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España

El tratamiento del suicidio en adolescentes: ¿obligación informativa o 'efecto llamada'?

Ante el repunte de casos de los últimos meses en menores de edad, se reabre el debate periodístico sobre si es correcto o no informar de suicidios, especialmente de adolescentes

Imagen de recurso para representar la depresión.

El suicidio ha sido siempre uno de los grandes debates en la órbita deontológica del periodismo. Aunque la obligación de los profesionales de la información es contar a la opinión pública todo lo que acontece, sea del ámbito que sea, es cierto que todo lo relacionado con casos de suicidios ha generado cierta controversia. Hasta hace no tantos años, los medios habían adoptado un silencio común para evitar, en cierto modo, propagar el efecto llamada, especialmente si entre los implicados había menores de edad.

Esto cambió de un tiempo a esta parte, y ahora sí hay cabida en las portadas de todo el país para los casos de suicidio de los que, por desgracia, hay que informar. De entre los grupos de población más vulnerables, los menores de edad se encuentran atravesando una de las épocas más difíciles de su historia reciente. El caso de las gemelas de Oviedo ha conmocionado al país, pero es uno de los muchos que se han sucedido en los últimos meses.

Por ello, y debido a lo delicado del asunto, hemos hablado Guillermo Córdoba Santos, periodista especializado en el tratamiento informativo del suicidio en los medios de comunicación. Aunque sus respuestas se pueden aplicar a casi todo tipo de casos de suicidios, hemos enfocado la problemática desde la perspectiva de los menores de edad, que es lo que más preocupa en los últimos tiempos.

A través de la Fundación Papageno, dedicada a la prevención y posvención del suicidio, Córdoba lleva años estudiando el impacto informativo de los suicidios, aconsejando a los profesionales sobre cómo tratar estos casos.

Pregunta: ¿Qué posición deben adoptar los medios de comunicación al respecto del tratamiento informativo del suicidio?

Respuesta: Informar, pero con contexto, rigor, respeto y responsabilidad. El suicidio es un problema complejo, multifactorial, rodeado de tabú, de estigma y de muchos mitos, lo que durante siglos ha dificultado su visibilización. Y ahora, que parece que ha empezado a ganar hueco en la agenda, los periodistas deben cumplir con una serie de pautas básicas para alejarse del efecto contagio y apostar por la prevención. Pero, por el desconocimiento, la ausencia de formación, la falta de costumbre o el tiempo, cometen errores cuando informan sobre el suicidio.

P: ¿Cómo ha evolucionado el tratamiento del suicidio en los medios?

R: En el último lustro, los medios han pasado del mutismo al ruido. Aunque antes no existía un silencio como tal, era más difícil encontrar informaciones sobre el suicidio, algo que ahora ocurre a diario. La evolución ha sido positiva, ya que ahora se informa más y mejor sobre el suicidio, pero la calidad no ha seguido el mismo ritmo que la cantidad. Existe una tendencia preocupante por el sensacionalismo, por abordar los suicidios concretos como un suceso más, cuando aquí debe primar la intimidad y el respeto a la persona y a sus allegados. El objetivo debe ser no aumentar el dolor, que ya es enorme como para que los medios intenten buscar un beneficio con él.

P: ¿Qué labor queda por hacer?

R: Debido a que el punto de partida es todavía reciente, queda un largo camino en el que es imprescindible formar, sensibilizar y ayudar a los periodistas a conocer y seguir las recomendaciones básicas para informar sobre el suicidio. Esta tarea debe realizarse con talleres teórico-prácticos de formación en las universidades y en todas las secciones de las redacciones, ya que cualquier periodista puede escribir sobre el suicidio. La formación es el mejor camino posible para que los medios cambien su actitud sobre el suicidio y colaboren, acompañados por el resto de los actores, en prevención. 

P: ¿Existe el efecto llamada?

