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Las oposiciones europeas, un modelo a 'copiar' en España: de memorizar leyes a un examen psicotécnico

El pasado 26 de mayo de 2021 se presentó las orientaciones estratégicas para actualizar los procesos selectivos de la Administración General del Estado

Oposiciones para las 208 plazas de operario de servicios sanitarios
Oposiciones para las 208 plazas de operario de servicios sanitarios EFE

Las oposiciones en España están anticuadas, o así lo veía hace dos años Miquel Iceta. Memorizar temarios eviternos durante meses y meses para demostrar tus dotes de retención en un examen donde te la juegas todo cara o cruz, así es la definición de la vida del estudiante que se postula al empleo público. Una realidad que dentro de la Unión Europea ni contemplan y que, lejos de ser procesos de hincar los codos, se basan en demostrar ante los examinadores tus capacidades para desempeñar el puesto.

De primeras, hacer una prueba práctica o un examen psicotécnico suena más sencillo que aprenderte la Constitución española al dedillo. ¿Urge un cambio trascendental, una renovación del proceso de selección de las oposiciones en España? Viendo a nuestros homólogos europeos y los exámenes tan disparejos que presentan ambas instituciones, lo que está claro es que no es tan crucial estudiar hasta el más mínimo detalle los textos institucionales y que las habilidades laborales deben tomar protagonismo.

Así lo dejo caer Miquel Iceta. El pasado 26 de mayo de 2021 el que fuera ministro de Política Territorial y Función Pública presentó las orientaciones estratégicas para actualizar los procesos selectivos de la Administración General del Estado. Unas modificaciones que iban enfocadas a dar un lavado de cara a las oposiciones y que, según lo que explicaba el político, era necesario "reducir las pruebas de memorización, potenciar las pruebas prácticas y la promoción interna dentro de la AGE".

Los tiempos cambian y la educación no se parece en nada a tiempos de antaño y se necesita una Administración que este a la altura del siglo XXI y que se adapte a la nueva realidad social, tecnológica y educativa. Y el ejemplo a seguir es la Unión Europea.

Es más, el propio Miquel Iceta explicaba que se llegó a un acuerdo para proponer este nuevo modelo basado en "los principios de igualdad, mérito y capacidad" y que estuviera "basado más en los conocimientos y en la evaluación de competencias y menos en conceptos memorísticos". Un nuevo paradigma que se quedó en el aire y que no llegó a materializarse, pero que dibujó un nuevo horizonte al que querían dirigir las pruebas de selección. Menos estudio y más práctica.

Las oposiciones europeas: ¿Un modelo a seguir que se debería implantar en España?

La idea feliz de Iceta no estaba mal encaminada. Un modelo que premiase las competencias individuales basándose en la práctica. Un sistema que no creó el exministro, sino que se notaba que estaba inspirado en las oposiciones europeas.

Tal y como se explica en la guía informativa del Gobierno sobre las pruebas de empleo público de la UE, " las oposiciones consisten en un conjunto de pruebas y ejercicios que tienen como finalidad evaluar las aptitudes personales, la capacitación profesional y los conocimientos de los distintos candidatos".

¿Un sistema más justo que estudiar miles y miles de leyes? Según los criterios de los expertos de la Administración europea, sí. Los exámenes realizados por la Oficina Europea de Selección de Personal (EPSO) se basan en demostrar los conocimientos y aptitudes que demandan los puestos que ofertan, es decir, dejan de lado la prueba teórica y se centran en que cada uno de los candidatos verifiquen que son aptos para cubrir la necesidad laboral que requiere la oferta.

Enfrentarse a la realidad y no a un papel en blanco. Las pruebas de selección de la Unión Europea, por norma general, consisten en un total de tres pruebas confeccionadas para examinar a los candidatos en diferentes hipotéticos.

En primer lugar, se hace una primera criba con unos tests de opciones múltiples por ordenador, conocidos en jerga comunitaria como CBT (computer-based tests). Lo que se quiere evaluar son las capacidades de razonamiento verbal, numérico y abstracto. En esencia, es lo que conocemos todos como una prueba psicotécnica.

Tras esta primera fase, aquellos candidatos que hayan superado con creces las pruebas se someterán a la fase intermedia. Aquí varía en función del tipo de oposición a la que se presente. "En las oposiciones 'generalistas' consiste en un ejercicio de bandeja electrónica (e-tray exercise), mientras que en las oposiciones para 'especialistas' se plasma en lo que se conoce como evaluador de talentos (talent screener)", explica la guía informativa del Gobierno.

Lo realmente complejo llega en la última fase. Una prueba en la que de verdad te ponen a prueba y te transportan a la realidad. El conocido 'centro de evaluación' consiste en evaluar las competencias tanto generales como específicas de cada oposición. Estudio de casos, presentación oral, ejercicio de grupo, entrevista sobre competencias... Cada especialización tiene su 'librillo'.

¿Más fácil que las oposiciones españolas? ¿Es mejor demostrar tu valía con un examen teórico o con un caso práctico? Sea como sea, el paradigma de las oposiciones españolas se expone a una época de cambios y que, como ya intentó Miquel Iceta, cambiará drásticamente introduciendo las pruebas prácticas como eje central de los exámenes.

Por el momento, los opositores tendrán que seguir en su silla habitual de la biblioteca y 'cantando' para llegar a tener su puesto dentro de la Administración.

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