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¿Está en peligro el PVC? Un estudio pide a la Unión Europea responsabilidad al demostrarse su nocividad

Omnipresente en objetos y materiales cotidianos, las ONG piden su expiración para 2030

¿Está en peligro el PVC? Un estudio pide a la Unión Europea responsabilidad al demostrarse su nocividad
Materiales PVC Pixabay

Aunque pueda sonar complejo y ajeno, después del polietileno, el policloruro de vinilo (PVC) es el plástico más utilizado en el mundo y sus incontables aplicaciones están presentes el día a día de cualquier persona en las formas más variadas posibles: automóviles, botellas de agua, tuberías, juguetes, pavimentos para interior y exterior, ventanas, mangueras, bolsos, ropa, etc. Sin embargo, numerosas investigaciones han reformado el panorama en los últimos días.

El PVC es un material polímero sintético obtenido a partir de dos materias primas naturales: cloruro de sodio o sal común (57%) y petróleo o gas natural (43%). Además, gracias a sus cualidades resistentes, aislantes e innovadoras, es idóneo para la fabricación de todo tipo de objetos. Esa amplia versatilidad le permite ser utilizado en áreas tan diversas como la construcción, la salud, la preservación de alimentos o artículos de uso diario, entre otras; contribuyendo así a una vida más fácil, agradable y, hasta el momento, segura.

Más allá del resultado material y de sus principales cualidades inertes mencionadas, los materiales PVC destacan por muchos otros motivos. Por ejemplo, permite a los diseñadores mejorar productos ya existentes y crear otros nuevos de buena calidad y con costes competitivos; o que, durante todo el ciclo de su vida útil (pudiendo alcanzar hasta los 100 años), ni se oxida ni se corroe, lo que reduce a su vez los costes tanto de mantenimiento como de sustitución.

El problema es que, como todos los plásticos en su sano juicio, los de PVC también son materiales contaminantes y que tardan siglos en descomponerse, representando una amenaza para la vida puesto que sus residuos, tangibles y microplásticos, se infiltran en todos los estratos de la cadena alimentaria. Pero se añade otro agravante: un reciente informe elaborado por la Agencia Europea de Productos Químicos (ECHA, en ingles) confirma la toxicidad de algunos de los aditivos que constituyen el PVC, lo que respalda la necesidad de una actuación urgente por parte de la Comisión Europea.

La ECHA confirma daños ambientales y saludables causados por el PVC

El informe de la ECHA arroja luz sobre los impactos perjudiciales para la salud y el medio ambiente que plantean los compuestos añadidos al PVC, algunos de los cuales se conocen desde hace décadas. El estudio destaca, a la vez que confirma, la nocividad de sus aditivos, así como la existencia de alternativas seguras en todas sus aplicaciones, concluyendo que se necesita una acción inmediata por parte de los responsables políticos de la Unión Europea para reducir los riesgos a su exposición diaria.

Además, tal y como apunta el largo y extenso informe de la ECHA, este plástico contiene aditivos tóxicos destacables, como los ftalatos, relacionados a su vez con alteraciones hormonales incluso a bajas concentraciones. Pero las amenazas no terminan ahí: la evidencia científica ha asociado también dichos materiales con numerosas complicaciones para la salud humana, incluidas alteraciones endocrinas, deterioros reproductivos, irritaciones respiratorias, efectos cancerígenos, etc.

Objetivo 2030: la campaña de las ONG

Ante el dictamen, un total de 67 organizaciones no gubernamentales de toda Europa, encabezadas por el European Environmental Bureau (EBB) se han dirigido a la Comisión Europea para pedir la eliminación del PVC antes de 2030, argumentando que se trata de “un plástico nocivo y perjudicial para la salud humana y el medio ambiente”.

Las ONG ven evidente la necesidad de que esta restricción incluya no sólo sustancias problemáticas o grupos de aditivos individuales, sino también la producción, el uso y la comercialización de los propios materiales PVC al completo. En su opinión, solo deberían permitirse su consumo en condiciones estrictamente controladas y siempre y cuando las alternativas viables no sean de su altura. Además, en su papel como modelo global de regulación química, las ONG "exigen a la Comisión Europea y a sus Estados miembros que dicten una prohibición global de los materiales PVC en el marco del progreso en la elaboración del Tratado Mundial sobre los Plásticos", cuya sentencia final está prevista en diciembre de 2024.

Pero este contratiempo no es reciente. La Comisión Europea ya reconoció los riesgos del PVC en el año 2000. Es por ello que las ONG confían "plenamente" en que la Comisión tome en serio su responsabilidad y adopte las medidas necesarias.

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