R: El efecto contagio, también conocido como el efecto Werther, existe y los medios deben conocerlo para saber cómo evitarlo. Este se puede producir cuando aparecen detalles como el método o el lugar (la persona con ideas suicidas, vulnerable, con visión de túnel, puede pensar que si X persona se ha suicidado de una manera muy concreta, ella también puede hacerlo si imita ese comportamiento.

La eficacia probada del método incrementa el número de suicidios); si los medios simplifican las causas (el suicidio es multicausal y hay que evitar titulares como “se suicida por acoso” o “se suicida por un desahucio”, porque son erróneos); o por una cobertura mantenida en el tiempo, como en los recientes casos de Sallent u Oviedo.

Además, es importante que, para evitar el efecto llamada, se apuesta por el efecto preventivo (efecto Papageno) aportando contexto, datos, fuentes contrastadas, información sobre cómo detectar y prevenir el suicidio, o recursos de ayuda, como teléfonos o páginas webs. Hay que ofrecer alternativas a la persona en riesgo.

P: ¿Qué razones puede haber detrás de este repunte de casos de suicidio en personas jóvenes?

R: En este caso, mi mejor recomendación es ser precisos con el lenguaje. Las cifras, en esa población, han aumentado de manera mínima. Te pongo el ejemplo del número de suicidios de jóvenes (15-29 años) en los últimos cinco años.

2017: 273 | 2018: 268 | 2019: 309 | 2020: 300 | 2021: 316

En 2021, el INE apunta que entre los 15 y los 29 años se suicidaron 316 personas, un dato que coloca al suicidio como la primera causa de muerte en este grupo de edad, pero con contexto vemos que la diferencia es mínima respecto a otras causas de muerte. Los accidentes de tráfico (307 muertes) y los tumores (295) se sitúan por detrás, pero los números revelan su cercanía con el suicidio.

Además, la tasa de suicidio entre los jóvenes es menor que la de los adultos o la de las personas mayores de 65 años, ya que el riesgo de suicidio aumenta con la edad por la soledad, la utilización de métodos más letales o la menor presencia de redes de apoyo. Sin embargo, el grupo de edad de las personas mayores no recibe tanta atención como el de los jóvenes, cuando las cifras y las tasas son más altas.

Aunque, como Guillermo ha puesto en evidencia, hay muchas cosas que afinar para lograr un correcto tratamiento informativo del suicidio, la hoja de ruta parece más clara y concisa de lo que era hace unos años, motivo de alegría.

La psicología, clave en la prevención del suicidio

Eso en el lado profesional, el que más toca al periodismo y sus necesidades. Pero, ¿qué hay del componente psicológico detrás del suicidio de todos estos jóvenes? Inmaculada Aragón, psicóloga experta en psicología de emergencias y catástrofes y miembro también de la Fundación Papageno, nos atiende para arrojar un poco de luz a varias cuestiones como las posibles grietas de nuestro sistema de salud mental o los motivos que pueden llevar a tomar estas decisiones.

Al hilo de la primera cuestión, Aragón considera que "falla no tener aprobado y activo un plan nacional de prevención en suicidio, comprendiendo la atención de salud mental infantil y juvenil". Añade que "la derivación a profesionales especializados, así como la inmediatez de la asistencia, favorecer la gestión de emociones, asegurar las líneas de ayuda 24 horas, que estén atendidas por profesionales de psicología con formación en intervención de suicidio y un refuerzo del trabajo en red entre familia y escuela" pueden ser factores claves que, de solucionarse a corto y medio plazo, puedan paliar muchos casos que estén por llegar.

Respecto a los motivos, y aunque considera que es difícil responder de forma unánime, "hay que comprender factores o indicadores a nivel individual, familiar, escolar y social", apunta Inmaculada. Reforzar los factores protectores es clave. Como ven, la lucha contra el suicidio no es sencilla pero va cogiendo forma gracias al esfuerzo de profesionales como Córdoba y Aragón. Paso a paso.

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