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La categoría Gran Reserva recupera el podio perdido

Estos vinos vuelven a ser protagonistas y son aplaudidos y reconocidos en todo el sector a escala mundial

La categoría Gran Reserva recupera el podio perdido
El Gran Reserva recupera el podio perdido Unsplah

La categoría Gran Reserva de Rioja vuelve a estar en el candelero. Y muy merecidamente. Después de largos años en los que los vinos de largas crianzas fueron despreciados y denostados por otros con envejecimientos más breves, hoy vuelven a ser reconocidos como lo que siempre fueron: joyitas de nuestro patrimonio vinicultor.

La Master of Wine Sarah Jane Evans, en la revista británica Decanter no duda en afirmar de ellos que se consideraban “Vinos cansados que consumían los bebedores de cierta edad, revestidos (los vinos, claro) de roble viejo… pero hoy el gran reserva ha renacido en diferentes estilos”.

Es verdad que ha habido una cualitativa evolución en estos vinos, con menos madera y más expresivos, también un mayor aporte de fruta y, en general, más ligeros (aun dentro de su consistencia, una de sus mayores virtudes).

La categoría de Gran Reserva ha escrito la historia enológica española y durante aquellos años, cuando en todo el mundo se llevaban otro estilo de vinos más pesados y rotundos, portaron el estandarte de la calidad. Hoy sin embargo recuperan el lugar perdido gracias a su complejidad, equilibrio y personalidad, así como a su regularidad. Vuelven a ser protagonistas y son aplaudidos y reconocidos en todo el sector a escala mundial.

Hemos seleccionado para cata tres  etiquetas muy representativas de esta categoría, las tres de bodegas centenarias de Rioja. Nos ha sorprendido gratamente la ligereza de estos vinos (para ser grandes reservas y relativamente claro), esa integración perfecta de la madera que sólo puede dar el paso de los años y una sabia utilización de ella, así como su gran relación calidad- precio. Destacar asimismo que estamos hablando en todos los casos de vinos de guarda, aunque ahora están perfectos para descorchar aún mejorarán más con el tiempo.

1) Marqués de Riscal Gran Reserva 2018

Un perfecto patrón de esta categoría en Rioja. Está elaborado con uvas -tempranillo y ‘otras’ que la bodega no detalla- de cepas de más de 80 años; ha tenido una crianza de 28 meses en barrica de roble francés y otros tres años en botella antes de su comercialización. Marqués de Riscal apuesta por elaborar vinos desde la cepa y con la mínima intervención posible con el fin de resaltar la pureza varietal y el carácter del terruño.

Estamos ante un vino de fuerte color picota, con maderas nobles y ligeras en nariz junto a algo de fruta y torrefactos. Boca cremosa, aterciopelada, de tanino integrado, con volumen y persistente. Toda una delicia. Se puede descorchar ahora y estará perfecto, pero desde la compañía nos aseguran que las mejores añadas llegarán a cumplir 50 años más en botella manteniendo sus cualidades.

2) Viña Arana Gran Reserva 2016

Otro emblemático vino (La Rioja Alta S.A.) que este año cumple ya las cinco décadas desde que se registrara oficialmente su nombre sustituyendo al clásico ‘Sexto Año’. Elaborado con un uvas propias -95% de tempranillo y 5% de graciano- según Julio Sáez, director técnico de la bodega, “se trata de una magnífica añada para disfrutar y comprender la tipicidad, profundidad y persistencia de un ‘clásico de Rioja del siglo XXI”.

Pasó tres años en barrica de roble americano y desde entonces ha reposado en botella. Un vino rotundo, con aromas a frutas rojas, confituras… bien conjuntadas con los toques a vainillla, maderas finas y trazos de pastelería. En boca posee estructura, notas de fruta iniciales con un final equilibrado y complejo. La Rioja Alta es la única bodega española con tres Gran Reserva, ofrece además sus ya míticos GR 890 y GR 904. PVP recomendado con estuche: 41,60 euros.

3) Prado Enea Gran Reserva 2016

Una de las joyas de Bodegas Muga, fundada en 1932 por Isaac Muga y su mujer Aurora Caño. Una casa centenaria en el que Prado Enea GR es uno de sus clásicos. Está elaborado con tempranillo, garnacha, mazuelo y graciano. Las uvas fermentan en tinos de roble y posteriormente pasan 36 meses en barricas de roble francés y americano. El vino se clarifica ligeramente con clara de huevos frescos antes de ser embotellado y reposa otros 36 meses.

Estamos ante un gran reserva atípico por la garnacha que contiene (ahora es muy normal, antes la trilogía clásica eran tempranillo, mazuelo y graciano), porque las uvas fermentan en tinos de roble previamente y también por clarificarse con claras de huevo, una práctica tradicional casi desaparecida. Por tanto, un GR de gran personalidad que se refleja en los resultados: nariz a frutas rojas y especias, madera muy bien integrada. Boca plena, amplia, taninos pulidos y notas minerales, no falta el monte bajo. Puro terruño en la copa. Un vino redondo, equilibrado, pulido y largo.

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