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Los 'ongi etorri' a presos de ETA se trasladan a las puertas de las cárceles

Los cuatro últimos reclusos de la banda que salen de prisión son agasajados nada más poner el pie en la calle. Las víctimas claman contra la legitimación de los terroristas sea en el espacio que sea

Decenas de personas reciben a un etarra al salir de la cárcel.

Los últimos cuatro presos de ETA que han salido de la cárcel han sido agasajados por decenas de personas nada más poner el pie en la calle. Aplausos y gritos calurosos al recobrar la libertad. Así, parece que, como denuncian los colectivos de víctimas del terrorismo, los famosos ongi etorri (actos de bienvenida) se han traslado desde los pueblos de origen de los reclusos hasta las puertas de las cárceles. Pero quienes sufrieron el zarpazo del terror afirman que legitimar y aplaudir a los terroristas es una actitud perversa se produzca donde se produzca.

Este mismo jueves Etxerat, el colectivo que agrupa a los familiares de presos etarras, informaba en las redes sociales y en su web de la salida de prisión del pamplonés Joseba Fernández Aspurz, detenido hace once años en Francia tras un tiroteo donde falleció un agente galo, Jean-Serge Nérin, el último asesinado por la banda terrorista; el etarra fue condenado en 2015 a 16 años de prisión. Adjunta a la publicación del citado colectivo puede verse una imagen de unas treinta personas que viajaron para recibirlo a su salida del presidio francés de Muret. Carteles varios y una imagen del reo para saludarlo tras su estancia entre rejas.

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Lo mismo ocurría esta semana con el polémico caso del etarra Aitor Fresnedo, condenado por el asesinato de un policía nacional en 1995. Este recluso de ETA fue aclamado por más de sesenta de personas nada más recobrar la libertad al salir de la cárcel de Logroño. Su imagen firmando un libro que ha escrito durante su estancia en la cárcel generó una fuerte polémica. Desde el Colectivo de Víctimas del Terrorismo (Covite) lanzaban estas preguntas: "¿Quién no quiere una dedicatoria de un terrorista condenado por dos asesinatos? ¿Esas personas también pedirían autógrafos a un violador?".

"La necesaria deslegitimación"

Desde la Fundación Fernando Buesa también expresaban su repulsa a lo sucedido. "En el camino hacia la convivencia resulta inaceptable que los presos de ETA sigan siendo homenajeados". A su juicio, "la necesaria deslegitimación social de la violencia es incompatible con expresiones públicas que ensalzan la figura y la trayectoria de asesinos como Aitor Fresnedo ayer mismo".

Han cambiado el homenaje en la puerta de la herriko a hacerlo en la puerta de la prisión; esta debe de ser la normalización de la que hablan algunos"

La Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT) se quejaba de lo sucedido señalando que el terrorista fue recibido "entre aplausos e irrintzis" cuando fue condenado porque "acabó con la vida de un policía nacional en una oficina de correos en Bilbao, entre otros delitos". La abogada Carmen Ladrón de Guevara señalaba asimismo en Twitter que "han cambiado el homenaje en la puerta de la herriko a hacerlo en la puerta de la prisión; esta debe de ser la normalización de la que hablan algunos".

El controvertido caso de Fresnedo no resulta novedoso. Además del caso citado de este jueves, durante este mismo mes de agosto se han producido otros dos ejemplos similares. El pasado 5 de agosto salía de la prisión francesa de Mont de Marsan el condenado a 16 años de cárcel como dirigente de ETA Igor Suberbiola Zumalde. Y allí le esperaban varias decenas de simpatizantes, entre ellas varios niños, como puede verse en la imagen que sigue.

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Pocos días después, el 11 de agosto, salía de la prisión de Zuera (Zaragoza) el etarra Andoni Murga Zenarruzabeitia. Allí le esperaban una treintena de personas que portaban ikurriñas y banderas sobre el acercamiento de los reos etarras. Este ex periodista de Egin fue condenado a 25 años de cárcel por delitos de atentado, colaboración con banda armada, tenencia de explosivos y depósito de armas. Participó en el grupo que lanzó ataques a varias empresas para conseguir que pagasen a la banda terrorista el célebre impuesto revolucionario. Esto es, la extorsión para costear las actividades de la organización criminal.

En todos y cada uno de los cuatro casos citados, Etxerat habla de "preso político vasco" para referirse a los reos liberados. También menciona los años que han cumplido de condena. Pero la asociación no hace referencia alguna a que formaban parte de ETA y tampoco a los delitos por los que se les arrestó, encarceló, juzgó y condenó.

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