran muchas, también su capacidad de trabajo, al servicio de la belleza, de la belleza arquitectónica, intentando cumplir con las necesidades de cada proyecto y las inquietudes de sus clientes. Es un arquitecto del que cada día aprendemos, porque tenemos la obligación de estudiar toda la información original que él dejo, que es mucha, y a partir de ahí construir.

¿E internacionalmente su figura tiene el reconocimiento que merece?

A Gaudí cuanto más se le conoce más se le valora. Yo creo que en estos momentos Gaudí es reconocido en todo el mundo como un arquitecto extraordinario, que hizo una arquitectura pensada para ofrecer belleza a las personas, por eso está ligada también a la naturaleza, y que traspasa su tiempo. Cuando cualquier persona ve un edificio de Gaudí, lo entiende. Porque él pensaba, cuando hacía los edificios, en su utilidad, pero también en que su belleza llegaría a las personas.

¿Erró Gaudí al valorar la dificultad real de construir la Sagrada Familia o era consciente de lo que suponía?

Sí, sí, claro. Él tuvo claro que tenía la obligación de proyectar un edificio a la medida de lo que él quería, que fuera expresión plástica de la fe cristiana. Y pensó en este edificio, situado en este lugar de Barcelona y que, por tanto, sería importante para la ciudad. Y vio que ese proyecto él no lo podría construir, y lo aceptó, porque pensaba que no tenía que rebajar el edificio, que tenía que ser lo que tenía que ser, aunque sabía que se construiría a lo largo de generaciones. Y por eso él tuvo la gran idea de, tras acabar la cripta, la fachada y el ábside, construir una fachada completa para la gente de su generación y, a la vez, dar una imagen de algo acabado que sirviera como impulso para que otras generaciones hicieran lo mismo con otras partes del edificio. Él sabía que lo que proyectaba era posible, pero que era imposible hacerlo en unos pocos decenios.

Detalle de las vidrieras de la Basílica.

¿En qué porcentaje el resultado final será el imaginado por Gaudí?

El conjunto, totalmente, totalmente. Él ya, en el inicio del siglo XX, dibujó planos del proyecto acabado, con las 18 torres que propuso. Y este conjunto arquitectónico es lo que se está construyendo. Y después se dedicó a concretar partes muy importantes en maquetas de yeso a un alto detalle. Y, además, para que sus sucesores tuvieran el trabajo más sencillo, todo lo proyectó con una combinación de formas geométricas que se van entrelazando en el espacio siguiendo unas leyes determinadas que explicó a sus discípulos, y que estamos siguiendo.

Es usted el séptimo arquitecto al frente de las obras. ¿Han sido relevos, digamos, naturales, o hay diferentes formas de abordar este proyecto?

Algo que une a todos los arquitectos sucesores de Gaudí es la voluntad de seguir con la máxima fidelidad el proyecto que Gaudí dejó; haciéndolo, esto sí, con la ayuda de la tecnología de cada momento. Es lo que han hecho todos y hacemos nosotros bien.

¿Qué significa para usted que sea uno de los monumentos más visitados de España?

Los visitantes quieren decir que el edificio que pensó Gaudí interesa, que después de tantos años desde que hiciera la maqueta del interior en 1923, ese interior lleno de luz y estructuras arbóreas sigue siendo de interés.

¿Es importante para entender este proyecto ser creyente?

Ayuda.

¿Acabarla será para usted dar sentido a toda una vida profesional? Como arquitecto, mi dedicación casi en exclusiva es la Sagrada Familia, para colaborar a que avance siguiendo el proyecto de Gaudí. Esto me da una satisfacción muy importante.

Sueña con el momento de verla finalizada.

La verdad es que no (risas). Pienso y sueño en lo que tenemos encima de la mesa y en el taller en cada momento. Esto es lo que me ha preocupado siempre, lo que está delante: en estos momentos, las contrucciones de la calle Provenza; la capilla de la Asunción; la elevación de las torres centrales, que acabarán con la cruz de cuatro brazos a 172,5 metros; también, aunque sea más a largo plazo, el proyecto de la fachada de la Gloria… El final del templo llegará cuando llegue.

¿Echa de menos algo o las cosas van bien?

Van bien gracias a mucha gente, a la gente que aporta, a la visitantes, a los arquitectos, a todos los trabajadores, a todos los que aman el templo y de una forma o de otra ayudan a ir avanzando, a los responsables del Ayuntamiento… En diciembre pasado inauguramos la estrella de la Virgen y, al ver cómo tanta gente en la calle esperaba el momento de su iluminación, me dije ‘esto es lo que Gaudí pensó’. Es una belleza que llega a todo el mundo y que cada uno recibe según sus creencias. Gracias a todos vamos avanzando, siguiendo el proyecto que Gaudí dejó.

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