Alfonso Guerra prepara su irrupción en la precampaña para el 23 de julio. El ex vicepresidente del Gobierno tiene programadas sendas presentaciones de libros en las dos próximas semanas. Y se espera que Guerra haga algún comentario sobre lo que se juega España en las elecciones generales y el futuro que le espera al PSOE si Pedro Sánchez pierde La Moncloa. "Es el que más se está moviendo de la vieja guardia", dicen fuentes socialistas. "Y está pensando sobre todo en el día después de Sánchez".
La debacle del 28-M no ha afectado demasiado el liderazgo de Sánchez en el PSOE. El presidente del Gobierno ha impuesto su ley en la elaboración de las listas. Y ni los barones, ni nadie se ha movido demasiado a pesar del resultado, "desastroso" para muchos, de las autonómicas y municipales. "Esto quizá es la señal de alarma más importante", dicen fuentes del PSOE. "Nos hemos pegado el batacazo y no ha pasado nada".
Vozpópuli ha informado de la reunión que Felipe González mantuvo con los barones socialistas de Aragón y Castilla-La Mancha, Javier Lambán y Emiliano García Page. Los implicados han querido rebajar el encuentro a un almuerzo informal, pero la realidad es que el futuro del partido después el 23-J estuvo encima de la mesa durante toda la conversación.
Alfonso Guerra se mueve más que Felipe
Sin embargo, fuentes socialistas sostienen que más que Felipe, es Alfonso Guerra el que verdaderamente se está moviendo. Y mantiene hilo directo y fluido con el grupo que forman otros destacados socialistas como Nicolás Redondo Terreros, Tomás Gómez y el ex fundador de Ciudadanos, Francesc de Carreras. "A Guerra es que le han humillado", recuerdan estas fuentes sobre el episodio que protagonizó Ferraz al dejarle fuera del acto por los 40 años de la victoria de González en 1982. "Y eso marca mucho a la hora de implicarse".
Guerra tiene previsto reaparecer en público el miércoles 14 de junio en el Ateneo de Madrid. El ex vicepresidente participará en un coloquio con el autor Joaquín Pérez Azaústre a propósito de su novela El querido hermano, sobre los hermanos Manuel y Antonio Machado.
Poco después, el 20 de junio, Guerra tendrá una intervención con mayor carga política en la presentación del libro Aquel PSOE, de Virgilio Zapatero. Se espera una asistencia nutrida y relevante de ministros y altos cargos de los primeros gobiernos socialistas de la democracia. "Guerra no se corta y no lo va a hacer ahí a un mes de la cita con las urnas", explican estas fuentes. "Lleva tiempo advirtiendo de los riesgos que afronta la democracia española".
Guerra, dicen, sí se está moviendo pensando en el día después del 23 de julio. Unas elecciones generales anticipadas, que según las encuestas pueden suponer el final de Sánchez en La Moncloa. Y en esta actividad de buscar soluciones al postsanchismo enmarcan las presentaciones de las próximas dos semanas y el artículo de opinión que firmó hace unos días en el diario The Objective.
Escasa influencia de la vieja guardia
El papel de la llamada vieja guardia socialista en la vida orgánica del partido es residual. La militancia no se ha hecho excesivo eco de las advertencias que Guerra, González, José Luis Corcuera y otros han lanzado sobre los pactos de Sánchez. Es cierto que tienen la auctoritas. Y que muchos dirigentes del PSOE en los territorios prestan atención a lo que dicen, pero no tienen un impacto inmediato en el poder de Sánchez.
Hace apenas dos meses, Guerra reunió a varios ex altos cargos de Gobiernos del PSOE y la UCD en el restaurante Jai Alai de Madrid. Guerra advirtió entonces de los riesgos para la democracia española si el Gobierno de Sánchez persiste en seguir "la estrategia diseñada por Oriol Junqueras, Pablo Iglesias y Arnaldo Otegi". "En lugar de mandar la lucha de clases al desván de los recuerdos, la han sustituido por la lucha de sexos", dijo.
Además, alertó del riesgo que supone para España que los "negacionistas de la Transición" sigan ganando posiciones. "Casi el 40% de los diputados del Congreso son contrarios a la Constitución y es inquietante", ha dicho. En su opinión, se está "cavando una fosa alrededor de las instituciones". Y si las instituciones pierden su autoritas, afirmó, el Estado se enfrenta a un problema de "disolución".
