Quantcast

Política

Sólo Casado sonríe cuando Sánchez amenaza con un adelanto electoral

Pablo Casado en el debate de Atresmedia

En Génova dan por hecho que Pedro Sánchez será investido en julio, después del chupinazo. Ya ha hecho todo el teatro que tenía que hacer con Ciudadanos y ya ha amarrado la abstención de Bildu y ERC en la segunda vuelta. El teatro ha terminado. Por si algo falla, por si Podemos rechista o Junqueras se encabrita, Casado no descarta el escenario de elecciones en otoño. 

"Es importante trasladarle al PP y a Ciudadanos su responsabilidad". Pedro Sánchez no levanta el pie de las presiones a su derecha para camuflar sus retorcidos movimientos por la izquierda. Pacta en Navarra y Baleares con nacionalistas y otegis para, seguidamente, reprocharle al centroderecha su falta de sensibilidad democrática por no llevarle a la Moncloa bajo palio. Nada negocia, nada pone sobre la mesa. Rajoy en su día, al menos  le ofreció al PSOE formar un gobierno de coalición. Sánchez se cruza de brazos, levanta el mentón y señala a PP y Cs con el estigma de carecer de 'sentido de Estado'.  

Pablo Casado no muerde el anzuelo. Lo advirtió desde el primer día. "Que se busque sus apoyos, que se mueva, que se ponga a trabajar", le dice el líder del PP. Lo mismo que en su día le espetaba Sánchez a Rajoy. El PP no moverá un dedo para colaborar en la continuidad de Sánchez en su confortable colchón de la Moncloa. Es el partido más cómodo ante el incierto escenario. Casado es el que más sonríe cuando hablan de nuevas elecciones. Las amenazas de Ábalos, las puyas de Celaá y las insinuaciones de Moncloa le relajan. ¿Elecciones anticipadas?. Sea.

No se puede caer más bajo

El 28-A, el Partido Popular se precipitó al subsótano de los infiernos y ya no puede descender más. Salvo riesgo de desintegración a lo UCD, que no parece. Con amarrar definitivamente Madrid (sus dos gobiernos) y Castilla y León, sumado al ayuntamiento de Zaragoza, Casado ya ha cumplido el expediente para embocar la remontada. Diez escaños le arrebataría ahora a Vox si se repiten elecciones, según los comentarios que circulan por Génova. A Ciudadanos, otros diez o más.

"Estaríamos ahora en 85 diputados y subiendo", dicen los exploradores de la demoscopia del PP. En las negociaciones postpactos, Vox está exhibiendo todos los defectos de su atolondrada inexperiencia. Incluso cuando tiene razón parece que no tenerla. Rocío Monasterio e Iván Espinosa están trasladando una imagen antipática, dicen en algunos círculos de la formación, lejos de la aceptada firmeza de Abascal u Ortega Smith.  

Si a Sánchez le da por adelantar elecciones, Casado ni pestañearía. Más bien, se le dibuja una sonrisa de ganador en el gesto

Ciudadanos atraviesa momentos convulsos, Intenta ahora zafarse del rocambolesco episodio del 'Valls del minuto' y la danza con Colau. Salió victorioso de las generales pero tropezó en las autonómicas. Los padres fundadores se lanzan a la yugular de Albert Rivera y el partido se ha evaporado de Cataluña, donde nació. ¿Queda alguien por ahí? Se esfumó Inés Arrimadas y dejó tras de sí una estela de vacío y nostalgia. Cayetana Álvarez de Toledo también regresó a Madrid, a reivindicarse en el Congreso. Alejandro Fernández, el irreductible líder del PP catalán, parece llamado a enarbolar un estandarte ahora huérfano. Y con elecciones autonómicas tras la sentencia del Supremo. 

A dos pasos del precipicio

En la sede nacional del PP los rostros cejijuntos de hace unas semanas han dado paso a tenues sonrisas. Cuando se ha estado a dos centímetros del precipicio, pisar tierra firme es como pasear por las nubes. Todos los escenarios le favorecen más que al resto de los partidos. Empezando por el adelanto electoral.

No parece, en cualquier caso, que vaya a ser ésta la estrategia de Iván Redondo. Descartados los apoyos de Navarra Suma y de Coalición Canaria, tras el juego de pactos autonómicos de estas últimas horas, Sánchez ha atado los apoyos de Bildu y ERC para su investidura. Es decir, el plan primigenio antes de la estrategia de la tensión sobre Rivera, entre Rajoy y Macron. Intentará cerrar, al tiempo, un acuerdo presupuestario, para evitarse los sudorosos esfuerzos del pasado año. De momento prorroga los de Rajoy para este año y en 2020, todo se andará. 

Si lo logra, Casado tendrá cuatro años para poner la casa en orden, para reconstruir el partido 'ladrillo a ladrillo', para desplazar a los elementos molestos y descabezar a los barones incómodos. Y, al tiempo, para consolidar su imagen de líder del PP y del bloque del centroderecha. Si a Sánchez le da por adelantar elecciones (algo que por ahora no pasa del territorio de las amenazas), Casado ni pestañearía. Más bien, se le dibuja una sonrisa de ganador en el gesto. No superaría al PSOE pero sí se olvidaría de tener a Cs y a Vox pisándole los talones. 

Ya no se pueden votar ni publicar comentarios en este artículo.